Loading...

Lara Sánchez, directora de Soy de la Cuesta: "Tenemos la calle más leída de Europa abandonada"

Entrevistamos a una de las personas que más ha luchado para que la feria de libros permanente de la Cuesta de Moyano, en Madrid, cumpla un siglo de vida

Teo Camino

Lara Sánchez, segunda por la izquierda, y el grupo de fundadoras de Soy de la Cuesta con Pío Caro Baroja / CEDIDA

Pío Baroja, José Ortega y Gasset, Ernest Hemingway y María Zambrano estuvieron aquí, en esta calle mágica de Madrid. Recorrieron las casetas de madera, que se extienden entre el Paseo del Prado y el Parque del Retiro, pasaron las páginas amarillentas de los libros de viejo y mantuvieron tertulias literarias junto a la verja del Jardín Botánico, bajo la lúgubre luminiscencia de las farolas que aún perdura en la Cuesta de Moyano.

La Cuesta de Moyano / DÍAZ CASARIEGO

Desde 1925, esta es la calle más leída de España y la única feria de libros permanente a pie de calle, junto a la de París, en Europa. “Siempre ha estado abierta. Siempre, excepto cinco días durante la Guerra Civil y tres meses durante el Covid”, relata Lara Sánchez, nieta de un legendario librero de la feria y directora de Soy de la Cuesta, una organización que lucha para dinamizar este lugar de Moyano y salvarlo del abandono de las instituciones públicas y del olvido.

Lara Sánchez en una caseta de la feria / CEDIDA

--¿Cómo sobrevive la Cuesta de Moyano en los tiempos de Amazon?

--La intrusión de la compraventa de libros de segunda mano por internet ha hecho mucho daño a los libreros, por eso tiene tanto mérito que la feria cumpla 100 años. En estos tiempos de apabullantes avances tecnológicos que trastocan los hábitos comerciales y de lectura, la supervivencia de la Cuesta de Moyano es más necesaria que nunca.  

--Es la calle más leída de España…

--Es la calle más leída de España y de Europa, junto a los 'bouquinistes' del Sena, en París. Son las dos únicas ferias de libros permanentes, a pie de calle, que posibilitan el encuentro de la literatura y la cultura con los ciudadanos. 

--¿Ese encuentro con los libreros de viejo es el alma de la feria?

--Es un lugar con mucha magia. Una magia que va más allá de descubrir un libro que no esperabas encontrar. Es la magia del encuentro presencial con el librero, con otros lectores, y surgen tertulias espontáneas, de todo tipo, alrededor de los libros y el amor por la lectura. Eso es lo que realmente tiene valor.

--¿Qué se puede encontrar en Moyano?

--Desde libros clásicos y libros recientes descatalogados a 5 euros, hasta cómics y revistas antiguas, grabados... Luego, la gente no lo sabe, pero en Moyano hay tres casetas especializadas en novedades. Puedes encargar el libro antes de que se publique.

Un puesto de la Cuesta de Moyano, en Madrid / UNSPLASH

--¿Todavía se pueden encontrar libros firmados por Baroja?

--Sí, claro. Lo que pasa es que algunos también se ponen a la venta en internet. Entonces, en cuanto uno googlea Baroja, le sale esa edición. A los libreros de Moyano no les puedes pedir que se adecúen a los tiempos de Bezos, Zuckerberg y Elon Musk. Sólo les faltaba tener que estar vendiendo por internet. Perdería todo el encanto. 

--Son libros joya…

--Sí, y por muy poco dinero. La intrusión de la venta de libro viejo en internet ha hecho mucho daño a los precios de Moyano.

--¿Cuánto es muy poco dinero?

--Depende de la obra. En la época dorada de los 80 se compraba mucho libro joya y objeto de colección encuadernado en piel, pero cada vez hay menos. En Moyano lo que pervive, y es una de sus grandes ventajas, es el típico libro descatalogado de hace 5 o 10 años. 

--Los libros cada vez duran menos en las librerías…

--La industria del libro es de hiperproducción. Los grandes grupos editoriales sacan títulos como churros. Su modelo de negocio es producir, producir, producir, producir... Hoy en día, la promoción de un título dura un mes o menos, y esta dinámica hace que las editoriales enseguida dejen de editar ciertos títulos y vayan a parar a Moyano. El público lo sabe y viene a buscarlos.

--¿Cómo es ser librero en la Cuesta de Moyano?

--Muy duro. Estar a pie de calle es parte del encanto de la feria, pero es muy duro. El librero tiene que montar y desmontar cada día su tablero y luchar contra la climatología adversa. En marzo estuvieron tres semanas sin vender un libro por las continuas lluvias torrenciales. Y vienen de unos meses de enero y febrero que suelen ser malísimos a nivel comercial. 

Un grupo de libreros / SdC

--¿Cómo resisten las casetas estas lluvias torrenciales?

--El estado de las casetas, ¡ojo! Con el cambio climático y todos estos fenómenos de climatología extrema se hinchan las puertas de madera y los libreros tienen que abrirlas a patadas. 

--Si llueve, no se abre, ¿no?

--Si llueve mucho, no. Porque, ¿para qué molestarse, si voy a enfermar y no voy a vender? No es un comercio al uso. Y luego, cuando hace mucho calor, tampoco venden porque la gente no pasea por aquí.

