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¿Pueden los cines Yelmo y Cinesa prohibir entrar comida de fuera?

Varios espacios de estas grandes compañías impiden acceder a sus salas con alimentos de otros establecimientos o de casa ante el asombro de muchos consumidores, pero ¿qué dice la ley?

Varias personas con comida y bebida dentro de un cine / PEXELS
Varias personas con comida y bebida dentro de un cine / PEXELS

Miércoles, día del espectador. O viernes por la tarde. Una familia con dos niños pequeños acude al cine con la ilusión a ver la última entrega de un blockbuster que les permita reírse y olvidarse del día a día, pero, con la actual escalada de precios, comprar palomitas en el propio cine es un lujo que no pueden permitirse. Así, surge la eterna pregunta: ¿Se puede llevar comida de fuera al cine? ¿Pueden pasar por la tienda Belros de al lado, o por Burger King, y ocultar las provisiones en el bolso como si se tratasen de lingotes de oro?

Se suele decir que el consumidor siempre tiene la razón, pero también que, hecha la ley, hecha la trampa. En 2019, una sentencia pionera condenó a un cine de Extremadura a pagar 3.000 euros a modo de sanción por no dejar entrar comida y bebida del exterior. Sin embargo, esta sentencia no amedrentó a muchas cadenas de cines, que siguen con este veto.

Yelmo prohíbe entrar comida de fuera

En Consumidor Global hemos intentado comprobar qué ocurre en diferentes cines y cuáles son sus tretas para vetar el acceso de víveres del exterior. En primer lugar, vía online, en la web de Yelmo Cines se puede comprobar que, al comprar las entradas, antes de pagar, aparece un mensaje que deja las cosas claras: “Al disponer de servicio de bar en este establecimiento, al amparo de lo previsto en el artículo 24.2 de la Ley 17/1999, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, no se permite el acceso a sus instalaciones con alimentos y/o bebidas adquiridos fuera de Yelmo, reservándose el derecho de admisión en estos supuestos”.

Un empleado llena palomitas / PEXELS
Un empleado llena palomitas / PEXELS

Tras esta primera negativa, salimos a preguntar en las propias salas del centro de Madrid. En Yelmo Cines Ideal, un establecimiento cercano a la plaza de Tirso de Molina, un gran cartel morado junto a la zona de acceso a las salas replica el texto que aparece en la web. El ambiente en este lugar es movidito: personas que esperan de mal humor a su pareja, niños que salen de ver una peli y quieren entrar en otra, y espectadores que aún no se han decidido entre Elvis y Lightyear. Todo presidido por un intenso olor a palomitas. A palomitas caras: el Dúo normal (unas palomitas medianas y dos refrescos) cuesta 11,90. En cambio, el Super Dúo, que incluye dos palomitas pequeñas y dos refrescos, asciende 12,90 euros. Unos ingresos de película.

Actividad audiovisual, y no de hostelería

Cerca de allí, en la taquilla de Cines Callao, una trabajadora señala escuetamente y sin mucho entusiasmo que sí se permite entrar con comida de casa o de otro establecimiento. Justo al lado, en la taquilla de los cines del Palacio de la Prensa, Virginia Ibáñez cuenta que ellos sí permiten acceder con alimentos, y añade que “en cualquier cine debería ser así”. Ibáñez, además, argumenta que esto se debe a que “un cine presta servicios de espectáculos y no es un local de hostelería”.

Una sala llena de espectadores / PEXELS
Una sala llena de espectadores / PEXELS

A este respecto, el abogado Fernando Longoria, del sevillano Bufete Giraldillo, explica a Consumidor Global que puede haber variaciones en función de cada comunidad autónoma, pero la Comunidad de Madrid planteó el tema a la Agencia Española de Consumo y ésta sentó cátedra. “Esta entidad vino a decir que sí se puede entrar a un cine con alimentos de fuera, porque se entiende que el servicio principal que se presta en las salas es la proyección audiovisual, es decir, la emisión de películas, no el servicio de comida”, relata Longoria.

