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El significado militar detrás del “Real” de la Feria de Abril, una de las leyendas que pocos conocen

La etimología ofrece una respuesta más reveladora que las múltiples leyendas urbanas que han florecido a lo largo de las décadas

Ana Carrasco González

La Feria de Abril, como feria de ganado, en sus inicios / FOTOTECA MUNICIPAL DE SEVILLA

Pronto, Sevilla volverá a latir al compás del cante, el albero y el rebujito. La Feria de Abril, que este año comienza la madrugada del lunes próximo, se alza como una semana de embrujo y tradición, donde la ciudad entera, y gran parte de España, se viste de gala para rendirse ante una de sus celebraciones más queridas y esperadas.

Pero entre volantes y farolillos, pocos reparan en el peso histórico y lingüístico que esconde una de las palabras más emblemáticas del evento: el Real. ¿Por qué se llama así el recinto ferial? ¿Qué ecos del pasado resuenan tras esa simple palabra que todos pronuncian sin detenerse a pensarlo?

Las leyendas urbanas

La etimología ofrece una respuesta más reveladora que las múltiples leyendas urbanas que han florecido a lo largo de las décadas. 

Fotos antiguas de la Feria de Abril de Sevilla / EP

Aunque algunos afirman que el nombre procede del “real”–aquella moneda de 25 céntimos de peseta que, dicen, costaba el trayecto en coche de caballos hasta el recinto–, o que fue una concesión regia de Isabel II, lo cierto es que el término hunde sus raíces mucho más atrás, en la historia profunda de la lengua y del territorio.

El significado militar

Según la Real Academia Española, el uso del vocablo “real” para designar el recinto de la Feria remite a una acepción militar. En tiempos de la Reconquista, se conocía como real al campamento donde se instalaban los ejércitos, particularmente el espacio reservado para el rey o el general. 

La palabra, con sabor a historia viva, proviene del árabe hispánico rahal, que a su vez deriva del árabe clásico rahl, y designaba un lugar de descanso, una aldea o punto de acampada.

Una dimensión culta y noble de la fiesta

Así pues, el Real de la Feria no es solamente una estructura efímera de casetas y luces, sino una evocación de aquellos antiguos asentamientos militares que acompañaban las campañas medievales, como las del rey Fernando III durante la conquista de Sevilla. 

Ese poso histórico, que permanece escondido tras la alegría de los trajes de flamenca y el vaivén de los caballos, aporta una dimensión insospechadamente culta y noble a la fiesta. Porque la Feria no sólo es folclore; también es filología, memoria y, como dirían algunos sabios andaluces con esa elegancia que roza lo poético, duende con fundamento.