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Dormir en un convento del año 1500: la experiencia que ofrecen unas monjas de clausura en Airbnb
Las religiosas de claustro en el centro de Sevilla adaptan varias viviendas anexas para acoger a turistas a través de la plataforma de alquiler vacacional
Una puerta del siglo XVI conecta a la vida que discurre al otro lado de los muros tras los que se resguardan las monjas de clausura del convento de Santa María de Jesús, en Sevilla. Este acceso permite a las clarisas entregar los dulces que elaboran con sus delicadas manos y una campana avisa cuando un vecino llega para comprarlos. Sin embargo, el dinero obtenido no alcanza para mantener su hogar.
La fe sostiene, pero ésta no infiere en los cimientos. La venta de pastelitos se queda corta y la voluntad divina tampoco da un empujón a la residencia de las hermanas. Es por ello que, desde hace dos meses, junto al azulejo que indica que allí se ofrecen dulces conventuales, la principal dedicación de las 18 monjas que residen en el convento, también pende la placa azul con el símbolo de Apartamentos Turísticos.
El convento en Airbnb
El convento de Santa María de Jesús ha apostado por este negocio para garantizarse ingresos en la Sevilla turistificada del siglo XXI. Su gran atractivo, además de ser un alojamiento distintivo del resto al ser un convento del año 1500, es su adecuada ubicación en el pleno corazón hispalense, frente a la Casa de Pilatos y a tan sólo diez minutos a pie de uno de los emblemas de la ciudad, la Giralda.
En la plataforma de Airbnb ya se localiza la residencia de las monjas de clausura y, a juzgar por las reseñas de huéspedes que ya acumula en la web --en la que se le asigna una valoración de 4,75 estrellas–, pasar la noche en el convento no defrauda. En parte, gracias a la ayuda de Luis Bidón y Javier Bernal, quienes gestionan los cuatro apartamentos que las hermanas reformaron para adecuarlos a ese tipo de alojamiento.
Los beneficios tardarán
“No queremos meternos a llevar directamente los apartamentos porque esa no es nuestra vida. Nos aporta ingresos para vivir, pero no queremos que sea en detrimento de nuestra vocación y por eso encargamos la gestión”, explica sor María José, en declaraciones a El País.
Luis Bidón explica a Consumidor Global que en noviembre de 2023 se abrieron los apartamentos al público. “La razón que lleva a las hermanas a poner en marcha este asunto es encontrar otras vías para obtener financiación para las necesidades del convento”, hace hincapié. “Ellas han obtenido ingresos desde el mes de noviembre ya que algunos huéspedes reservaron los apartamentos ese mes. Pero considerando que beneficio es igual a ingresos menos coste o inversión, los beneficios tardarán en llegar, no sabría decir cuándo”, detalla Bidón.
Los precios
Los pisos son en realidad la casa de una hermana de la orden que murió y de otra más que quedó abandonado. También está el piso del sacristán. Son sencillos, sin mucho ornamento. El mayor adorno no es lo que son sino dónde están. En un convento del año 1500. Eso sí, el vaivén de las maletas de los turistas no interrumpen las oraciones y labores de las clarisas. Ellas aseguran que pueden observarlos mientras suben o bajan las escaleras, sin ser vistas.
Como muestran las fotos colgadas en Airbnb, el espacio se ha reformado para crear cuatro apartamentos que se alquilan por diferentes precios: el mínimo es de dos noches, por las que se cobra entre 90 y 180 euros, en función de si se opta por la opción de dos habitaciones o la de tres. Asimismo, se demandan entre 30 y 55 euros por gastos de limpieza.
La historia del convento de Santa María de Jesús
Pese a que el espacio está totalmente integrado en la actualidad, su historia se remonta al año 1502, cuando el convento, que pertenece a la orden de las clarisas, fue fundado por Jorge Alberto de Portugal, primo de Isabel la Católica, y por su esposa Felipa Melo. Sus puertas se abrieron por primera vez en la Sevilla pujante del Siglo de Oro, epicentro del comercio con América, cuando había casi más población religiosa que seglar, según los datos que refleja el censo que hizo el Marqués de la Ensenada.
En el verano de 1765 a causa de un rayo que arremetió contra la parte superior de la residencia, se produjo un incendio que pronto se extendió por gran parte del convento. En el siglo siguiente la comunidad sobrevivió a las desamortizaciones y a un nuevo incendio que fue sofocado. En 1996, acogió a las pocas monjas que quedaban en el monasterio de Santa Clara, que desapareció como tal, pasando a ser propiedad del Ayuntamiento y destinado a usos culturales. A día de hoy, este convento sobrevive con la venta de dulces y alquilando habitaciones a través de Airbnb.
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