Es una realidad: la vivienda de primera construcción escasea. Por ello, tal y como indica el arquitecto Edu Saz en los vídeos de consejos que publica en YouTube, la nueva realidad se impone: hay que comprar una vivienda de segunda mano para reformar.
Si estás en plena búsqueda de ese piso con el que llevas soñando meses —ese rincón que decorarás con mimo y convertirás en un auténtico refugio de estilo—, y por el que probablemente pedirás una hipoteca. Si te encuentras inmerso en pleno recorrido por portales inmobiliarios o ya visitando pisos que no terminan de encajar contigo, puede que ya te hayas planteado invertir una parte en reformas. Has de saber que no todos los pisos de segunda mano te permiten explotar el potencial de una reforma. La gran diferencia la marca una buena distribución.
¿Buscas nuevo hogar? Tres tipos de piso que nunca debes comprar
Si estás a punto de comprar y sueñas con una casa moderna, luminosa y bien aprovechada, hay tres tipos de distribuciones que deberías evitar a toda costa.
Según nos cuenta el arquitecto Edu Saz, especializado en reformas integrales y diseño funcional, la distribución condiciona no solo cómo fluye la luz o cómo se circula por la vivienda, sino también las reformas que pueden llevarse a cabo sin complicaciones técnicas ni sobrecostes.
1. El piso con entrada en una esquina: pasillos interminables y poca luz
Es ese piso largo, estrecho, con la entrada en uno de los extremos y con un pasillo central que conecta todas las estancias. A simple vista puede parecer funcional, pero según Edu Saz, este diseño obliga a pasar por zonas privadas para llegar a las áreas comunes, algo que rompe con la lógica de una vivienda contemporánea.
La única alternativa viable sería reubicar el salón y el comedor al inicio del piso, pero si la estructura no lo permite porque las habitaciones que primero te encuentras sean muy pequeñas, se pierde completamente la funcionalidad deseada.
2. Viviendas con muros de carga en el centro: tu reforma ideal puede volverse imposible
Un muro de carga, jamás van a quererlo tocar. Tal como explica el arquitecto, derribar un muro de carga requiere un proyecto técnico, permisos y una inversión importante. En pisos pequeños, esto puede elevar mucho el presupuesto, sin garantizar un cambio real en la amplitud o luminosidad del hogar.
Si el piso es pequeño y tiene un muro de carga en el centro, olvídate de tirar tabiques alegremente. Este tipo de distribución es un auténtico quebradero de cabeza para quienes desean unificar espacios y hacer un ambiente más moderno. Comprar un piso que te condiciona por su estructura central es muy molesto.
3. Distribución tipo "tubo": luz ausente y largos recorridos
El acceso suele estar en un extremo y el salón, en el otro. El resultado: una secuencia de habitaciones conectadas por un pasillo largo, oscuro y poco aprovechable. Se trata de los pisos encajonados entre dos medianeras, es decir, con otras viviendas a ambos lados y sin posibilidad de ventanas laterales.
Estos pisos no solo tienen problemas de iluminación natural, sino también de ventilación. Además, el recorrido diario por el interior resulta poco práctico, y difícilmente se puede solventar mediante reformas si la estructura original no acompaña.
Una piso con distribución ideal existe: la entrada en el centro
No todas son advertencias. Edu también propone una distribución que puede ser perfecta, incluso en viviendas alargadas: aquellas con entrada por el centro del plano.
Este tipo de planta permite separar con naturalidad la zona de día y la de noche, optimizando la circulación y facilitando el paso de la luz natural a más estancias. Además, se abre la posibilidad de redistribuir el espacio con soluciones creativas sin grandes intervenciones estructurales.
Antes de comprar: los detalles clave que debes analizar
La distribución no es lo único importante. Si vas a adquirir una vivienda para reformar, no dejes pasar por alto estos aspectos:
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Antigüedad del edificio: los edificios antiguos pueden implicar más reformas estructurales.
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Situación de la comunidad: infórmate sobre derramas pendientes o problemas financieros del edificio.
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Documentación en regla: cédula de habitabilidad, certificado energético, cargas legales.
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Entorno: ¿hay bares ruidosos? ¿Está bien conectado? ¿Dispone de servicios próximos?
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Gastos fijos mensuales: IBI, comunidad, consumo energético aproximado, etc.
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Altura y ascensor: un piso sin ascensor puede ser menos cómodo, aunque más barato.
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Estado estructural y humedades: inspecciona paredes, techos y suelos con detenimiento.
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Instalaciones: revisa si necesitarás renovar electricidad, fontanería o calefacción.
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Aislamiento y ventanas: apuesta por doble acristalamiento y orientación favorable.
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Distribución actual y su flexibilidad: imagina tu vida en el espacio y analiza si podría adaptarse a tus necesidades.
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Presupuesto realista de reforma: calcula cuánto costaría alcanzar el resultado que deseas.
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Posibilidades de reventa: cuanto más funcional y bien ubicado, mejor valor tendrá en el futuro.