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La tasa 'single' o por qué el mundo no está hecho para los solteros

Las ofertas en la hostelería o los supermercados no están diseñadas para una sola persona y estar sin pareja conlleva un gasto adicional

Un hombre soltero con un corazón de papel roto / PIXABAY
Un hombre soltero con un corazón de papel roto / PIXABAY

Cada año hay más hogares unipersonales en España. Mientras que en 2013 había 4,4 millones de personas que vivían solas, en 2019 esta cifra fue de 4,7 millones y la previsión del INE para los próximos 15 años es que aumentará hasta los 5,7 millones. Se trata de un sector importante de la población que hasta cuenta con un día de consumo propio: el famoso 11/11 o Día del Soltero en China.

No poder dividir las facturas o el alquiler entre varias personas incrementa involuntariamente el gasto mensual en gran medida. De hecho, el coste adicional que conlleva comprar bienes o contratar servicios de forma individual tiene nombre propio: la tasa single. Este fenómeno hace referencia, por ejemplo, al hecho de que el precio de la habitación individual de un hotel no corresponde a la mitad de una doble, que algunos restaurantes no sirven ciertos platos para menos de dos personas y que, en el sector ocio, muchas de las ofertas disponibles  se basan en un dos por uno. .

El peso de la hipoteca en solitario 

La vivienda es una de las partidas más importantes en el gasto de cualquier hogar. Y, a la hora de pedir una hipoteca, los solteros también lo tienen más complicado. “Los bancos buscan reducir riesgos y tener la seguridad de que les van a pagar. Con una pareja se aseguran una solvencia que no se garantiza en el caso de un individuo, por lo que son más reacios a darles este tipo de préstamos”, explica a Consumidor Global Laura Martínez, experta financiera de iAhorro. No ocurre así en el caso de un préstamo de cuantía inferior. “Para créditos más pequeños, la norma general es que lo pida solo una persona”, matiza Martínez.

Y si se opta por un piso de alquiler, el precio no siempre va en relación al tamaño. “Pago el doble que cuando compartía piso y es la mitad de pequeño”, confiesa Álvaro Rodríguez, un joven de 26 años que vive solo en una zona céntrica de Madrid. Cuando alquilaba una habitación en un piso compartido de 90 metros, Rodríguez pagaba 400 euros; ahora, en uno de 40 metros, paga al mes  800 euros. “La emancipación de una persona que se va sola suele ser más complicada y suele optar por una vivienda compartida dado el alto coste de los alquileres”, coincide Mel Solé, profesora de economía de la Universitat de Barcelona.

La cesta de la compra

Los hogares unifamiliares también son los más perjudicados a la hora de invertir en comida, ya que el formato de los envases no está diseñado para ellos. El paquete más pequeño suele ser para dos personas y el siguiente corresponde a un pack familiar. En los grandes supermercados, la mayoría de los productos están envasados con ciertos criterios de tamaño y peso y son indivisibles. Esto provoca que las personas que viven solas deban comprar más cantidad de la que realmente necesitan y gastar más de lo que deberían.

“Muchas veces no adquiero ciertos productos que me apetecen porque vienen en un formato tan grande que no los voy a poder consumir antes de que se me caduquen”, lamenta el joven Rodríguez. Asimismo, los solteros evitan ofertas en las que, al comprar un producto, se regala otro igual. “No caigo en los  2x1 porque no puedo sacar provecho de la promoción  y gasto más para nada”, añade Rodríguez.

Los olvidados 

En el sector del ocio, las promociones también están pensadas para dos, con ofertas en habitaciones de hoteles para parejas o descuentos en entradas para el cine o el teatro. Asimismo, durante el confinamiento, muchos restaurantes cayeron también en el 2x1 para promover el consumo de los hogares, mientras que otros no sirven, en ocasiones, platos muy elaborados para menos de dos comensales.

Muchos servicios y productos “no están todavía adaptados a la tendencia de consumo individual”, lamenta Solé. Y la solución para los solteros pasa precisamente por contar con opciones personalizadas para ellos. Sin embargo, “a las empresas no les sale tan rentable fabricar en pequeños formatos porque así obligan a comprar por dos y el beneficio es mayor”, concluye Martínez.

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