En una de las zonas más transitadas del casco antiguo de Barcelona ha abierto sus puertas Surprise Box, una tienda que ha logrado captar la atención de turistas y locales por igual con una propuesta tan sencilla como adictiva: vender paquetes perdidos de plataformas como Amazon, Shein, Temu o AliExpress sin que el comprador sepa qué hay dentro hasta que lo abre.
Ubicada en el número 36 de la calle Ferran, en pleno barrio Gòtic, Surprise Box ocupa el local donde durante años funcionó la emblemática tienda de ropa del diseñador Custo Dalmau. Ahora, donde antes se vendían camisetas de autor, se ofrecen cajas, sobres y paquetes sellados de todo tipo procedentes de pedidos que nunca llegaron a su destino final y que, por normativa, no pueden ser devueltos a sus remitentes.
Cómo funciona Surprise Box
El funcionamiento es simple: el cliente elige el paquete guiado solo por el tamaño, forma y peso, lo paga según los gramos que marque la balanza –desde 24,75 euros el kilo, con descuentos si se superan los dos (22,95 euros el kilo) o cuatro kilos (19,95 euros el kilo)—, y se resigna a lo que encuentre dentro. Desde artículos de ferretería sin mucho valor hasta teléfonos móviles, tabletas o incluso drones: el contenido es completamente aleatorio.
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“Una vez me salió un móvil de gama media, otra vez solo era un mando a distancia de aire acondicionado”, cuenta una joven clienta en declaraciones a El Periódico que reconoce haber repetido varias veces. “No importa, lo emocionante es abrirlo. Es como una lotería”, añade.
Cuestión de suerte
La tienda, que forma parte de una empresa con presencia en Madrid, ha apostado por expandirse a la capital catalana tras probar con éxito este modelo en locales pop-up, como ocurrió en enero con la efímera Secret Colis en el centro comercial Montigalà de Badalona.
La responsable del establecimiento barcelonés asegura que ni ellos mismos saben lo que contienen los paquetes. “Cada día abrimos nuevos palés que llegan de diferentes países. No se escanean ni revisan previamente. Aquí todo es cuestión de suerte”, explica. En sus móviles, los dependientes muestran imágenes de clientes que, sin esperar a llegar a casa, abren sus compras en plena calle, revelando hallazgos tan sorprendentes como cajas repletas de gadgets tecnológicos.