Cláusula abusiva o práctica comercial desleal

De este modo, cuando un cine sí vende comida o bebida, pero prohíbe la entrada con alimentos del exterior, “se podría considerar una cláusula abusiva, y, por tanto, ilegal”, indica el abogado, “o una práctica comercial desleal”, matiza. Además, a su juicio, lo que hacen los cines que practican esta restricción es “imponer al consumidor algo que no ha solicitado”, en tanto que “si quiere comer o beber, le obligas a que lo haga con ellos”.

El letrado compara la situación con lo que ocurre con algunas hipotecas, que imponen firmar un seguro con la propia compañía. En cambio, los cines que no vendan alimentos ni bebida y avisan previamente de que no está permitido el acceso con estos productos, no cometerían ninguna ilegalidad.

Cartel en un cine Yelmo / CG
Cartel en un cine Yelmo / CG

“Aquí han venido hasta con pizzas”

Bajamos la Gran Vía hasta la calle Martín de los Heros para encontrar más testimonios. Aquí se ubica un templo cinéfilo, Cines Golem, donde se proyectan películas independientes en versión original. Amaya Gutiérrez, una de las responsables de taquilla, señala que ni se venden palomitas ni se permite el acceso con ellas. “Aquí los espectadores vienen para disfrutar de todos los detalles, de todo el sonido, de las películas que se proyectan. Nunca se ha permitido entrar con comida. Al fin y al cabo, esto es un cine, no un restaurante”, añade. Además, agrega que “está el tema de la limpieza” y que hay algunos espectadores que se podrían sentir molestos con los ruidos incómodos de una pajita o con el crujir de unos granos de maíz.

 

A pocos metros, en los Cines Renoir de la misma calle, donde tampoco se vende comida, un pequeño cartel indica que está prohibido el acceso con la misma. Lo que sí hay es una pequeña máquina de vending. “No es por el Covid, nunca se ha permitido. Sí puedes pasar con una botella de agua, de aquí o de fuera, pero nada más”, indica una trabajadora del establecimiento. En cambio, en los Renoir Princesa, en la emblemática Plaza de los Cubos, sí entran provisiones. “Aquí han venido hasta con pizzas y nosotros no decimos nada”, explica Alex Viñas, uno de los jóvenes que comprueba y recoge los tickets.

La indefensión del consumidor 

David del Moral cuenta a este medio que no le permitieron acceder con sus amigos a las salas del Cinesa de Terrassa porque llevaban la cena de McDonald’s. “En ese momento, le reiteramos al responsable que teníamos derecho a llevar comida. Pero, para evitar problemas, mi amigo, que ya había visto la peli (Spiderman, que además estaba a punto de empezar), se fue al coche con las hamburguesas, a por la mochila. Entró después con la cena ahí dentro, como pudo”, narra del Moral. En redes sociales hay muchos testimonios similares, y muchos consumidores piden a las empresas que rectifiquen. Asimismo, en este medio hemos preguntado al respecto a Cinesa y a Yelmo Cines, pero al término del reportaje no hemos obtenido respuesta.

Dos personas en una sala de cine / PEXELS
Dos personas en una sala de cine / PEXELS

En la misma línea, Javier Castillo señala que en el Cinesa del centro comercial de As Cancelas (Santiago de Compostela) le prohibieron acceder con “comida comprada fuera”. Castillo pidió hablar con el encargado, que le dijo lo mismo. “Buscamos en Internet el Real Decreto Legislativo 1/2007, y noticias con sentencias favorables de cara al consumidor, pero aún así nos impidieron el acceso a la sala hasta que fuimos a dejar la comida”, relata este afectado. Al día siguiente se puso en contacto con Cinesa. “A día de hoy sigo esperando una respuesta que me prometieron”, añade.

Pedir una hoja de reclamaciones

Ahora bien, si los cines saben que lo que hacen no es legal, ¿cómo se explica que continúen haciéndolo? Según apunta Longoria, por una cuestión económica, puesto que lo que ganan con la venta exclusiva de palomitas y refrescos supera, con mucho, los pagos de las sanciones que les puedan imponer.

El abogado recomienda pedir la hoja de reclamaciones si un cine que vende comida prohíbe el acceso con la misma, y añade que “es una decisión unilateral del empresario en la que hay falta de reciprocidad. Si al comprar las palomitas hubiese algún tipo de descuento, sería diferente”, propone. “Hablamos de un derecho básico del consumidor y de vulnerar su libre elección”, zanja sobre este polémico tema.

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