--¿Qué horarios tienen las casetas?

--El horario comercial tampoco es al uso. Los días importantes son los sábados y domingos. Luego, algunos descansan lunes o martes. Al final, cada librero tiene su concesión municipal, es autónomo y decide sus horas de cierre y apertura en función de diversos factores. 

--¿Qué hace falta para dinamizar este espacio cultural único?

--Llevamos años pidiendo al Ayuntamiento de Madrid que mejore la iluminación, porque, en otoño e invierno, a las cinco de la tarde están los libreros y los lectores con linternas, y la cuesta está lúgubre no, lo siguiente. Además, al estar a pie de calle, por ahí pasa de todo. Y les preguntan de todo menos por un libro. El panorama es complicado. Por eso cumplir 100 años es una proeza.

--Es irónico, ¿no? Formar parte del Paisaje de la Luz, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, y andar a ciegas…

--Ahora estamos en el Paisaje de la Luz de la Unesco y no nos hace ninguna gracia porque nos está perjudicando. Está todo tan protegido que no podemos poner nada. Tenemos la calle más leída de Europa abandonada. 

--Supongo que el tema del café literario, que está candente, sería como un pequeño faro en medio de tanta oscuridad…

--El futuro pasa por el café literario. Es fundamental, sobre todo en las tardes de otoño e invierno, para dinamizar la feria. Era una demanda previa a ser Patrimonio de la Humanidad, porque no tienes donde tomarte un café desde la estatua del Ángel Caído en Retiro hasta Atocha. Ahora hacemos los actos y las tertulias en las casetas.

--¿En qué fase se encuentra el proyecto?

--El Ayuntamiento hizo un informe técnico impresionante. El proceso estaba bien hecho y pasó la Comisión Local de Patrimonio Histórico, que es el hueso duro de roer. Luego se llamó a la Unesco para pasar todos sus parámetros, pero el funcionario de París contestó con un informe de tres páginas diciendo que eso perjudicaría a los libreros. Ese señor no conoce la Cuesta de Moyano. Ahora, por fin, el Ayuntamiento se ha reunido con ellos y la cosa va bien. 

--Entonces, pinta bien, ¿no?

--Sí, pero va muy lento. La instalación del café literario estaba prevista para este año y la Unesco la ha ralentizado. Y queda mucho por mejorar a nivel estructural. Tenemos un problema gordo con el abastecimiento de agua, los toldos y las casetas están en mal estado y la luminosidad es pésima estando en el Paisaje de la Luz. 

--Hay que cuidar la calle más leída de España…

--Cuesta mucho trabajo que las instituciones responsables, en este caso la Junta de Distrito de Retiro y el Ayuntamiento de Madrid, impulsen esas mejoras. Sobre todo ahora que tienen mayoría absoluta. Todo el mundo ama Moyano y está de acuerdo con el valor que tiene, pero a la hora de impulsar medidas de gestión públicas…

--Tenemos una feria de libros única y la tenemos medio abandonada, ¿cómo es posible?

--La política es así. Los libreros son los primeros que están abrumados con su día a día. Nosotros empezamos la asociación porque vi que Moyano cualquier día se iba al traste. Hemos luchado mucho para llegar al centenario, y lo hemos conseguido, pero soy pesimista. Creo que mañana todos lamentaremos no haber hecho más. No haber comprado libros en Moyano en lugar de comprarlos en Amazon. Todos podemos aportar para que sobreviva veinte años más, ya no te digo otro siglo.

--Pero también hay libreros jóvenes que se han sumado a la feria…

--Eso me hace ser un poco más optimista. Los libreros jóvenes han reabierto algunas casetas que llevaban años cerradas y es un orgullo. Ellos son los que tienen que luchar por el futuro de Moyano. 

--Entonces, ¿aún hay esperanza?

--Estoy en un 50%. No sé si va a durar veinte años más. Mañana llega otro Covid o lo que sea y esto se va al garete. Puede pasar cualquier cosa.

--¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

--Yo he visto la época dorada de Moyano en los años 80, cuando no había internet. Iba mucho bibliófilo, y mucho coleccionista, a buscar joyas. Aún perdura este perfil de bibliófilo que busca ediciones raras difíciles de encontrar, pero cada vez es más minoritario. También hay gente muy especializada que busca sobre temáticas antiguas. todo lo que haya. El libro autografiado por el autor solía ser una especie de joyita, pero te hablo de libros de hace 50 y 100 años. Ahora firma libros cualquier autor. Hay demasiados autores contemporáneos. 

--Si los grandes escritores que han pasado por aquí levantasen la pluma… 

--Siguen pasando por aquí Pérez-Reverte, Javier Gurruchaga, María José Solano, Ian Gibson… Siguen pasando muchísimos escritores, artistas y académicos. Moyano fue un lugar donde se vendían libros prohibidos de tapadillo durante la dictadura. En Moyano no hay censura. Moyano es territorio de libertad. Y eso es un reclamo importantísimo para los jóvenes, que se han informado a través del algoritmo, a través de lo que la pantalla les dicta. Moyano te enriquece como persona. No podemos tenerla abandonada, hay que salvarla.