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Lo que esconde el consumo de docuseries como ‘El caso Alcàsser’ de Netflix o ‘Dolores’ de HBO

El ‘true crime’, que está en auge desde hace ya unos años, consigue que muchos espectadores paguen por determinadas plataformas de ‘streaming’

Un hombre cotillea las docuseries de una plataforma de streaming / PIXABAY
Un hombre cotillea las docuseries de una plataforma de streaming / PIXABAY

Sofá, manta y crímenes. Este plan consigue seducir y cautivar a muchos espectadores, aunque está claro que no es apto para todos los públicos. Puede resultar difícil darle al play para conocer los entresijos del perturbador Caso de Alcàsser en Netflix o el desafortunado error judicial de Dolores, acusada de la muerte de Rocío Wanninkhof, en HBO Max. Eso sí, los que se aventuran no se despegan de la pantalla tan fácil. Y es que las docuseries sobre crímenes reales consiguen seducir y cautivar a muchos de los suscriptores de las plataformas de streaming. El éxito de este género es indudable y parece que llegó hace unos años para quedarse. Pero, ¿qué hay detrás del consumo de estos true crimes

Este género, que nació en Estados Unidos y resultó encajar muy bien entre el público español, atrae a los más curiosos, movidos por el deseo de conocer con detalle cómo y por qué se cometen ciertos asesinatos, sobre todo aquellos que quedan más cerca --geográficamente hablando--. Además, tampoco hay que olvidar el laborioso trabajo periodístico y de investigación que se esconde detrás.

 

¿Sentimos placer al consumir docuseries del tipo ‘true crime’?

Según la psicóloga Silvia Sanz, conocer detalles sobre cómo se ejecutó un crimen, y ver las caras de los implicados, junto con algún otro contenido audiovisual, son algunos de los factores que enganchan al espectador a los true crimes. Estas producciones permiten poner cara a víctimas y verdugos, y se siente cierto placer al alimentar la curiosidad del espectador. 

El morbo es otro factor a tener en cuenta, es decir, la atracción para comprender los detalles de un asesinato, como acto prohibido. Sanz matiza que “somos plenamente conscientes de que se trata de un hecho real, por eso nos engancha”. Y, aunque es un tipo de entretenimiento similar a la ficción, “te mueve más emocionalmente porque sabes que ha ocurrido”. 

Una pareja mira una docuserie en el sofá / PEXELS
Una pareja mira una docuserie en el sofá / PEXELS

Un mecanismo de defensa

Diego Redolar, profesor de Neurociencia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), hace un símil con el “efecto mirón” que provoca largas colas en las autopistas cuando hay un accidente. Tal y como explica, “el ser humano no es macabro ni se deleita con el sufrimiento ajeno”, sino que el motivo del interés en estos casos viene dado por un sistema de defensa.  A diferencia de lo que explica Sanz, según Redolar, este tipo de contenidos crean “un sistema de señalización del peligro”.  

Los true crimes, matiza este profesor, “nos hacen estar pendientes del peligro y así poder evitarlo”, explica. Por ello, desde su  punto de vista, el consumo de este tipo de series basadas en hechos reales no busca sólo alimentar cierto placer, sino la búsqueda de determinados estímulos para estar en alerta.

El auge de los crímenes reales en plataformas de ‘streaming’ 

La cuna de los contenidos audiovisuales basados en crímenes reales es Estados Unidos, con el podcast Serial (2014) como pionero. En él, la periodista Sarah Koenig analiza cada semana los detalles del asesinato de Hae Min Lee, cometido el 1999 en Baltimore (Maryland). Por otro lado, el éxito de The Jinx (2015) de HBO Max también fue significativo y, en Netflix, Making a Murderer (2015) y Amanda Knox (2016) marcaron un punto de inflexión en la plataforma, que se dio cuenta del potencial de este género. 

Algunas docuseries sobre crímenes reales de Netflix y HBO Max
Algunas docuseries sobre crímenes reales de Netflix y HBO Max
En este sentido, Elena Neira, experta en plataformas streaming, subraya que “el interés de los espectadores por este género no es reciente” y recuerda que en televisión ya habían funcionado antes, pero que “ahora hay un auge considerable de contenido”. Además, esta especialista remarca que “si Netflix apuesta por los crímenes, es porque funcionan”. Sin embargo, para Neira, “no podemos decir que es una estrategia para atraer suscriptores, pero sí funciona para retenerlos”.  
Un suscriptor enciende el televisor para ver alguna serie en Netflix / PEXELS
Un suscriptor enciende el televisor para ver alguna serie en Netflix / PEXELS

Netflix llora la pérdida de suscriptores mientras HBO gana fieles

El 2022 no ha arrancado para Netflix de la mejor manera. Aunque la compañía es un poco, o bastante, hermética a la hora de actualizar la cifra de suscriptores, cerró el primer trimestre con más de 200.000 suscriptores menos. Mientras, una de sus grandes rivales, HBO, sumaba 3 millones de usuarios en el mismo período. 

Aún así, Netflix todavía reina en el mundo streaming. Cuenta con 226 millones de suscriptores, mientras que HBO Max, dista todavía mucho de ella con 76,8 millones. Pero está claro que hay cierta tensión entre estas gigantes y que harán todo lo posible por retener a su público. De esta manera, si gustan los crímenes reales, éstas engordarán sus catálogos con nuevos títulos. 

Casos de asesinatos ‘made in Spain’ llevados a la pantalla 

Los espectadores son más susceptibles a engancharse a las docuseries basadas en crímenes que han sucedido cerca de su país, en este caso España, o que han vivido a través de las noticias, explica la psicóloga Sanz. En estos casos, “la empatía entra en juego, ya que queremos conocer y saber más de nuestra historia, mientras que aquellos crímenes que han tenido lugar en el extranjero los percibimos como más lejanos”. 

Eso explica que adaptaciones como las de los crímenes de las niñas de Alcàsser y de Rocío Wanninkhof, o ¿Dónde está Marta?, Nevenka y Muerte en León hayan calado tanto en el público español.

Una mujer mira una serie / PEXELS
Una mujer mira una serie / PEXELS

Larga vida al ‘true crime’

Neira asegura que “la apuesta por los true crimes por parte de estas grandes compañías de streaming seguirá siendo fuerte” y no descarta que, más pronto que tarde, lleguen a la pantalla de casa, el móvil o el ordenador casos como el de Gabriel Cruz (“El pescadito”), el menor que desapareció en Las Hortichuelas (Almería) y cuyo cuerpo fue hallado en una finca familiar; o el de Mari Luz, la niña asesinada por un vecino en Huelva.

Asimismo, la experta declara que “dado que las plataformas arañan cada vez más tiempo de consumo a los canales nacionales, es posible que, a su vez, éstas acaparen más horas de visionado de este tipo de contenido tan específico”. De todos modos, de lo que no hay duda alguna es de que las docuseries sobre crímenes reales no tienen fecha de caducidad y seguirán presentes en los catálogos online por mucho tiempo más. ¡Larga vida a los true crimes!

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