Comprar en el supermercado y creer que el precio de un producto es inferior al real porque está mal etiquetado, es una experiencia frustrante. Y esto es lo que denuncian numerosos clientes de Lidl.
Según estas quejas, es frecuente que los rótulos de los lineales en Lidl estén tan alejados de los artículos que acaban causando confusión, y cuando se pasa por caja el consumidor recibe un chasco al enterarse de que el precio correcto es otro.
También abundan las reclamaciones de clientes que critican que el precio de algunos productos de Lidl en promoción aparecen en formato grande y claro, pero las condiciones para que la oferta sea aplicable están escritas en letras muy pequeñas y pasan desapercibidas.
Evidentemente este caos de Lidl no es premeditado, ni está pensado para estafar al cliente, sino que simplemente responde a una mala gestión, a una administración negligente. Pero eso no consuela a los consumidores afectados.