La reducción de la jornada laboral en España avanza un paso más con la reciente aprobación del anteproyecto de ley en el Consejo de Ministros. La medida, que disminuirá progresivamente la jornada máxima legal de 40 a 37,5 horas semanales sin impacto salarial, genera tanto expectativas como incertidumbre en empresas y trabajadores. Mientras el Gobierno encara un complejo proceso parlamentario para su aprobación definitiva, surgen cuestiones clave: ¿cómo afectará a la productividad y a la organización del trabajo? ¿Qué implicaciones tendrá en sectores con alta demanda operativa? ¿Podría influir en la evolución salarial y en la competitividad empresarial?
Para analizar estos desafíos desde una perspectiva experta, Consumidor Global entrevista a Giulia Miazzo, Head of People de Payfit, plataforma especializada en digitalización de nóminas y gestión de recursos humanos. Con su experiencia en optimización del tiempo de trabajo y eficiencia organizativa, Miazzo ofrece un análisis detallado sobre los efectos de la medida en la conciliación laboral, la adaptación empresarial y el futuro del empleo en España.
--Tras la aprobación del anteproyecto de ley, los empleados trabajarán hasta dos horas y media menos a la semana. ¿Cómo puede impactar este ajuste en su día a día?
--En el día a día esto impactará de varias maneras. En mi opinión, por un lado, para los empleados será una ayuda en términos de conciliación, desconexión y equilibrio entre la vida personal y profesional. Creo que ese será uno de los primeros efectos.
–Habrá más tiempo de ocio, formación, descanso… Por ende, también habrá más beneficios para la salud mental.
--Claro. El mayor beneficio que veo es que, al final, somos personas antes que trabajadores. Si llegas a tu puesto con una carga mental más ligera, después de haber conciliado bien tu vida personal y familiar, es más probable que te sientas motivado y con más energía en tu día a día. Y tener un nivel de energía más alto también influye en la productividad, la concentración y, en general, en el bienestar. Por eso, creo que esta medida puede ser muy positiva tanto para la productividad como para la felicidad de los empleados.
--Y, ¿cuál es el impacto para las empresas?
--También habrá un impacto en las empresas. Yo soy muy positiva, pero entiendo que desde su perspectiva puede haber cierto temor respecto a la productividad de los empleados. Sin embargo, creo firmemente que, si se establecen objetivos claros y se gestionan bien las particularidades de cada empresa—como en el caso de los turnos o franjas horarias—, la productividad no debería verse afectada.
--Por tanto, ¿de qué depende la productividad?
--Al final, todo depende de cómo cada persona organice su tiempo de trabajo y de que las empresas refuercen la definición de objetivos. Si hasta ahora no tenían un control muy claro en este sentido, quizás sea un buen momento para replanteárselo.
--¿Cree que una jornada de 37,5 horas semanales puede ser suficiente para mantener el mismo nivel de rendimiento en sectores de alta exigencia?
--Habrá que ver, una vez más, cómo se organizan los objetivos. Porque sí, la jornada se reduce, pero estamos hablando de dos horas y media a la semana, no de 15 horas. Entonces, es cuestión de evaluar si las metas de cada departamento o equipo siguen siendo alcanzables con pequeños ajustes de tiempo o, quizá, sin necesidad de cambios. Lo importante no son las horas, sino los objetivos claros.
--El desafío surge si no se logran alcanzar esos objetivos…
--En caso de que realmente no se puedan cumplir al 100%, podría considerarse algún refuerzo. No sé si el Gobierno ofrecerá algún tipo de ayuda para contratar a más personal en situaciones muy específicas, pero, de ser así, podría ser una opción a valorar.
--¿Qué sectores se beneficiarán más de la reducción de la jornada laboral y en cuáles podría haber más dificultades para aplicarla?
--Creo que, en la mayoría de trabajos de oficina, tanto en empresas privadas como en sectores administrativos, no debería haber un gran problema. Incluso en atención al cliente, es posible organizar turnos para garantizar una cobertura mínima. Por eso, no lo veo especialmente complicado en estos casos.
--¿Dónde podría ser más complicado?
--En sectores más orientados al público, donde el horario de atención es fijo y la oficina cierra a determinada hora, sí podría reducirse el tiempo de servicio. Y en ámbitos como la restauración, el transporte o la logística, el impacto podría ser mayor. Ahí habría que analizar cómo redistribuir tareas o si sería necesario contar con más personal operativo para cubrir la demanda. Esos serían algunos ejemplos.
--¿Cómo pueden asegurarse los consumidores de que esta medida no afectará a la calidad del servicio en sectores clave como la sanidad o el comercio?
--Estamos hablando de dos horas y media menos a la semana. Creo que la clave está en reorganizar horarios y turnos. En sectores como el sanitario, por ejemplo, también habría que ajustar la jornada laboral. Pero si se gestiona bien y, en algunos casos, se refuerza el equipo con personal de apoyo en jornada reducida, no debería haber un impacto significativo. Al final, lo importante es asegurarse de que el servicio no se vea afectado en el día a día de las personas que lo utilizan.
--Payfit trabaja con empresas de distintos tamaños. ¿Cómo cree que afectará la reducción de jornada a las pymes en comparación con las grandes corporaciones?
--En las empresas más pequeñas, los empleados suelen asumir responsabilidades más variadas, ya que los equipos son reducidos y cada persona cubre múltiples funciones. Por eso, la ausencia de un trabajador puede generar un mayor impacto y requerir que el resto del equipo asuma tareas adicionales para mantener el flujo de trabajo. En cambio, en las grandes corporaciones, los roles tienden a estar más definidos y especializados. Esto permite que, si alguien se ausenta, sus funciones puedan ser cubiertas temporalmente por otros compañeros sin afectar tanto el rendimiento general de la empresa.
