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El mito de las dos horas: ¿cuánto hay que esperar a bañarse para no tener un corte de digestión?

Desde pequeños hemos oído esta recomendación, pero esta es la realidad sobre este consejo a la hora de zambullirse en el agua después de comer

Un niño espera dos horas para bañarse en la piscina para evitar un corte de digestión / PIXABAY
Un niño espera dos horas para bañarse en la piscina para evitar un corte de digestión / PIXABAY

Siempre te lo remarcaban después de comer: debías esperar al menos dos horas para volver a zambullirte en el agua por miedo a tener un corte de digestión. No obstante, el consejo se ha convertido en un mito y no está claro si realmente es una buena recomendación o era solo una estrategia de tus padres para evitar que nadaras bajo su atenta mirada. 

Según Rosa Pérez, coordinadora de la Sociedad Española de Urgencias y Emergencias (Semes), “el corte de digestión, en sí, no existe”. Aunque se conoce como corte de digestión,  en declaraciones a CuídatePlus  “la realidad es que no se corta nada en el estómago, ni pasa nada con la comida dentro del cuerpo”. Lo que ocurre es que el proceso de digestión es complejo y requiere de un aporte extra de sangre en el estómago, lo que hace que el resto del cuerpo se vea más expuesto a los cambios de temperatura. 

¿Qué es el corte de digestión?

Pedro J. Tárraga, miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), señala que “la digestión es el proceso biológico por el que los organismos adquieren los nutrientes necesarios para realizar sus funciones vitales. En él, nuestro cuerpo sufre una serie de modificaciones como el aumento de la temperatura corporal debido a que el aparato digestivo libera más calor para absorber los alimentos consumidos”. 

Una persona que practica 'balconing' cayendo a la piscina / PEXELS
Una persona metiendose en la piscina / PEXELS

El acto en sí de absorber los nutrientes, explica Tárraga, “implica una mayor cantidad de sangre que se dirige hacia el sistema digestivo, haciendo que otras partes del cuerpo bajen la afluencia de sangre”. Por eso, es normal que sintamos frío cuando hacemos la digestión y es por eso por lo que, a pesar de que la temperatura de nuestro cuerpo aumenta, notemos frío después de comer.

El peligro

Si durante este proceso (digestión) nos metemos de forma brusca en agua y está fría, como en la playa o la piscina, puede ocurrir que se interrumpa la digestión “dando lugar a un desequilibrio dentro del organismo y a los síntomas propios de una hidrocución” (lo que coloquialmente denominamos corte de digestión), explica Pérez.

Esta situación en sí no es grave y suele ser pasajera, pero el problema es cuando se produce dentro del agua. En este caso, alerta Pérez, “el riesgo de ahogamiento es muy elevado”. Por eso es importante saber que existe la hidrocución y que hay formas de evitar que ocurra. 

¿Dos horas?

Sobre la recomendación o no de esperar dos horas desde que hemos terminado de comer hasta zambullirnos en el agua, Pérez cree que “es acertada”, sobre todo si hemos hecho una comida muy copiosa. Hay que tener en cuenta que “el proceso de digestión puede durar entre 30 minutos y varias horas, dependiendo de los alimentos que hayamos ingerido”.

¿Calzoncillos con bañador? / PIXABAY
Una persona en el agua después de hacer la digestión / PIXABAY

“Las comidas grasientas, con mucha proteína animal, por ejemplo, hacen que el cuerpo trabaje más y necesite más sangre para el proceso”. Si hemos comido muchas grasas o mucha comida de estas características “es recomendable esperar, al menos, una o dos horas antes de sumergirnos en el agua, sobre todo si está fría”. 

La otra alternativa

Si la persona no quiere esperar ese tiempo, a pesar de haber comido demasiado, la recomendación de Pérez es “entrar en el agua poco a poco, sumergiendo la cabeza en último lugar”. De esta forma, el cuerpo se va enfriando poco a poco y se le da tiempo a la sangre a llegar donde debe cuando debe. 

El objetivo, como apunta Tárraga, “es minimizar la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el agua. Por eso, en vez de zambullirnos, es mejor meterse poco a poco, no tomar el sol ni hacer ejercicio físico antes de bañarse y, si la comida ha sido copiosa, esperar antes de entrar en el agua”.

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