Si los cálculos que se forman en el riñón son de oxalato o fosfato cálcico, aportar más “materia prima”, más calcio, facilitará la litiasis renal. Si además tenemos en cuenta que la dureza del agua se debe a la concentración de minerales disueltos, en especial calcio, y si por último sabemos que los electrodomésticos (lavadoras y lavaplatos) tienen más averías por acumulación de cal cuando trabajan en zonas donde el agua es más dura, entonces, la ecuación solo —pareciera— tener un único resultado: beber aguas duras, incrementará el riesgo de formación de cálculos renales, ¿sí? Pues no. Vayamos por partes.
Hay infinidad de cálculos renales y no todos implican al calcio
Si bien es cierto que la mayor parte de los cálculos renales son de oxalato y fosfato cálcico (se estima que entorno al 75% de todos los casos de litiasis renal), hay otros cálculos de muy diversa naturaleza en los que el calcio no forma parte de su composición. Los más habituales después de los ya citados están formados por ácido úrico, cistina (un aminoácido) o estruvita (fosfato amónico magnésico). Además, otras sustancias, tanto presentes en los alimentos como en ciertos medicamentos, pueden facilitar la formación de cálculos. Para todos los casos, ya sea litiasis de una clase u otra, existe una predisposición genética que, sin ser el único factor, esta característica suele ser muy influyente a la hora de terminar por desarrollar piedras en el riñón.
La dureza del agua
La dureza del agua se debe principalmente a la presencia de sales compuestas, típicamente, por calcio y magnesio. Con estos minerales se forman carbonatos, bicarbonatos y sulfatos. Cuantas menos sales tenga, más blanda será dicha agua y cuantas más, más dura. No obstante, la cantidad de calcio en las aguas potables más duras es bastante inferior a la cantidad de calcio presente en la leche y similar a la que tiene un zumo de naranja. Dicho de otra forma: las aguas con mucho calcio, tienen poco calcio si lo comparamos con otras bebidas sobre las que poco o nada se suele advertir en relación con el riesgo de formar cálculos renales. Para que te hagas una idea, un vaso de agua muy dura puede aportar unos 30 mg de calcio; uno de leche, unos 240 mg. Las cifras hablan por sí solas.
En realidad, la dureza del agua potable tiene que ver mucho con sus cualidades sensoriales, a mayor dureza peor sabor. Lo mismo que sucede con la presencia de cloro con la que se suele tratar el agua para potabilizarla.
Por otro lado, sobre la cuestión de los electrodomésticos, solo cabe argumentar que nosotros no somos ni lavadoras ni lavaplatos ni calderas, y que los procesos por los que estos electrodomésticos pueden acumular cal, son totalmente diferentes a la fisiología animal. Si funcionásemos de manera similar, bastaría tratar a los pacientes con piedras en el riñón con Viakal o bebiendo vinagre... y, como imaginarás, nuestra fisiología no responde a estos apaños como lo hace la caldera de tu cocina.
¿Qué dice la ciencia?
La cantidad de estudios científicos que han abordado la idoneidad de unas u otras aguas para la prevención y, llegado el caso, el tratamiento de pacientes con litiasis renal, no es pequeña.
Si eras de los que pensabas que lo que sucedía en tu caldera podría explicar lo de tus piedras en el riñón no te culpo, porque también la ciencia ha evolucionado con respecto a estas cuestiones:
- Enfoques antiguos (años 60-80): asociación presuntamente directa: Los primeros estudios ecológicos y observacionales sugerían una relación entre el consumo de agua con alto contenido en calcio y una mayor prevalencia de cálculos renales. Aquellos estudios tenían importantes limitaciones metodológicas: no controlaban bien los factores de confusión (dieta, genética, hidratación total y enfermedades metabólicas entre otras). Entonces se asumió que más calcio ingerido implicaba más riesgo de litiasis, sin diferenciar las distintas fuentes alimentarias, su biodisponibilidad ni tener en cuenta otros factores.
- Mejor enfoque y estudios (años 90-2000): Estudios más sofisticados mostraron que el calcio en el agua no siempre se traduce en mayor calcio en la orina de forma significativa. También se observó, y este matiz es importante, que el agua dura también suele incluir magnesio, que tiene efecto inhibidor sobre la cristalización del oxalato cálcico, el principal tipo de cálculo renal. Por tanto, comenzó a valorarse más la proporción Ca/Mg, la cantidad de líquido total, la genética y el contexto dietético completo.
- Conocimiento moderno (2010 en adelante): Revisiones sistemáticas como la de Sulaiman et al. (2020) con un seguimiento de los estudios realizados con este tema en las últimas tres décadas, han consolidado el mensaje actual: “No existe evidencia suficiente para afirmar que el consumo de agua dura esté asociado con un mayor riesgo de formación de cálculos renales, y no debe recomendarse el uso de agua blanda con este propósito”.
Pues mi médico dice lo contrario
Si tu médico dice lo contrario de lo expuesto en este texto, pídele las pruebas. Aunque si quieres ahorrarte el trámite, lo mejor es que cambies de médico y busques uno más actualizado. Si es tu cuñado el que te lleva la contraria, dile a tu hermano o hermana que cambie de pareja, también por otra más actualizada.
Para que no te queden dudas sobre la cuestión de los cálculos renales toma nota de estos consejos:
- La predisposición genética desempeña un papel importante en el riesgo de desarrollar cualquier tipo de piedras en el riñón.
- La naturaleza de estas piedras es importante para determinar su tratamiento y asumir medidas preventivas o, cuando menos de reducción del riesgo.
- En aquellos cálculos en cuya composición interviene el calcio (oxalato y fosfato cálcico) el calcio de los alimentos no aumenta el riesgo.
- El foco ha cambiado de unos años a esta parte hacia otros factores como, por ejemplo, la cantidad de proteínas en la dieta, el sodio, los oxalatos (en los vegetales), el citrato, la hidratación en general y otras comorbilidades metabólicas.
- Una vez que se debute con este tipo de patología, es importante que tu equipo médico analice la composición de los cálculos porque cada tipo precisa un tratamiento de estilo de vida y farmacológico particular.