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Multas de 250 euros por hacer ruido con el móvil en el transporte público en Portugal, ¿y en España?

La sensación es que, para muchos, solo existe lo que sucede al otro lado de la pantalla del móvil, ignorando por completo a quien se sienta al lado

Ana Carrasco González

Personas en el interior de un transporte público / Ángel Colmenares - EFE

Metro, trenes y autobuses se han transformado en auténticas salas de tortura sonora. TikToks sin auriculares, mensajes de voz a todo volumen, música, retransmisiones de partidos y videollamadas que invaden el espacio común y agotan la paciencia colectiva.

La sensación generalizada es que, para muchos, solo existe lo que sucede al otro lado de la pantalla del móvil, ignorando por completo a quien se sienta justo al lado. Lo que para unos es una extensión natural del día a día digital, para otros representa una invasión molesta y, en algunos casos, incluso un motivo de tensión con potencial para derivar en confrontaciones físicas.

Empiezan las multas

Ante esta situación, Portugal ha decidido actuar. La Autoridad de Transporte y Movilidad (AMT) ha confirmado que, aunque en todo 2024 sólo ha recibido 121 quejas por este tipo de comportamientos –una cifra pequeña en comparación con las 29.000 reclamaciones totales–, ya se han comenzado a imponer multas por “uso de aparatos sonoros o provocación de ruido que moleste a otros pasajeros”, como lo estipula la legislación vigente. 

Un autobús de la red de transporte público como la de Barcelona / UNSPLASH

Las sanciones, aplicadas hasta ahora únicamente en transporte ferroviario, oscilan entre los 50 y los 250 euros.

“Vagones del silencio”

Además de las sanciones económicas, la AMT tiene previsto lanzar campañas de concienciación sobre el uso cívico del teléfono móvil. Entre las medidas en estudio están la inclusión de preguntas sobre este problema en las encuestas de satisfacción al usuario, la mejora de los actuales mensajes de aviso en los vagones, e incluso la posible implementación de “vagones silencio”, similares a los que ya existen en países como España y Francia.

En el ámbito de los autobuses, las empresas operadoras han comenzado a prestar más atención a esta problemática, aunque no se ha registrado un incremento notable en las quejas. También se ha empezado a regular el uso de la radio por parte de los conductores, especialmente en las primeras filas del vehículo, donde el sonido puede resultar más molesto para los pasajeros.

¿Y en España?

La pregunta que se plantea ahora es inevitable: ¿y en España? Aunque existen ya algunas iniciativas como los vagones silencio en trenes de alta velocidad, no hay por el momento un régimen sancionador tan claro ni campañas públicas de concienciación tan definidas como las que Portugal ha comenzado a aplicar. 

Tal vez, con el ejemplo luso sobre la mesa, sea el momento de abrir el debate también en este lado de la frontera.