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Por qué vestir de forma sostenible todavía sale demasiado caro

La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, pero la utilización de materiales reciclados para producir ropa coge fuerza

Una tienda de moda y complementos / PIXABAY
Una tienda de moda y complementos / PIXABAY

Lo sostenible está de moda. Y nunca mejor dicho. La industria textil es, según la ONU, la segunda más contaminante del mundo. Es la responsable del 20 % del desperdicio total de agua a nivel global, genera el 8 % de los gases de efecto invernadero y provoca más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos. En ese contexto, las grandes marcas han puesto en marcha distintas campañas para reducir su impacto en el planeta y también se abren hueco nuevas firmas que encuentran en esta categoría un nicho de mercado interesante. Al margen del cuidado del medioambiente, una de las principales palancas que impulsa ese cambio de mentalidad en el sector tiene que ver con una mayor demanda por parte de los consumidores, cada vez más concienciados.

Sin embargo, vestir de forma sostenible es, a día de hoy, una práctica que no está al alcance de todos los bolsillos. La ropa y los complementos de moda que se fabrican con técnicas más respetuosas o con materiales reciclados son, por lo general, demasiado caros. “Hay algunas marcas europeas de moda sostenible que antes eran poco conocidas y a las que, con el tiempo, se les ha ido un poco la cabeza con los precios”, confiesa a Consumidor Global Marcela Payá, dueña de la tienda online Lulut Bags, especializada en bolsos y complementos elaborados con caucho reciclado.

Lo sostenible ahora vende

La principal referencia en el sector de la moda sostenible en España es Ecoalf. La empresa ha logrado todo tipo de reconocimientos por su labor medioambiental y para confeccionar su ropa reutiliza distintos materiales, desde botellas de plástico hasta redes de pesca, entre otros. Sin embargo, si se hace un repaso a su catálogo de productos, los abrigos de mujer, por ejemplo, no bajan de 159 euros, mientras que las camisas para hombre más baratas cuestan casi 90 euros. Más allá de esta firma, la tendencia a los precios altos en esta categoría del sector textil es generalizada.

“La moda sostenible poco a poco se convertirá en una realidad. Ahora mismo está en un momento de transición, en una especie de limbo, y hay muchas marcas que se están sumando. Decir que un producto es sostenible ahora vende. Todos los fabricantes chinos están utilizándolo en sus etiquetas como marketing, pero muchas veces, si rascas un poco, ves que lo que hay detrás no es realmente sostenible”, asegura por su parte Ignacio Berges, fundador de Flip & Flip, una firma zaragozana que hace mochilas con lonas de camiones recicladas y procedentes de empresas locales.  

Los procesos todavía están poco optimizados

Las mochilas que se venden en Flip & Flip tampoco son baratas. Se elaboran de forma artesanal y eso incrementa el coste de la mano de obra, insiste el propio Berges. De hecho, algunos de los modelos más populares de la tienda llegan a valer casi 170 euros. El empresario aragonés considera que el precio es “el problema principal” de la ropa sostenible, aunque también señala que poco a poco se está abaratando y haciéndose más asequible. “Es un inconveniente a día de hoy y es uno de los retos para que este sector empiece a ser una realidad”, añade.

Pero, ¿cuál es el problema? “Cuando empiezas a hacer cosas nuevas --como la reutilización--, los procesos y los materiales no están optimizados, al final todo ello hace que se encarezca mucho el producto por culpa del proceso en sí”, subraya este empresario. Sin embargo, cuando la tecnología avance y más empresas apuesten por este tipo de industria más respetuosa, todo ello provocará que también crezcan los proveedores de materiales sostenibles y aumenten las producciones a mayor escala. “Creo que, más pronto que tarde, lo sostenible podrá competir en precio con otros productos de moda que no lo son. Además, las generaciones más jóvenes intentan ver más allá de lo que compran. Quieren saber de qué está hecho un artículo y de dónde viene”, asevera Berges.

Ropa expuesta en una tienda / PIXABAY
Ropa expuesta en una tienda / PIXABAY

Más caro, pero también más duradero

“La democratización de la moda ha hecho que, en lugar de tener un bolso de piel, por el mismo precio puedas tener 10, pero que se rompen al poco tiempo”, señala Payá acerca de la cultura de usar y tirar actual. Y en la misma línea se pronuncia Berges, quien considera que en España se ha adoptado como norma que “una camiseta valga 10 euros y dure tan sólo unos meses”. En ese sentido, una de las bazas principales que juegan las tiendas especializadas en productos textiles reutilizados es que son más duraderos.  

De hecho, el empresario aragonés considera que a los consumidores se les confunde con determinados reclamos comerciales. Un ejemplo de ello es incluir en la etiqueta que la prenda es ecológica, reciclable u orgánica como sinónimo de que es buena y respetuosa con el planeta. “Una mochila de piel, que no es ecológica ni reciclable, puede ser sostenible si dura 20 años porque el impacto de su producción en el medioambiente es pequeño en relación con su ciclo de vida. Una hecha con materiales reutilizados y mucho más duradera, aunque cueste 160 euros, es más barata que una de 60 euros que se pueda romper en un año. Es menos asequible, pero no más cara. Sin embargo, por lo general, en España somos muy cortoplacistas”, asegura Berges. 

Ropa hecha con neumáticos y con piñas

Algunas de las técnicas con las que se está explorando en el sector textil nacional para reducir su impacto en el medioambiente están protagonizadas por materiales que poco o nada tienen que ver con la moda. Al menos a priori. Uno de ellos son los neumáticos. De hecho, Ecoalf y Michelín han colaborado en el desarrollo de una suela de zapato elaborada a base de goma desechada.

Otro ejemplo son las piñas. La española Carmen Hijosa ha desarrollado un tejido que se llama Piñatex --una alternativa a la piel natural-- y que utiliza las fibras de la hoja de esta fruta. El éxito ha sido tal que ya hay firmas internacionales que lo utilizan en algunos de sus productos, como Puma, Camper o Hugo Boss.

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