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Caídas, incendios y fugas: así se pueden prevenir en el hogar

En España se registran más de 900.000 accidentes domésticos al año, unos 2.500 al día, muchos de ellos con necesidad de atención médica

Consumidor Global

Imagen de archivo de un edificio en llamas / EFE

El hogar se percibe como un lugar protegido, pero la estadística cuenta otra historia. En España se registran más de 900.000 accidentes domésticos al año, unos 2.500 al día, muchos de ellos con necesidad de atención médica. Caídas, incendios, fugas de agua o de gas y descargas eléctricas se concentran en unos pocos puntos de la casa y se repiten con patrones bastante predecibles.

Las caídas son el accidente doméstico más frecuente y el que deja más secuelas, sobre todo en personas mayores. En España, las caídas accidentales provocan más de 4.000 muertes al año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, y una parte muy significativa de las víctimas supera los 80 años. La mayoría de estos accidentes se produce en pasillos, escaleras, dormitorios y baños. La prevención pasa por decisiones muy concretas: buena iluminación en los recorridos nocturnos, pasamanos firmes en las escaleras, alfombras fijas al suelo y superficies antideslizantes en la ducha. También ayuda a reorganizar muebles y almacenaje para evitar que una persona tenga que subirse a una silla o a un taburete para alcanzar objetos de uso diario. Según los expertos RACC en hogar, una parte importante de estas caídas se evita con revisar el entorno inmediato y eliminar obstáculos en pasillos, escaleras y baños.

El baño merece atención específica. Los suelos mojados, las prisas y la pérdida de equilibrio por cambios bruscos de temperatura convierten esta estancia en un punto crítico. Colocar barras de apoyo, levantar con calma a quien tiene movilidad reducida y secar el agua inmediatamente después de una ducha reduce buena parte del riesgo. En el caso de menores y personas dependientes, la supervisión constante sigue siendo el mecanismo más eficaz para evitar golpes y resbalones.

Los incendios en vivienda constituyen otro capítulo preocupante. Cada año se producen alrededor de 17.000 incendios en viviendas en España y una media de 165 fallecidos en este tipo de siniestros. La cocina concentra gran parte de los episodios, normalmente por descuidos al cocinar o por aparatos conectados durante horas. También pesan las estufas próximas a cortinas, los braseros mal protegidos y las instalaciones eléctricas sobrecargadas. Las recomendaciones técnicas son claras: no dejar una sartén al fuego sin vigilancia, apagar estufas y velas al salir de la habitación, revisar periódicamente la campana extractora y evitar “ladrones” saturados. La instalación de detectores de humo, todavía poco presente en los hogares españoles, marca la diferencia entre un susto y un incendio grave.

Las fugas de gas generan menos incidentes en términos absolutos, pero el margen de error es muy estrecho. Las principales compañías y los organismos de protección civil coinciden en las mismas pautas: revisar la caldera y las instalaciones con la periodicidad obligatoria, mantener ventilados los espacios donde hay aparatos de combustión y respetar las normas sobre bombonas y conducciones. Ante el olor a gas, la secuencia es sencilla y debe estar interiorizada: abrir puertas y ventanas, cerrar la llave general, no accionar interruptores ni encender llamas y salir de la vivienda antes de llamar a los servicios de emergencia o a la empresa suministradora. Intentar reparar una fuga por cuenta propia, además de ilegal en muchos casos, añade riesgo a una situación delicada.

Las fugas de agua y los problemas de fontanería se asocian a menudo con daños materiales, pero también generan caídas y golpes. Un latiguillo en mal estado en el baño, una junta que cede en la cocina o una lavadora que pierde agua pueden dejar el suelo resbaladizo en cuestión de minutos. Conocer la ubicación de las llaves de corte, reemplazar a tiempo mangueras y juntas y no ignorar pequeñas humedades son medidas sencillas que evitan inundaciones y resbalones.

La electricidad plantea otro riesgo silencioso. Las estadísticas disponibles en España apuntan a unos 4.850 accidentes eléctricos al año y alrededor de 7.300 incendios vinculados a fallos en instalaciones, con unos 150 fallecidos por electrocución y quemaduras. Muchas de estas situaciones se relacionan con instalaciones antiguas sin actualizar, bases de enchufe manipuladas, cables dañados o múltiples conectores sobrecargados. Proteger los enchufes en viviendas con niños, no improvisar empalmes, sustituir de inmediato cables pelados y acudir a un profesional cuando salta el diferencial de forma reiterada reduce de manera notable la probabilidad de incidente.

Los servicios de promoción de la salud pública insisten en que las lesiones domésticas no son inevitables, porque responden a patrones que pueden identificarse y prevenirse. La combinación de pequeños cambios estructurales, una revisión periódica de las instalaciones y una atención sostenida a las rutinas diarias ofrece una protección real. Si a ello se suma un seguro de hogar con coberturas claras y un interlocutor profesional capaz de orientar tras un incidente, los márgenes de riesgo se reducen de forma apreciable. Vivir con seguridad en casa implica reconocer dónde se concentran los problemas y adelantarse al próximo susto.