Durante años, escoger un aguacate en el supermercado ha sido casi un pequeño acto de fe. Los consumidores recurrían a técnicas improvisadas —apretar ligeramente la piel, evaluar el color, incluso agitarlo para “escuchar” el hueso— para tratar de adivinar si la fruta estaba lista para comer.
Sin embargo, esta escena cotidiana está empezando a transformarse gracias a una nueva tecnología que comienza a extenderse por Europa. Se trata de los escáneres de madurez de aguacates, dispositivos capaces de determinar el estado interno de la fruta sin dañarla y con un margen de acierto difícil de alcanzar por el ojo humano.
¿Cómo funciona?
Estos aparatos, basados en sistemas de luz infrarroja y algoritmos de predicción, funcionan de forma sencilla: el cliente coloca el aguacate sobre el sensor y, en cuestión de segundos, la máquina indica si está listo para consumir, si todavía necesita uno o dos días, o si ha superado su punto óptimo.
Esta evaluación, que evita cualquier manipulación innecesaria, permite a los consumidores escoger su fruta con precisión casi quirúrgica y a los supermercados reducir las pérdidas derivadas del deterioro provocado por cientos de manos evaluando la dureza de las piezas.
Implementación en Europa
Aunque su presencia todavía es limitada, la tecnología avanza con rapidez en Europa. En Reino Unido, Tesco se ha convertido en una de las cadenas pioneras al introducir estos escáneres en varias tiendas como parte de un proyecto piloto acompañado por estudios sobre desperdicio alimentario. En Noruega, plataformas de distribución como Bama han iniciado pruebas similares de la mano de proveedores especializados en fruta de cuarta gama, con resultados prometedores tanto en precisión como en reducción de mermas. En Dinamarca, la cadena Bilka ha integrado estos escáneres en sus zonas de frutería, donde ya forman parte natural del recorrido de compra.
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Países Bajos y Alemania empiezan a explorar también aplicaciones basadas en inteligencia artificial capaces de analizar no solo la madurez, sino también la textura interior o el estado de frescura mediante patrones de luz.
Llegada a España
España se incorpora ahora a esta corriente tecnológica. El primer supermercado en introducir oficialmente un escáner de madurez en el país ha sido HiperDino, en Canarias, con una instalación que ya despierta la curiosidad de los clientes y que sitúa al mercado español en la misma dirección que otros países europeos.
Aunque aún se trata de una implantación incipiente, expertos en distribución señalan que estas tecnologías podrían convertirse en estándar en pocos años, especialmente si demuestran que reducen de forma significativa el desperdicio y mejoran la experiencia de compra.
Adaptación a otras frutas
El potencial de estos escáneres va más allá del aguacate. Según desarrolladores y operadores que ya trabajan con estos sistemas, la tecnología podría adaptarse a otras frutas sensibles a la manipulación —mangos, papayas, melocotones o kiwis—, permitiendo clasificarlas con precisión y ofreciendo al consumidor información clara y fiable.
Para los supermercados, además, supone una herramienta estratégica: al conocer la madurez real de cada lote, pueden organizar mejor la distribución interna, ajustar los precios dinámicamente y planificar promociones para evitar pérdidas.
Entorno más higiénico
A largo plazo, la implantación extendida de estas herramientas podría alterar incluso el comportamiento de compra. En lugar de buscar por tacto, el cliente acudirá directamente a la máquina, seleccionará el nivel de madurez que necesita y elegirá su pieza sin manipular el resto. Esto no solo mejora la calidad del producto, sino que contribuye a un entorno más higiénico y a una reducción del desperdicio alimentario, uno de los grandes desafíos actuales del sector.
La llegada del escáner de aguacates representa, en definitiva, un ejemplo claro de cómo la tecnología está reformulando gestos tan sencillos —y tan arraigados— como elegir una fruta en el supermercado. Lo que antes dependía de intuición y suerte está empezando a resolverse con datos precisos. Y todo apunta a que, en pocos años, los escáneres dejarán de ser una curiosidad para convertirse en un elemento habitual en la frutería de cualquier gran ciudad europea.