Este es el mejor consejo para hacer un café de profesional con una cafetera italiana

Su preparación suelen ser atajos conductuales, pero la mejor forma de desbloquear sus posibilidades es probar otras fórmulas y, sobre todo, comprar un buen producto

Una cafetera al fuego / UNSPLASH
Una cafetera al fuego / UNSPLASH

El café es un arte. De hecho, desde Hidden Coffee Roasters imparten la idea de su preparación como “cocina”. No se “hace” café, se “cocina” del mismo modo que se cocinaría un filete o un manojo de verduras. Entre los fogones, el 50% del resultado final depende de la técnica y de las habilidades del cocinero. Sin embargo, la cafetera italiana, si bien simple, si bien fácil, si bien barata, no es el camino más rápido hacia un buen café. 

La italiana es sinónimo de monotonía. Se trata de un sistema efectivo pero rígido que deja pocas oportunidades a la imaginación o a la aventura; un sabor fuerte y reconocible, pero carente de matices en la mayor parte de los casos.

Mejorar el café

Para mejorar la calidad de las tazas de café la respuestas es invariable: comprando buen café. Invirtiendo algo más de dinero en el producto sobre el que pivota todo lo demás (herramientas, técnicas de preparación, cultura). 

Una taza y granos de café / FREEPIK
Una taza y granos de café / FREEPIK

No hace falta recurrir a muy buenos (pero muy caros) tostaderos de especialidad como Puchero, Hola, San Agustín o Nomad. Es posible optar por marcas italianas masivas como Lavazza, Illy o Segafredo para dar un salto de calidad notable respecto al clásico café-marca-blanca-torrefactado.

Un molinillo

Segundo paso: si de verdad preocupa la frescura del café, compra un molinillo. El café conserva mejor sus propiedades inmediatamente después de ser molido. Al romperse, el grano libera sabores y aromas que se pierden con el proceso de envasado y con el paso de los días. Hay molinillos de todo tipo, pero según la opinión de Xataka, los mejores son los cerámicos, manuales. 

Si queremos dar el salto al siguiente nivel, el tercer paso consistiría en aparcar la cafetera italiana. Si nos gusta el clásico espresso italiano, un café concentrado y cargado de intensidad, necesitaremos un elevado presupuesto. Marcas como La Marzocco o Rocket Espresso comercializan auténticas virguerías del diseño industrial con las que es posible replicar las tazas de los mejores baristas. Eso sí, son por lo general muy caras.

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