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Ni Cadaqués ni Calella, el pueblo de la Costa Brava que enamoró a Eva Longoria: "Me encanta"

Con un imponente castillo medieval, su valor cultural y sus calles encantadoras se han metido en el bolsillo a la actriz que no dudará en repetir estancia vacacional en este encantador municipio catalán

Rocío Antón

Eva Longoria y un pueblo de la Costa Brava / Montaje CONSUMIDOR GLOBAL

Existe algo fascinante en seguir los pasos de los famosos en vacaciones: conocer los lugares que aman convierte cada destino en una experiencia más cercana y atractiva. Nuestra inclinación a imitar sus viajes responde, según la psicología social, a mecanismos evolutivos más profundos… Y es que, como seres hipersociales, aprendemos mejor imitando a figuras admiradas. De forma casi automática, deseamos replicar sus gustos, incluidos aquellos destinos que ellos frecuentan.

Cuando un lugar se convierte en el escenario favorito de un rostro famoso, como Eva Longoria en Cataluña, su atractivo crece exponencialmente. Aunque la belleza de la Costa Brava es indiscutible por sí misma, con sus aguas y municipios de ensueño, al saber que Longoria encontró inspiración o reposo allí, el deseo de visitarla se intensifica.

Del estatus social al producto turístico

En muchas especies, la jerarquía se basa en el poder o en la dominación. Pero entre humanos también existe una jerarquía fundamentada en el prestigio, que no exige temor, sino admiración. Evolutivamente, esto permitió que nuestros ancestros aprendieran de personas con conocimientos valiosos.

Hoy, admirar a alguien famoso puede servir como atajo cultural: si esta famosa ama un sitio, tal vez yo también debería conocerlo. Estudios recientes muestran que las celebridades incrementan la intención de viaje a través de sus redes sociales, pues no sabemos que tienen sus publicaciones en un sitio que sirven como una maravillosa publicidad al despertar en el público lo siguiente: entretenimiento, información y conexión emocional.

Siguiendo las huellas de Eva Longoria: el pueblo catalán de ensueño

En un rincón sereno del Alt Empordà, donde los viñedos se ondulan bajo el sol y los muros medievales susurran historias del pasado, una actriz estadounidense encontró algo más que un lugar bonito. Eva Longoria no solo visitó Peralada: lo habitó, lo saboreó, lo incorporó a su vida cotidiana como quien descubre un secreto que no quiere dejar ir. Y con ello, despertó el interés de muchos por este pequeño tesoro catalán.

No es nuevo que los famosos despiertan nuestra atención. Pero más allá del culto a la celebridad, hay un fenómeno curioso: los lugares que ellos pisan adquieren un aura distinta. No porque su fama lo transforme todo, sino porque, de algún modo, conectamos con lo humano detrás del personaje. ¿Por qué eligió ese sitio? ¿Qué vio ahí que otros pasamos por alto? Si ellos son millonarios y tienen acceso a todo, algo bueno ha de esconder.

Un vínculo con sabor a hogar

Durante seis meses en 2022, Longoria se instaló en Peralada por compromisos profesionales. Lo que comenzó como una parada técnica por trabajo acabó por convertirse en un vínculo más profundo con esta tierra catalana. El Castillo de Peralada fue su propio alojamiento.

 El Castillo de Peralada, Costa Brava /redes sociales

No nos extraña que tan cuidad, su entusiasmo por la gastronomía local se hizo evidente: los postres artesanos, los quesos regionales, y especialmente el fuet —al que declaró amor eterno en redes con un escueto "me encanta"— fueron parte de su rutina. Incluso bromeó en redes sociales con llevarse alguno a escondidas en su bolso de vuelta a Hollywood.

Lejos del artificio, su relación con el lugar fue auténtica. Aprendió frases en catalán, desayunaba en cafeterías del pueblo y recorría los mercados como una vecina más. Esa cotidianidad es lo que convirtió su experiencia en algo genuino: no fue una visita de escaparate, sino una inmersión.

Peralada, el pueblo preferido de Eva Longoria: entre historia y paisaje

Ubicado al noreste de Figueres, este municipio de poco menos de 2.000 habitantes es mucho más que una postal bonita. Su legado medieval, sus calles empedradas y su conocida tradición vinícola le dan un carácter propio. Pero lo que lo hace especial no se encuentra solo en las guías turísticas, sino en la forma en que invita a bajar el ritmo, a mirar con calma, a disfrutar con los cinco sentidos.

Quienes recorren Peralada pueden visitar su castillo y perderse en sus jardines, descubrir iglesias centenarias, caminar por antiguos barrios judíos y participar en catas de vino que dejan huella. Muy cerca, el Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà ofrece un paisaje completamente distinto, ideal para quien busca contacto con la naturaleza.

Una fama que eclipsa, si no ilumina

A diferencia del turismo masivo alimentado por selfies y filtros, lo que dejó Eva Longoria fue una estela distinta: la posibilidad de conocer un lugar a través del entusiasmo real de alguien que, sin tener raíces allí, se sintió acogida. En su docuserie "Searching for Spain", Longoria volvió a la región no como visitante fugaz, sino como alguien con una historia que contar.

El impacto de su paso por Peralada no fue inmediato ni viral, pero sí profundo. Hay quien ha decidido conocer el pueblo por curiosidad, pero termina por quedarse por convicción. Porque más allá de los focos y los titulares, hay sitios que se descubren mejor desde lo íntimo.

Más allá del mapa

Así, Peralada se suma a esos destinos que no necesitan promoción artificial. Su encanto no depende de celebridades, pero cuando alguien como Longoria lo elige, lo ilumina desde otro ángulo. Nos recuerda que viajar no siempre es ir lejos, sino ver de otra forma.

Tal vez esa sea la verdadera influencia de los famosos en nuestros itinerarios: no tanto decirnos a dónde ir, sino mostrarnos cómo mirar. Y en ese gesto, abrir la puerta a una experiencia más rica, más honesta… haciéndola más nuestra.