--Hoy en día hay bastante flexibilidad.
--El tradicional horario de nueve a cinco o seis ya no es una norma estricta en muchas empresas. Incluso en aquellas donde se mantiene una jornada de 40 horas semanales, suele haber margen para organizar el trabajo de manera más autónoma, siempre con el objetivo de cumplir con las metas establecidas.
--La reducción de jornada se ha aprobado sin recorte salarial, pero ¿podría haber algún tipo de compensación que afecte a los trabajadores, como una menor subida de sueldos?
--Si las empresas entienden que reducir ligeramente la jornada no afecta a la productividad, e incluso pueden notar que los empleados están más motivados y aprovechan mejor su tiempo para cumplir con sus objetivos, no veo razón para que esto impacte otras decisiones. Es más, espero que no lo haga, porque de lo contrario parecería casi una represalia hacia los trabajadores, lo que claramente no contribuiría a una buena cultura y ambiente laboral.
--Pero, ¿existe el riesgo de que algunas empresas intenten “compensar” las horas perdidas con mayor carga de trabajo o presión sobre los empleados?
--Entiendo que algunos empleados puedan tener miedo de que, aunque se reduzcan las horas de trabajo, las empresas esperen la misma carga laboral y terminen llamándolos constantemente para asegurarse de que cumplen sus objetivos. Si esto ocurriera, la medida perdería su propósito y no funciona.
--Debe imponerse un objetivo razonable teniendo en cuenta la reducción de horas.
--Claro. Creo que esta preocupación puede existir en ciertos entornos, pero no debería ser la realidad. Lo importante es que los objetivos sean realistas. Un buen objetivo debe ser ambicioso, sí, pero también alcanzable dentro del tiempo disponible. Aquí es donde las empresas juegan un papel clave. Deben asegurarse de que esta mentalidad se implemente correctamente, formando tanto a los empleados como, sobre todo, a los managers, ya que son ellos quienes establecen los objetivos y organizan el trabajo del equipo.
--¿Cómo debería regularse esta medida para evitar posibles abusos o estrategias empresariales que perjudiquen a los trabajadores?
--Una vez que la empresa decida cómo va a implementar la reducción horaria y cómo distribuirá las horas, es crucial que siga con un plan de comunicación y formación, tanto para empleados como para managers. Esto ayudará a reforzar un entorno de flexibilidad, organización y claridad en los objetivos. Además, es importante evitar cualquier sensación de reproche o castigo, como mencionaba antes. Si esta medida es positiva, no tiene sentido que los empleados sientan que hay represalias por ello. Al contrario, debe gestionarse de manera que beneficie tanto a la empresa como a su equipo.
--¿Qué derechos tienen los trabajadores si su empresa no aplica correctamente la reducción de jornada?
--Ese es un tema muy legal y acaba de salir, así que entiendo que sí se puede demandar a la empresa en caso de incumplimiento. Sé que habrá sanciones bastante severas para las empresas que no cumplan con la reducción horaria o con el control de horarios. Las multas serán muy altas, y como en cualquier asunto legal, los empleados podrán acudir a los sindicatos o tomar las medidas necesarias para reclamar sus derechos.
--¿Qué impacto cree que tendrá esta medida en los contratos temporales y en la precarización del empleo?
--Creo que algunas empresas, si tienen dudas sobre si podrán cumplir con sus objetivos en menos horas, podrían apoyarse en contratos temporales para cubrir picos de trabajo. Me imagino su razonamiento: “Para evitar el riesgo de no llegar a todo, quizá podamos contratar a alguien de forma temporal para apoyar al equipo”. Es lo primero que se me viene a la cabeza y, en algunos casos, podría ser una solución viable.
--En países donde se ha reducido la jornada laboral, algunos han optado por aumentar la automatización. ¿Cree que en España puede ocurrir algo similar?
--Sí, yo creo que esto ya está pasando, de hecho. Especialmente en empresas con un enfoque tecnológico, muchas startups y pymes que han crecido rápidamente en los últimos años ahora buscan formas más eficientes de operar. En lugar de seguir contratando más personal, están apostando por la tecnología, la innovación y la automatización para optimizar procesos y mejorar la productividad.
--¿Cree que en el futuro la jornada laboral seguirá reduciéndose hasta alcanzar modelos como la semana laboral de cuatro días?
--¡Ojalá! Para mí sería un sueño, porque significaría que se empieza a valorar más el tiempo de las personas y la importancia de un verdadero equilibrio entre la vida personal y profesional. Sería un cambio real en la cultura laboral, donde ya no se trata de vivir para trabajar, sino de que el trabajo sea una herramienta para vivir mejor. Además, también implicaría que estamos aprovechando la tecnología, la innovación y la inteligencia artificial de la manera correcta, es decir, como un aliado para mejorar nuestras condiciones laborales, y no como una amenaza para los empleados.
--Por último, para los escépticos que temen una caída en la productividad, ¿qué argumentos les daría a favor de esta reforma?
--Para mí, todo se resume en una idea clave, y es que más horas de trabajo no quiere decir más calidad. No funcionamos así. Los seres humanos no somos más productivos solo por pasar más tiempo trabajando. Por eso, lo importante es aprovechar al máximo las horas de trabajo, asegurándonos de que sean realmente productivas. Esto se logra cuando los empleados llegan más descansados, con mejor energía y con objetivos bien definidos y medibles.
Ahora bien, tampoco hay que ser rígidos. Si con el tiempo se ve que los objetivos no se están cumpliendo porque realmente faltan manos o más horas de trabajo, entonces habrá que valorar si es necesario contratar a más personal. Pero, en principio, si se respeta este derecho a una mejor desconexión, no debería haber un impacto negativo en la productividad.