Monitor Philips 279M1RV de 27 pulgadas

Tanto si trabajas en casa como en la oficina, contar con una pantalla o monitor extra es casi una necesidad básica que, una vez la tienes en tu poder, te resistes a perderla. Además, en estos casos, el tamaño sí que importa. Cuanto más grande, mejor. Más ventanas y una mayor capacidad multitarea. Pero, ¿son todos los monitores del mercado iguales? El equipo de Consumidor Global ha probado el modelo de Philips 279M1RV de 27 pulgadas. Y lo primero que cabe subrayar del mismo es que, aunque no seas un/a manitas, montarlo es mucho más fácil que un mueble de Ikea. 

Sin embargo, el producto viene en una caja de cartón bastante aparatosa y pesada, de más de 9 kilos. Eso sí, con todos los componentes muy bien organizados en su interior, dentro de compartimentos. Una vez unidos el soporte y la pantalla, el monitor pesa casi 7 kilos, por lo que es mejor montarlo en el sitio definitivo. Y si alguien nos echa una mano para aguantar las piezas, mejor que mejor. Una vez montado todo, la pantalla posee una diagonal de casi 70 centímetros y las medidas de todo el dispositivo, con la base, son 61,4 x 56,7 x 25,1 centímetros. Pero tener este espacio de trabajo extra tiene un precio, y no especialmente barato. El consumidor tendrá que abonar más de 900 euros.  

Diseño

El diseño de este monitor, de color negro y con textura, es muy elegante. Eso sí, sólo cuando está apagado. Cuando se enciende, las luces LED ubicadas en los cuatro laterales de su parte trasera sacan a relucir su lado más gamer. Además, se pueden configurar para que cambien de color y de intensidad. Funcionan con un sistema bautizado como Ambiglow. Cambian de tono y crean un halo de luz que se expande hacia los laterales de la pantalla, ya que adaptan su color e intensidad a la imagen. Esta función, junto con la resolución 4K (3840 x 2160 a 60 Hz) y el HDR, ofrecen una experiencia visual única a los aficionados a los videojuegos y a los más cinéfilos.

En la parte de atrás se encuentran también los puertos (para HDMI 1, HDMI 2, HDMI 3, USB, USB UP, auriculares y USB C, entre otros) y un botón de menú (para encender la pantalla y cambiar algunos ajustes), que es un poco incómodo de manejar. Asimismo, la pantalla LCD antirreflectante, que cuenta con un marco muy fino de color negro y la base de color metal, se puede mover de un lado a otro y de arriba a bajo, lo que permite al consumidor adaptar el dispositivo a sus necesidades y estar más cómodo durante las jornadas laborales (o las sesiones de gaming en casa). Y para usar este monitor, tan sólo hay que enchufarlo a la corriente eléctrica. No hace falta volverse loco con la configuración, aunque algunos ajustes sí es necesario conocer y establecer. Tras apretar el botón de encendido, la pantalla ya está operativa. Y, en función del portátil al que se quiera conectar, se tendrá que escoger uno de los cables que vienen dentro de la caja (el HDMI, el DP o el USB). Después, al cabo de unos segundos (que a veces son más de la cuenta), veremos una réplica del escritorio del portátil en el monitor. 

Características

Antes de nada, es necesario señalar en los ajustes del ordenador qué pantalla es la que manda. Una vez configurado, manejar las pestañas de una pantalla a la otra es un proceso fácil, cómodo y fluido. La calidad de la imagen es impecable, lo que es esencial para los fanáticos de los videojuegos. Y la resolución 4K es muy útil, sobre todo, en imágenes con muchos detalles, aplicaciones para crear maquetas o gráficos 3D y hojas de cálculo. Sin embargo, la pantalla no es táctil, lo que sorprende tras invertir más de 900 euros en este monitor. Y tampoco incorpora una webcam, lo que es imprescindible para las videollamadas. 

Desde el mismo monitor se pueden controlar algunos ajustes como el idioma, el color, el modo de luz azul, el Ambiglow, el brillo o el audio. Y éste último es, en especial, de buena calidad. Tanto con auriculares como sin ellos. Y es que el monitor cuenta con altavoces integrados, con audio DTS. No obstante, éstos se encuentran en la parte trasera, por lo que el sonido podría ser aún más envolvente si estuvieran en la zona frontal. Asimismo, los botones también controlan las luces LED, que se pueden configurar en distintos colores y modos, como el estático, la “noche estrellada” o la “onda de color”, y juegan con la intensidad de luz. Además, para los gamers, este monitor incluye ajustes específicos para videojuegos, con la tecnología SmartImage, que cambia el contraste, la saturación del color y la nitidez de las imágenes y los vídeos para ofrecer al jugador una calidad de imagen alta. 

Pros y contras

El precio de este monitor de Philips no es algo que se pase por alto con tanta facilidad. Uno espera que por más de 900 euros no le falte de nada. Sin embargo, no es así. Aunque su imagen es de gran calidad, es fácil de montar, incluye puerto USB C (apto para ordenadores Mac), ofrece un buen sonido y funciona de manera muy fluida, lo cierto es que, en muchos aspectos, aún está lejos de otros monitores del mercado que tienen un precio mucho menor.

Por este coste, al menos podría incluir una webcam, una pantalla táctil y unos botones más cómodos de manejar. Asimismo, el diseño, aunque es elegante, es sobrio y, quizás, que la pantalla fuera curva le daría mucho más atractivo, sobre todo dentro del mundo gamer. De todos modos, se trata de un dispositivo que cumple con su función y tiene potencial tanto para un ámbito profesional como para los aficionados a los videojuegos. Pero que un periférico cueste más que muchos portátiles del mercado no es fácil de entender. 

*Consumidor Global participa en un programa de afiliación con varias marcas y obtiene ingresos por las ventas realizadas a través de los enlaces de compra

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