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Gerard Pinar (Bleta) sobre la ley de accesibilidad digital: “La excepción es Apple”

Estos son los retos ante la nueva legislación que obliga a las empresas a garantizar que sus sitios web y aplicaciones móviles sean accesibles para todos

Ana Carrasco González

Gerard Pinar, director de operaciones de Bleta / CONSUMIDOR GLOBAL

El 28 de junio de 2025 entró en vigor la Ley 11/2023, que ha marcado un antes y un después en la accesibilidad digital en España. En concreto, esta normativa obliga a todas las empresas a garantizar que sus sitios web y aplicaciones móviles sean accesibles para personas mayores o con discapacidad, previendo multas de hasta 100.000 euros por incumplimiento. 

En este contexto, Consumidor Global entrevista a Gerard Pinar, director de operaciones de Bleta, una startup española que nació en plena pandemia con el objetivo de conectar a las personas mayores con sus familias. Actualmente, con 170.000 descargas de su aplicación en 20 países, Bleta ofrece una solución que empodera a colectivos con baja alfabetización digital y contribuye a combatir la soledad no deseada.

--Desde el 28 de junio, la accesibilidad digital es una obligación legal para productos y servicios en toda la Unión Europea. Tras su entrada en vigor, ¿qué cambios concretos notarán los usuarios en aplicaciones, webs o dispositivos?

--Esta normativa supone un punto de inflexión y obligará a las empresas a replantear todo el tema del diseño de los productos y a modificarlo. Pero es algo que forma parte del ADN de Bleta desde que empezamos. Nosotros queremos ser tecnología accesible y vemos esta ley como un paso necesario, que maximiza la necesidad y da a conocer más el problema, pero es algo que siempre tenemos en cuenta.

La tablet de Bleta / CEDIDA

--Entonces, ¿cómo ha preparado Bleta sus productos y servicios, ya no solo para cumplir la normativa, sino para superar estos requisitos, ya que habéis nacido con un enfoque inclusivo?

--Bleta es una aplicación que transforma cualquier móvil Android en un dispositivo mucho más accesible y fácil de usar. El objetivo es que cualquier persona, independientemente de sus conocimientos tecnológicos o capacidades, pueda manejar su teléfono con autonomía y sin complicaciones. No se trata solo de simplificar, sino de garantizar que todos puedan acceder y utilizar la tecnología en igualdad de condiciones.

--¿Podría dar un ejemplo concreto?

--Por ejemplo, que la letra y los iconos en la pantalla sean suficientemente grandes. Es fundamental usar colores con buen contraste y mensajes claros en botones y menús. La navegación debe ser muy intuitiva, evitando enlaces confusos. Los elementos táctiles, como flechas o botones, deben ser grandes y fáciles de pulsar, incluso para personas con poca precisión al tocar la pantalla.

--¿Cree que las empresas están realmente preparadas para cumplir esta legislación o vamos con un poco de retraso?

--Yo creo que están preparadas y que pueden hacerlo. Se trata de cosas muy simples, como aumentar el tamaño de la letra en las webs o adaptar el lenguaje para personas que no están familiarizadas con ciertos términos. Son cambios que cualquiera puede implementar; el problema es más bien la falta de información o que, hasta ahora, no era obligatorio. Aún queda mucho por hacer, pero al menos la nueva ley empuja en la dirección correcta. Es un tema de sentido común, no de tecnología avanzada. 

--La ley prevé multas de hasta 100.000 euros por incumplimiento. Desde su experiencia, ¿qué sectores están más rezagados y qué riesgos enfrentan los consumidores si las empresas no se adaptan?

--En general, cuanto más tecnológica y disruptiva es una empresa, más se enfocan en innovaciones como inteligencia artificial, blockchain o algoritmos. La excepción es Apple, que sí se distingue por pensar en accesibilidad. El resto creo que prestan más atención a la novedad y lo joven, y menos a garantizar que nadie quede excluido. Y creo que esto está directamente relacionado.

--¿Son solo las empresas tecnológicas las más rezagadas en cuanto a esta ley?

--En mi opinión, el sector de la banca y de la salud aún están muy atrasados en cuanto a accesibilidad para este grupo, pese a que son esenciales para muchas personas mayores. Durante la época de la pandemia del Covid-19, descargar el certificado era algo que mucha gente tenía que hacer, pero muchas personas no sabían cómo, no por incapacidad, sino porque nadie les enseñó y todo cambió demasiado rápido. Las empresas a las que más acuden las personas mayores (como bancos o servicios de salud online, para pedir cita o consultar información) deberían ser las primeras en adaptarse a sus necesidades.

