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Las familias adineradas están más expuestas a los químicos tóxicos

El motivo principal tiene que ver con el consumo de pescado y de verduras frescas, que se asocia a un mayor poder adquisitivo

Productos químicos en un laboratorio / PIXABAY
Productos químicos en un laboratorio / PIXABAY

El dinero no trae la felicidad y, por lo visto, tampoco libra de la exposición a los contaminantes químicos. De hecho, la hipótesis es más bien la contraria. Según un estudio europeo realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), las familias con una posición socioeconómica más holgada presentan una mayor exposición a los químicos tóxicos en comparación con las personas con menores ingresos.

La dieta, el uso de cosméticos y otros factores explican este fenómeno, detalla a Consumidor Global Léa Maitre, una de las autoras del estudio. “Las familias con un nivel socioeconómico más alto tienen dietas ricas en pescado, que acumula algunos químicos contaminantes como el mercurio, el arsénico o las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS)”, asegura la científica francesa.

El pescado y el mercurio

El último informe sobre consumo alimentario elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación corrobora que el perfil de “consumidor intensivo” de pescado en España se corresponde con el de los hogares con una clase socioeconómica alta y media-alta. Según ese mismo documento, el consumo por persona en 2019 en este tipo de hogares fue, de media, de 27,98 kilos, es decir, 5,5 kilos más que el promedio nacional. 

¿Quiere decir esto que el consumo de pescado es perjudicial? En absoluto. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) asocia su consumo durante el embarazo a efectos beneficiosos en el desarrollo neurológico de los niños y a la reducción del riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria en adultos. Sin embargo, hay algunos tipos de pescado que acumulan más mercurio que otros. “Los que están al final de la cadena alimentaria --es decir, los depredadores que se alimentan de otros peces-- presentan mayores niveles”, explica Maitre. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) destaca que los peces con más mercurio son el pez espada, el atún rojo, el tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y el lucio.

Hambre y obesidad, dos caras de una misma moneda

Carmen Vidal es catedrática de Seguridad Alimentaria y Bromatología de la Universidad de Barcelona y recalca que el pescado, al ser más caro, se consume más entre las familias con un mayor poder adquisitivo. Sin embargo, a pesar de que las personas con menos recursos están menos expuestas al mercurio por ese motivo, advierte de que “en las sociedades con niveles socioeconómicos y culturales más bajos hay una mayor incidencia de la obesidad y de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, el colesterol y la hipertensión”.    

En ese sentido, la experta asegura que diversos estudios apuntan que las familias con este perfil suelen consumir más platos preparados debido a una cuestión de tiempo, de hábitos y de dinero. “En estos casos la gente tiene otras prioridades y consume pocos productos frescos, que son más caros, y pocas frutas y verduras”, añade. 

Verduras frescas y pesticidas

El estudio de ISGlobal se realizó con datos obtenidos en seis países europeos (España, Francia, Grecia, Lituania, Noruega y Reino Unido) y se recogieron varias muestras de orina y de sangre de 1.300 embarazadas y sus hijos para ver las concentraciones medias de los 41 contaminantes químicos evaluados.  Además, las madres rellenaron cuestionarios sobre su nivel educativo, laboral y de riqueza familiar. Así, las frutas y verduras fueron otros de los elementos característicos en la dieta de las personas con más ingresos. Y, al igual que en el caso del pescado, los datos del Ministerio de Agricultura también coinciden en este punto. “Los mayores consumidores de fruta fresca son los individuos de clase alta y media-alta, con una ingesta que supera la media nacional en un 17% y supone una cantidad de 15 kilos más por persona y año”, subraya la cartera dirigida por Luis Planas.

Un microscopio en un laboratorio / PIXABAY
Un microscopio en un laboratorio / PIXABAY

Según Maitre, el consumo de este tipo de alimentos se asocia con una mayor exposición a diferentes pesticidas. “A pesar de ello, el consumo de frutas y verduras frescas es recomendable porque sus valores nutricionales son más beneficiosos e importantes que la carga química que puedan tener”, subraya la investigadora. Mientras, la catedrática Vidal señala que, a pesar de que los pesticidas tienen muy mala fama y no dejan de ser contaminantes, su efecto es mayor sobre el medioambiente que sobre las personas. “Los pesticidas están muy regulados y no se pueden usar en cualquier producto ni en cualquier dosis”, subraya.

Los tóxicos más asociados a las clases bajas

Sin embargo, de los 41 químicos tóxicos analizados en el estudio de ISGlobal no todos tienen mayor prevalencia entre las clases altas. Los resultados apuntan que en los niveles socioeconómicos más bajos hay mayor riesgo de exposición al plomo y al cadmio.

En cuanto al primer contaminante, Maitre explica su vinculación con las casas más antiguas, en las que se han renovado menos la pintura o las tuberías, elementos que pueden incluir el plomo entre sus componentes. Por otro lado, la mayor exposición al cadmio se debe al consumo de tabaco. En ese sentido, el último informe anual del Sistema Nacional de Salud, presentado a finales de diciembre de 2019 por el Ministerio de Sanidad, afirma que los hombres de clases más altas fuman menos que los de clases bajas, mientras que entre las mujeres no hay un patrón tan claro.

Posibles efectos sobre la salud

Por su parte, Martine Vrijheid, investigadora y coordinadora del estudio de ISGlobal --un centro impulsado por La Caixa--, destaca que muchos de los contaminantes químicos analizados “son sospechosos de tener un impacto negativo en la salud infantil y adulta”.

En ese sentido, a pesar de que las familias con rentas altas están más expuestas a determinados contaminantes químicos, eso no quiere decir que tengan más problemas de salud. “Cuando se estudia la salud de los niños, por lo general, no se tiene en cuenta la clase social de su familia. Puede ser que la misma exposición a contaminantes químicos que se da en una familia rica tenga peores consecuencias en una con un nivel socioeconómico más bajo”, concluye Maitre. 

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