Madrid cuenta con un buen puñado de bares y tabernas casi legendarias: en la plaza de Santa Ana está la Cervecería Alemana, frecuentada por Ernest Hemingway; en la calle Mayor es imprescindible pasar por Casa Ciriaco, un local que tuvo parroquianos como Juan Belmonte, Valle-Inclán, José Bergamín o Julio Camba; y muy cerca de la Puerta del Sol está Casa Labra, fundada en 1860 y conocida por ser el local en el que Pablo Iglesias creó, en la clandestinidad, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Hay, por supuesto, infinidad de establecimientos con solera que no han necesitado la visita de personajes ilustres para brillar y conquistar a su público. Así, en la capital también es posible encontrar tesoros castizos en Carabanchel o Vallecas.
Casa Manolo
Si bien no tiene tanto relumbrón como algunos de los mencionados anteriormente, Casa Manolo es otro de esos bares madrileños con un carácter singular. Aquí, entre caña y caña, es posible encontrarse con rostros conocidos en un ambiente distendido.
Fundada en 1896, se trata de una típica taberna de estilo decimonónico, y, como se explica en la página de turismo de la capital, en ella es frecuente encontrarse con personalidades del mundo del teatro o de la ópera por su proximidad con el Teatro de La Zarzuela, así como políticos por su cercanía al Congreso de los Diputados. De hecho, está a la espalda de la Cámara Baja, a solo unos 200 metros.
Una extensión del Congreso
Por tanto, no es raro que Casa Manolo haya sido y sea un verdadero templo para las intrigas y negociaciones políticas. Según Telemadrid, “se dice que este bar es una extensión del Congreso de los Diputados”. Así, en sus paredes se vivió con intensidad el 23F, y era habitual que presidentes como Zapatero o Rajoy pasaran por allí.
Además, el bisnieto del fundador contó a Telemadrid que en Casa Manolo se produjeron algunas negociaciones que desembocarían en algunos acuerdos de la Constitución Española.
Lugar emblemático
Es un sitio que suele gustar a los clientes, tal y como se desprende de las reseñas de Google. “Un lugar emblemático al lado del Congreso de los Diputados. Atención excelente. Sabrosas tapas”, valoraba recientemente un comensal. “Estupendo. Bar tradicional de cocina madrileña. Todo muy bueno. A destacar las croquetas, las empanadillas y los callos. Todo muy bueno y buena relación calidad precio”, apuntaba otro.
También hay quienes creen que en este bar, un “clásico castizo, con alma, donde lo que brilla no es solo el producto”, “te hace sentir en casa desde que cruzas la puerta”. En cuanto a los precios, no es un local barato (la ración de chipirones, por ejemplo, cuesta 17,50 euros; y el vermut de grifo sale por 3,30 euros), y también hay que tener en cuenta que el espacio de la barra es estrecho, lo que puede provocar cierta sensación de agobio.