--En Bleta trabajáis con un segmento especialmente vulnerable; personas mayores y con bajas competencias digitales. ¿Qué errores comunes detectan ustedes en productos digitales que afirman ser “accesibles” pero no lo son en la práctica? ¿Qué les falta?

--El principal error es no hablar con la persona. Hay muchas guías, pero nada sustituye el preguntar directamente: “¿Por qué no puedes usar esto?”. Nosotros involucramos a usuarios reales en el proceso de diseño. Nos han pedido, por ejemplo, poder bloquear la configuración del teléfono para no desconfigurarlo sin querer. Y eso lo implementamos. También hacemos talleres presenciales, porque ver a la persona usar tu app, en directo, te da un aprendizaje que ningún test remoto puede dar.

El equipo de Bleta / CEDIDA

--Solo el 47% de los mayores de 65 años usa aplicaciones de forma autónoma. ¿Cómo garantiza Bleta que su solución no sea otro “parche técnico”, sino una herramienta que realmente empodere a este colectivo?

--Lo abordamos desde un enfoque empoderador, no paternalista. Es como cuando te dan una guitarra y te dicen que toques tu canción favorita sin enseñarte un acorde. Primero necesitas formación. Después, con cuatro acordes, ya vas tocando canciones. Lo mismo con la tecnología: primero aprenden lo que necesitan (hacer una llamada, ver una foto) y luego descubren más. Lo hemos visto de primera mano. Mi abuela, durante la pandemia, empezó a usar la tablet con nuestros juegos de entrenamiento cognitivo. Eso la hizo sentirse útil, capaz, conectada.

--¿Es la tecnología actual excluyente por diseño o simplemente no se ha pensado en este público?

--Un poco ambas cosas. El mayor problema es que no se piensa en este público. Es como las anillas de plástico en las latas; hacía falta una ley para cambiarlas por cartón, aunque se podía haber hecho antes. La tecnología ya existe, pero no se aplica por falta de voluntad. Salvo casos muy concretos, con necesidades técnicas complejas, la mayoría de barreras existen porque no se ha diseñado con todos en mente.

--Su app tiene 170.000 descargas en 20 países. ¿Qué han aprendido de los usuarios que podría ayudar a las empresas a diseñar productos accesibles y evitar rediseños costosos?

--Creo que la lección que más hemos aprendido es que el usuario es quien sabe qué es lo que más necesita. Que el usuario sabe lo que necesita. Muchas mejoras han surgido de comentarios repetidos. Si varias personas dicen que la galería de fotos es complicada, la rehacemos. También ayuda tener expertos en UX (User Experience) en el equipo, claro, pero el contacto con el usuario final es insustituible.

--Según los datos, un 42% de los mayores experimenta ansiedad al usar servicios digitales. ¿Qué opinión le merece esta cifra?

--La tecnología avanza rapidísimo y eso agrava la brecha. Muchas personas aún están aprendiendo WhatsApp. La ansiedad viene de ahí; de sentirse fuera de juego. Nosotros intentamos acompañar. Hay atención personalizada, puedes llamar y hablar con quien ha diseñado la aplicación. Incluso me ha pasado que me llamen y no crean que soy una persona real; pensaban que era un bot. Ese contacto humano es clave para reducir la ansiedad.

--La ley también obliga a compatibilidad con tecnologías de asistencia como, por ejemplo, los lectores de pantalla. ¿Qué desafíos persisten todavía?

--Uno de los principales retos es que Android, que es el sistema más usado por personas mayores, funciona de forma distinta en cada marca. El mismo sistema, pero protocolos diferentes. Eso dificulta la integración de asistentes como TalkBack. Debería haber más estandarización, igual que ahora todos usan cargadores USB-C. Apple, por ejemplo, no permite usar otros launchers (la app que controla la pantalla de inicio, el menú de aplicaciones, etc.) en sus móviles, como el nuestro, lo que también limita mucho.

--La soledad no deseada empeora con la brecha digital. ¿Cómo vincula Bleta la tecnología inclusiva con el bienestar emocional?

--Desde la pandemia vimos esa relación directa. La diferencia entre estar solo y sentirse solo pasa muchas veces por poder contactar con alguien. Repartimos tablets a residencias de forma altruista en 2020, y vimos cómo poder hacer una videollamada, enviar una foto o jugar a un juego cambiaba el estado emocional de esas personas. Cuando tú haces algo por ti mismo, recuperas autoestima, autonomía. Por eso también damos soporte personalizado; para que esa herramienta no sea un obstáculo más, sino una vía de conexión.