Giro de 180 grados en la forma de viajar en avión: ¿qué son los SAF?
Las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte aéreo representan aproximadamente el 2-3% de las emisiones globales
El sector de la aviación se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su historia: reducir drásticamente su huella de carbono sin comprometer la conectividad global.
Durante décadas, los combustibles fósiles han sido la piedra angular de la industria aérea, proporcionando la energía necesaria para mover aviones de un continente a otro. Sin embargo, la presión regulatoria, el avance tecnológico y la creciente preocupación social por la crisis climática han impulsado un cambio sin precedentes en la forma en que entendemos la aviación.
Es urgente una alternativa sostenible
Las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte aéreo representan aproximadamente el 2-3% de las emisiones globales, según datos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

Con un crecimiento sostenido en la demanda de vuelos, la necesidad de alternativas sostenibles se ha vuelto urgente. Gobiernos, compañías petroleras y aerolíneas buscan soluciones viables para mantener operativa una industria clave para la economía mundial sin agravar la crisis climática.
Una normativa pionera
En Europa, la Comisión Europea ha puesto en marcha una normativa pionera para abordar este problema. El reglamento ReFuelEU Aviation, que entró en vigor en enero de este año, establece objetivos escalonados para reducir la dependencia del queroseno convencional.
Las petroleras ahora tienen la obligación de incluir un porcentaje mínimo de combustibles sostenibles en el suministro a los aviones comerciales. La meta a largo plazo es ambiciosa: alcanzar un 70% de mezcla en 2050, con un 35% de combustibles sintéticos, reduciendo así drásticamente las emisiones netas de carbono del sector.
¿Qué son los SAF?
Es en este contexto donde entran en juego los combustibles sostenibles de aviación, conocidos como SAF (Sustainable Aviation Fuels, por sus siglas en inglés). A diferencia del queroseno convencional, los SAF permiten una reducción de emisiones de entre el 70% y el 90%, dependiendo de su origen y proceso de producción.
Se trata de combustibles producidos a partir de diversas fuentes, desde aceites usados hasta residuos orgánicos, pasando por tecnologías más avanzadas como la captura de CO₂ y la producción sintética con hidrógeno verde.
Las aerolíneas comienzan a utilizar SAF
En España, aerolíneas como Iberia, Vueling, Air Europa y Ryanair han comenzado a utilizar SAF en cumplimiento con la nueva normativa, aunque reconocen que su disponibilidad sigue siendo limitada. Mientras tanto, petroleras como Repsol, Moeve (antes Cepsa) y BP están invirtiendo en la construcción de nuevas plantas para incrementar su producción.
Repsol, por ejemplo, ha inaugurado en Cartagena la primera planta de la Península Ibérica dedicada exclusivamente a la producción de biocombustibles avanzados, con una capacidad de 300.000 toneladas anuales. Moeve, por su parte, está desarrollando en Huelva el mayor complejo de producción de biocombustibles de segunda generación del sur de Europa.
El desafío de usar este combustible
Sin embargo, la expansión del SAF no está exenta de desafíos. Un informe de la ONG Ecodes advierte sobre la dependencia de materias primas importadas para la producción de biocombustibles: en la actualidad, el 80% de las materias primas utilizadas en Europa provienen de otros países, lo que podría generar problemas de abastecimiento y aumentar los costos de producción. Además, algunos biocombustibles de primera generación han sido asociados con la deforestación y la pérdida de biodiversidad, lo que ha generado críticas por parte de grupos ambientalistas.

Otra preocupación es el riesgo de fraude en la cadena de suministro. La recolección y procesamiento de aceites usados y residuos orgánicos es un proceso complejo, y la falta de regulaciones estrictas podría abrir la puerta a prácticas desleales, como la certificación de combustibles no sostenibles como SAF. A pesar de las exigencias de la normativa europea, el Gobierno español aún no ha implementado sanciones efectivas para quienes incumplan con los requerimientos de mezcla.
El potencial de los combustibles sintéticos
El potencial de los combustibles sintéticos también es una apuesta clave en la transición hacia una aviación sostenible. Según el investigador Marcos Raufast, de la ONG Ecodes, el e-queroseno podría ser una solución a largo plazo si se produce utilizando energía renovable y se captura CO₂ directamente de la atmósfera. Aunque esta tecnología todavía es costosa, representa la única opción verdaderamente escalable para lograr una descarbonización total del sector.
Mientras tanto, el impacto económico de la transición también es una preocupación para las aerolíneas. Desde Iberia han advertido que la escasez de oferta y los altos costos del SAF podrían traducirse en un encarecimiento de los billetes aéreos en los próximos años. “El sector necesita incentivos y una mayor inversión para evitar que la transición recaiga sobre los pasajeros”, concluye un portavoz de la compañía.