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Pasar la noche con el móvil: el 'vamping' aumenta y es nocivo para los jóvenes, pero tiene solución

Psicólogos e investigadores advierten de que el “uso exagerado” de dispositivos electrónicos en horas de sueño tiene efectos negativos sobre la salud física y mental de los adolescentes

Una joven pasa la noche con su teléfono móvil / FREEPIK
Una joven pasa la noche con su teléfono móvil / FREEPIK

Todos los estudios concluyen que los adolescentes duermen hoy una hora menos que hace un siglo. Un dato que no es baladí, pues la falta de sueño provoca cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza o problemas de atención, y también tiene efectos nocivos en el desarrollo del sistema nervioso, cuya madurez se inicia en la concepción y no termina hasta pasada la veintena.

En tiempos prepandémicos, un 80% de los adolescentes aseguraban que pasaban una o dos horas consultando la pantalla de su móvil, tablet u ordenador cuando sus padres pensaban que dormían. El confinamiento marcó un antes y un después, y ahora el “uso exagerado” de dispositivos tecnológicos en horario nocturno --conocido como vamping, que proviene de vampire y texting-- ha aumentado todavía más debido a que “las rutinas se han ido borrando”, expone a Consumidor Global Diego Redolar, profesor de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo Cognitive NeuroLab y del instituto Brain 360. 

Un consumo “nocivo” para la salud

Acostarse a destiempo con el móvil en la mano es una práctica cada vez más habitual entre los jóvenes que puede parecer inofensiva, pero que no lo es. La luz de las pantallas en horas de sueño "envía al cerebro información contradictoria" y puede afectar a diferentes sistemas del organismo y a la regulación de nuestros ritmos endógenos, apunta Redolar. Un problema que, en verano, cuando las rutinas desaparecen, se agrava.

"Con la desescalada surgen otras acciones más sociales, de contacto, pero una gran parte de esta actividad nocturna se quedará porque se trata de una conexión que no es solitaria, la hacen con otros", explica José Ramón Ubieto, psicoanalista especializado en redes sociales y autor del libro El mundo pos-Covid, sobre esta vida virtual de los adolescentes que en muchos casos se convierte en dependencia o abuso.

Un joven con el teléfono móvil durante la noche / PIXABAY
Un joven con el teléfono móvil durante la noche / PIXABAY

¿Qué es lo que más consumen?

Los expertos apuntan que existen diferentes perfiles de vamping tecnológico. Lo que mantiene despiertos a la mayoría de adolescentes son, principalmente, las redes sociales, que se han convertido para ellos en una “nueva realidad”, señala Ubieto. Una vía de escape que los jóvenes utilizan para interactuar con sus semejantes y con los influencers a los que admiran. “Compaginar esa otra vida con la real es difícil”, concluye el psicoanalista.

También está el perfil de los que se enganchan a los videojuegos hasta altas horas de la madrugada, y el de las maratones de series, aunque esto suele afectar a personas de más edad, según apunta Redolar.

¿Cuándo preocuparse?

¿A partir de qué consumo se considera que el adolescente hace un uso problemático de internet? ¿Cuántas horas pueden jugar a videojuegos o utilizar el móvil en horario nocturno sin que sea peligroso para su salud? “Es difícil de cuantificar”, señala Redolar, quien matiza que todos los investigadores coinciden en que puede convertirse en un problema cuando el adolescente deja de hacer cosas que están en su repertorio habitual. Como es lógico, “otra de las pistas que nos pueden ayudar a dar la voz de alarma es un cambio en las rutinas del sueño”, añade este experto.

El dispositivo está pensado para que no haya ningún límite, para que la conexión sea non-stop, y, por tanto, “hay que imponer un límite exterior", señala Ubieto.

Posibles soluciones

Para evitar que aparezca o para ponerle fin al vamping, Ubieto hace un llamamiento a "negociar y establecer momentos en los que no se puedan usar las pantallas”. Ambos especialistas coinciden en que no es una situación sencilla, pero que la decisión de retirar los móviles para dormir --establecer unas horas fijas para acostarse y levantarse es muy importante-- o durante las comidas puede tener un “resultado óptimo”. Y es que, según Ubieto, quien ha puesto a prueba dichas limitaciones de uso ha constatado que, “al cabo de unos días, los chicos y chicas se habían quitado de encima una gran presión porque no tenían que estar pendientes de lo que sucedía en su móvil y podían descansar".

Otra forma de limitar el uso de pantallas puede ser permitirlas en el comedor o en otro rincón de la casa y no en la habitación. En cualquier caso, los padres siempre deben practicar con el ejemplo. Y es que, tal y como apunta Redolar, “si nos ven con la tableta en la cama, ¿cómo les diremos a ellos que no lo hagan?”.

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