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Vapeadores que parecen juguetes o cómo banalizar el consumo de tabaco entre los niños

Los expertos alertan de los peligros de estos cigarrillos electrónicos mientras la industria trata de reclutar a fumadores cada vez más jóvenes

Alberto Rosa

Vapeadores con diseños infantiles / CG

Su humo recorre libremente las calles, son habituales en los bares y discotecas de noche, en los estancos y cada vez más en los institutos. El consumo de vapeadores o cigarrillos electrónicos se ha extendido tanto entre niños y adolescentes que la industria del tabaco y la nicotina ya diseña productos y tácticas publicitarias dirigidas exclusivamente a menores. Prueba de ello son los vapeadores que se venden con diseños coloridos y de personajes de dibujos animados. Casi como si fueran juguetes.

Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, un 20 % de los adolescentes de entre 14 y 18 años fuma cigarrillos electrónicos. Un dato que no para de crecer y del que los expertos vienen alertando desde hace tiempo. Porque, si bien, no todos los vapeadores contienen nicotina, existen otros compuestos y aditivos químicos que pueden ser perjudiciales para la salud.

Una puerta al tabaquismo

Pablo R. es profesor de secundaria en un instituto de Santiago del Teide, Tenerife. “Los chavales están superenganchados. En el instituto tuvimos que requisar varios vapeadores y muchos alumnos se escondían en el baño para fumar. Mi percepción es que se consume mucho más que cuando solo había cigarros tradicionales”, cuenta el docente a Consumidor Global.

Los sanitarios entierran el vapeo en el Día Mundial Sin Tabaco / CG

¿Y qué tienen estos productos para calar tanto entre los jóvenes? La respuesta es márketing. “La industria del tabaco tiene un capital económico muy importante que ha invertido para rentabilizar y popularizar estas alternativas a los cigarros convencionales”, explica a este medio Francisco Pascual, miembro directivo del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo.

La gran trampa de la industria tabacalera

Y lo hacen recurriendo a diseños y características que saben que resultan atractivos para los niños. Por eso es cada vez más habitual encontrar en los estancos vapeadores con forma de Bob Esponja y sabores que recuerdan a las chucherías. Hay webs como Vapes Stores con diseños infantiles realmente sorprendentes. “Se ha popularizado igual que ocurría antes con los cigarrillos. Es algo que se contagia dentro de los grupos de iguales, acaban haciendo lo que hacen sus amigos y además les da esa sensación de sentirse mayores”, opina Pascual.   

Hay que señalar que, aunque la industria tabacalera trate de vender estos productos como inocuos y como si fueran la alternativa perfecta al consumo tradicional de tabaco, no es oro todo lo que reluce. “La gran trampa es decir que es inocuo, que es vapor de agua inofensivo cuando no es así. Aunque no tengan nicotina hay otras sustancias tóxicas que se han obviado y que pueden ser cancerígenas”, sentencia el también presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías.  

Fácil accesibilidad

Otro de los detalles a considerar es la fácil accesibilidad que tienen los menores a estos productos, que pueden adquirirse por internet o incluso en cualquier estanco. “Si no contiene nicotina, no se considera un producto nocivo y los niños pueden comprarlo sin problema aún siendo menores de edad”, indica Pascual a Consumidor Global.

Una mujer usa un vapeador / EP

Desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo consideran que la de los vapeadores es una trampa más de la industria para favorecer otro tipo de consumo “probablemente más bien visto dentro de la sociedad, pero que además puede ser puerta de entrada para consumo de cigarrillos convencionales”, afirma Pascual.

La OMS alerta de los peligros de los vapeadores

¿Y qué se puede hacer ante esta lacra? Para Francisco Pascual es necesario partir de dos bases. La primera pasa por poner fin a la visión positiva de los vapeadores como una alternativa sana al tabaco convencional. “Se dice que sirve para dejar de fumar, pero si fuese un fármaco estaría regulado y se vendería en farmacias”, señala. Sobre el consumo en los niños y menores “hay que dejar de banalizar los consumos y acabar con la imitación de la conducta de los mayores, ya que se pueden generar adicciones en el futuro”, concluye el experto, quien también considera que debe legislarse sobre esta materia.

Organismos internacionales como la OMS ya han alertado a los países de esta problemática y han instado a regular la comercialización de estos productos entre niños y jóvenes, ya que “es un peligro para la salud y no aminoran los daños del tabaco convencional”, declaró el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.