¿Puede el interiorismo trascender lo estético y alcanzar algún nivel de dimensión ética? Es decir, ¿pueden los muebles, más que ofrecer confort, contar cosas sobre sus fabricantes o poseedores y deleitar la vista, emanar algo de responsabilidad? Alaska Circular demuestra que sí. Se trata de una plataforma española de compra, alquiler y venta en el vertical del mueble, que conecta fabricantes y restauradores con profesionales y particulares, impulsando un mayor control del impacto ambiental de la industria.
Su fundadora, Alaska Capel, define la empresa como una green-tech, ya que aúna tecnología, circularidad y, por qué no decirlo, buen gusto. Fue durante un viaje por el Amazonas, cuenta esta empresaria a Consumidor Global, cuando se percató de que quería enfocar toda su energía en un proyecto que de algún modo ayudase a preservar el planeta, así que dejó atrás su trabajo en una gran multinacional y fue moldeando lo que hoy define como “el referente de consulta de mobiliario de impacto positivo para compradores particulares y profesionales”.
Encontrar salida a piezas de calidad
Tras la pandemia, relata Capel, su padre expresó su deseo de cambiar de casa y mudarse a la sierra. Por eso mismo optaron muchos consumidores tras la pandemia, pero la mayoría no eran, como el padre de Capel, coleccionistas, por lo que la pregunta que surgió entonces fue qué hacer con una gran cantidad de piezas (muebles, cuadros, “cántaros”, enumera) que había acumulado.
No terminaban de encajar en Wallapop, donde la mayoría de artículos no son exclusivos ni los usuarios buscan gamas altas. Hacía falta dar con algo más afinado, más especializado. “Así que me propuse hacerlo yo. Contraté una incubadora, sacamos la idea, la aterrizamos con el modelo de negocio, la propuesta de valor… Y concebimos una primera plataforma que estaba orientada al particular”, explica Capel.
Mobiliario, urgencia y volumen
De este modo, en sus comienzos el proyecto se enfocaba en personas que poseían mobiliario de calidad, urgencia y mucho volumen. “Ofrecíamos todos los servicios adyacentes: el transporte, la mudanza, el vaciado…”, recuerda. Pudieron, de ese modo, conectar compradores y vendedores que querían adquirir o despedirse de joyitas, pero, hasta cierto punto, la apuesta era limitada: el comprador particular no suele ser recurrente en ese mercado.
Por ello, la empresa evolucionó y ensanchó sus objetivos. Detectaron que, mientras que en Europa la vida de los muebles de calidad tiende a alargarse un 30% de las veces, reciclándolos o reutilizándolos, en España el porcentaje era solo del 10%. Había, por tanto, una falla, un gasto en cierta medida innecesario de materias primas, emisiones de CO2… y un nicho de mercado.
Plataforma de profesionales
“Los grandes generadores de los residuos son los fabricantes. Empezamos a ir a ferias y a preguntarnos qué hacían con todo ese mobiliario. Y resulta que la gran mayoría se convertían en residuos”, narra Capel. Con la idea de transformar esta situación desde dentro, en 2024 Alaska Circular pasó de ser una plataforma de particular a particular a una de profesionales. “Y empezaron a sumarse marcas y a poner su mobiliario kilómetro 0: muebles que se han usado una vez en una feria, en un showroom, prototipados, muebles de catálogo para shooting…”, explica.
Hoy, la empresa es un marketplace que brinda a particulares y compradores profesionales un catálogo de piezas singulares y de calidad de más de 60 marcas, entre ellas referentes como iSiMAR, Joquer, Montiel, Kaimok, Grassoler o Greenarea.
Precios accesibles
De la primera, por ejemplo, hay tumbonas y sillones metálicos contemporáneos que cuestan poco más de 200 euros. Los que quieran hacerse con piezas imbuidas de aire vintage pueden adquirir, por ejemplo, un coqueto conjunto de mesa redonda de 100 cm de diámetro (con encimera de madera de pino arañada y pintada entre vetas, y patas de hierro con tratamiento oxidante) y 4 sillas, todas diferentes, por 640 euros.
En una segunda ronda de inversión, Capel logró que industriales del mueble se sumaran al proyecto, visualizando un problema que, considera, son los propios grandes fabricantes los más capacitados para mitigar. “Para mí lo más estimulante es meter innovación tecnológica en un sector tan tradicional”, arguye. “Lo que me mueve es poder demostrar que se puede hacer dinero con mobiliario que ya está fabricado, y hacer ver que hay otra forma de hacer las cosas”.
Membresías
Los ingresos de la compañía, explican, provienen por un lado de la comisión que se lleva cada vez que se formaliza una transacción y, por otro, de los distintos modelos de membresía que ofrece a los vendedores (la cuota anual parte de los 490 euros y llega hasta los 2.900 euros).
“El mobiliario es tendencia. Está en auge porque cada vez se buscan más muebles que tengan una durabilidad alta y que transmitan unos valores determinados”, asegura Capel, que espera que en 5 años el proyecto se expanda a nivel internacional. Además, los profesionales que necesitan una mesa de recepción para un centro de estética o una mesa con solera para la sala de juntas de una oficina afrontan costes elevadísimos. Frente a eso, Alaska Circular brinda la oportunidad de ahorrar asentándose con firmeza en las patas de la responsabilidad y el estilo.