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No todo es lo que parece al limpiar, según esta experta: "¿Si pones más jabón, limpias mejor?"

Laura Varo, creadora de contenido sobre hogar, desmiente los grandes mitos sobre la limpieza y comparte los errores más comunes que afectan a la higiene en el día a día

Rocío Antón

Una persona enjuaga una bayeta de jabón mientras limpia en casa / CANVA

En casi todos los hogares existen rutinas de limpieza que se repiten sin cuestionarse. Son costumbres heredadas, consejos de familiares o trucos populares que, aunque se dan por ciertos, muchas veces no tienen base real.

Descubrir qué prácticas funcionan realmente puede ayudarte a mantener tu casa más limpia, ahorrar tiempo y cuidar mejor tus objetos y electrodomésticos, o así lo cree la creadora de contenido Laura Varo, quien ha querido revelar la verdad oculta detrás de alguno de los mitos de limpieza. Y es que muchos los hemos ido interiorizando como ciertos, quizá por desconocimiento o imitación de las personas que nos enseñaron a llevar la casa.

El exceso de detergente: más no siempre es mejor

Uno de los mitos más arraigados en la limpieza del hogar es creer que “cuanto más jabón uses, más limpio quedará”, algo que en cierta ocasión escuché pronunciar a mi abuela, quien, todo sea dicho de paso, no escatimaba en usar abrasivos sobre los estropajos y diferentes superficies.

Dispensador de jabón para evitar desperdicios / CANVA

La realidad es exactamente la contraria. Usar más detergente del necesario puede dejar residuos en la ropa, los platos o las superficies, generando un ambiente propicio para bacterias y malos olores. Además, los restos de jabón pueden provocar manchas o incluso dañar los tejidos con el tiempo. Lo recomendable es seguir siempre las dosis sugeridas por el fabricante y asegurarse de enjuagar bien. Así, se evita el desperdicio de producto, se protege la piel y se cuida el medioambiente.

La espuma no limpia: un mito que sigue vivo

Ver abundante espuma durante la limpieza suele generar la sensación de que el producto está haciendo efecto, pero este es un error muy común. Cierto anuncio de la marca Fairy, de hecho, mostraba la espuma como una de sus características clave y “limpiadoras”.

Un estropajo y espuma / CANVA

La espuma no es una garantía de limpieza, es solo el resultado de la reacción entre el agua, el aire y las moléculas del jabón, y no tiene ninguna función desinfectante por sí sola.

¿Qué es lo que limpia realmente del jabón?

En realidad, el poder de limpieza se debe a la formación de micelas, pequeñas estructuras que atrapan la grasa y la suciedad para poder eliminarlas con el agua. Además, la cantidad de espuma puede variar según la dureza del agua. Es decir, la cantidad de cal que contiene. Por lo que un producto puede generar menos espuma sin que eso signifique que limpia peor.

De hecho, algunos fabricantes añaden agentes espumantes innecesarios solo porque el consumidor asocia la espuma con mayor eficacia. Pero esto conlleva un gasto mayor de agua y energía al enjuagar. Por tanto, menos espuma no significa menos limpieza, sino más eficiencia.

Vinagre: aliado natural, pero no para todo

El vinagre es un ingrediente muy popular en las rutinas de limpieza ecológica, gracias a sus propiedades desinfectantes y desodorizantes. Sin embargo, su acidez puede ser contraproducente si se usa en superficies inadecuadas.

Vinagre de alcohol, el producto estrella según las redes / vinagreparras.com

Materiales como la madera, el mármol o el granito pueden perder brillo o incluso deteriorarse con el tiempo si se limpian de forma habitual con vinagre. Lo ideal es reservarlo para zonas seguras, como el interior del microondas, los grifos o los vidrios, y siempre diluirlo en agua antes de aplicarlo.

Adiós al plumero: por qué no elimina el polvo

Durante décadas, el plumero ha sido sinónimo de limpieza rápida, pero su eficacia es más aparente que real.

Plumero extensible / MERCADONA

En lugar de eliminar el polvo, lo dispersa por el aire y lo deposita en otras superficies. La mejor opción es utilizar una bayeta de microfibra ligeramente humedecida, capaz de atrapar las partículas sin levantarlas. Si después se pasa el aspirador, el resultado será un ambiente más limpio y libre de alérgenos.

Los guantes también necesitan limpieza para no ir ensuciando

Usar guantes para limpiar es una buena costumbre, pero olvidamos que ellos también deben limpiarse. Al acumular humedad y restos de productos químicos, pueden convertirse en un foco de bacterias.

Unos productos de limpieza junto a unos guantes / Pexels

La experta Laura Varo recomienda lavarlos después de cada uso con agua, detergente y una pequeña cantidad de vinagre, aclararlos bien y dejarlos secar al aire. Además, conviene renovarlos con frecuencia para evitar la proliferación de microorganismos y mantener la higiene de las manos.

La lejía: poderosa, pero no infalible

La lejía se considera un producto “todo en uno”, pero es importante entender su verdadero papel. Es un excelente desinfectante, capaz de eliminar gérmenes, aunque no elimina la suciedad visible.

Limpiador WC con lejía / MERCADONA

Además, su uso frecuente puede deteriorar superficies delicadas y emitir vapores irritantes. Por ello, los expertos aconsejan reservarla para baños o zonas donde sea imprescindible desinfectar, y optar en otros casos por limpiadores específicos que sean menos agresivos y más respetuosos con los materiales y la salud.

La lavadora: el error más común con el detergente

La lavadora es uno de los electrodomésticos más utilizados en el hogar y también una fuente frecuente de malos hábitos. Añadir más detergente del necesario no solo no mejora el lavado, sino que puede generar exceso de espuma que daña el motor y acorta la vida útil del aparato.

Goma de la lavadora con suciedad por exceso de producto / CANVA

El exceso de jabón también deja residuos en las prendas, afectando su textura y color. Para una carga estándar de unos 4,5 kilos, basta con unos 50 mililitros de detergente líquido. Ajustar la dosis según el tipo de agua y la suciedad de la ropa puede marcar la diferencia entre una colada limpia y un electrodoméstico sobrecargado.

En conclusión, limpiar bien no es cuestión de cantidad, sino de conocimiento. Corregir los falsos mitos del hogar no solo mejora la higiene y la durabilidad de los objetos, sino que también ahorra agua, energía y dinero. Al adoptar prácticas más racionales y sostenibles, el hogar se convierte en un espacio más saludable, eficiente y en equilibrio con el medioambiente.