Confirmado por expertos: estos son los riesgos de consumir alimentos ultraprocesados
En Consumidor Global te contamos todo lo que debes saber sobre la expansión silenciosa de los ultraprocesados: una alerta global que ya no puede esperar y que es urgente atajar en tu menú y dieta diaria
La conversación sobre lo que ponemos en el plato vuelve a ocupar titulares, esta vez con una advertencia contundente: los alimentos ultraprocesados continúan ganando terreno en nuestras despensas y, con ello, crece también la preocupación por sus efectos en la salud.
Una revisión internacional publicada en The Lancet ha reabierto un debate que incomoda tanto a la industria alimentaria como a los sistemas sanitarios del mundo lanzando el siguiente pregunta: ¿Estamos dejando que los productos baratos, duraderos y altamente gustosos en paladar sustituyan a los alimentos frescos casi sin darnos cuenta?
Procesados, ultraprocesados y la gran confusión del consumidor
Antes de entrar en materia, conviene aclarar conceptos. Se considera alimento procesado aquel que ha pasado por algún tipo de transformación industrial —como pasteurizar, fermentar o deshidratar— con el objetivo de hacerlo más seguro o más fácil de almacenar. Así, quesos, conservas, aceites o panes entrarían en esta categoría.

Pero la polémica surge cuando aparece la etiqueta “ultraprocesado”, una categoría definida por el sistema NOVA y caracterizada por productos con más de cinco ingredientes difíciles de encontrar en una cocina doméstica: emulsionantes, edulcorantes, estabilizantes, colorantes, aromas o grasas de baja calidad. En este cajón de sastre conviven galletas rellenas, fideos instantáneos, pizzas precocinadas, refrescos, helados, pastelitos, snacks salados y buena parte del pan de supermercado.

| Ingrediente | Tipo | Descripción |
|---|---|---|
| Avena en hojuelas | Poco procesado | Grano entero al que solo se le ha aplicado calor y prensado. |
| Verduras congeladas | Poco procesado | Vegetales naturales sometidos únicamente a lavado, corte y congelación. |
| Leche pasteurizada | Poco procesado | Lácteo tratado térmicamente para garantizar seguridad alimentaria. |
| Pan tradicional | Procesado | Elaborado con harina, agua, levadura y sal; contiene pocos ingredientes añadidos. |
| Conserva de tomate | Procesado | Tomate natural al que se añaden sal o ácido para prolongar su conservación. |
| Queso curado | Procesado | Lácteo fermentado con sal y enzimas, sometido a maduración. |
| Galletas rellenas | Ultraprocesado | Contienen harinas refinadas, aceites, azúcares, emulsionantes y saborizantes. |
| Refrescos | Ultraprocesado | Bebidas con agua carbonatada, azúcares o edulcorantes, colorantes y aditivos. |
| Pizzas precocinadas | Ultraprocesado | Formulaciones industriales con múltiples aditivos, grasas refinadas y conservantes. |
La confusión es comprensible dentro de todas las opciones existentes en el supermercado, como bien puedes observar en la tabla. En este mismo paraguas también caben alimentos como el pan integral industrial o ciertos yogures desnatados, que pese a estar etiquetados como “ultraprocesados”, pueden ofrecer valor nutricional. Esa falta de matices alimenta controversias entre expertos.

Lo que dice la evidencia (y lo que aún no puede afirmar)
La revisión mencionada, realizada por 43 investigadores de distintos países, analizó más de un centenar de estudios a largo plazo. Las conclusiones no pasan desapercibidas: el consumo habitual de ultraprocesados se ha asociado a un mayor riesgo de desarrollar hasta 12 problemas de salud, incluidas enfermedades cardiovasculares, obesidad e incluso trastornos del bienestar mental.
Sin embargo, los propios autores reconocen las limitaciones: no existen ensayos clínicos capaces de demostrar con exactitud qué componente de estos productos podría estar detrás del daño. Los estudios observacionales permiten detectar patrones, pero no pueden afirmar causalidad. En palabras del estadístico Kevin McConway, “es posible encontrar correlaciones muy claras sin poder asegurar que un tipo de alimento sea la causa directa del problema”.
A pesar de esta cautela, los investigadores coinciden en un punto: la evidencia acumulada ya es suficiente para justificar intervenciones públicas que protejan la salud de la población.
Cáncer y ultraprocesados: un vínculo aún por descifrar
En los últimos años, la investigación sobre el cáncer ha puesto el foco en el papel que desempeña la alimentación. Algunos estudios recientes han observado asociaciones entre el consumo frecuente de ultraprocesados y un mayor riesgo de cáncer en general, especialmente de mama y ovario. No obstante, la evidencia es todavía insuficiente para establecer afirmaciones contundentes.

Lo que sí está firmemente reconocido es la relación entre el exceso de azúcares libres, grasas de baja calidad y sal —ingredientes muy presentes en estos productos— con el sobrepeso y la obesidad. Estas condiciones, a su vez, están implicadas en más de una decena de tipos de cáncer. Ello reafirma la importancia de mantener un patrón alimentario basado en alimentos frescos, frutas, verduras, proteínas de calidad y granos integrales.
Corporaciones, publicidad y un mercado imparable
Uno de los elementos más llamativos de la investigación es la responsabilidad que asigna a la industria alimentaria. Los autores denuncian que las grandes compañías han moldeado la dieta global, priorizando productos ultraprocesados, baratos de fabricar y con enorme vida útil, apoyándose en campañas publicitarias agresivas y estrategias comerciales que muchas veces superan la capacidad de regulación estatal.

“El desplazamiento de alimentos frescos por productos industriales no es casual, sino una tendencia impulsada por corporaciones con enorme poder económico”, afirmaba Carlos Monteiro, creador del sistema NOVA.
Su compañero Phillip Baker va un paso más allá al proponer una respuesta global coordinada semejante a la aplicada contra la industria tabacalera.
Un consumo que crece… y el debate también
Las encuestas alimentarias en distintos países muestran que los ultraprocesados representan una proporción cada vez mayor de la dieta, desde las meriendas infantiles hasta las cenas rápidas de los adultos con poco tiempo. Esto ha causado un deterioro general en la calidad nutricional: fibra insuficiente, proteínas relegadas y un exceso de calorías provenientes de azúcares y grasas ultrarefinadas.

Para algunos sectores científicos, el sistema NOVA es demasiado rígido y pone el foco en el grado de procesamiento en lugar de evaluar el alimento completo. La Federación de Alimentos y Bebidas recuerda, por ejemplo, que productos como los guisantes congelados, el pan integral envasado o ciertos cereales enriquecidos pueden encajar en una dieta saludable.
Aun así, la industria mantiene que ha reducido el azúcar y sal en numerosos productos desde 2015, y defiende que los ultraprocesados pueden coexistir con una dieta equilibrada.
¿Qué hacemos como consumidor con los ultraprocesados?
Mientras el debate continúa, los especialistas recomiendan no esperar a que la ciencia resuelva cada interrogante. Volver a llenar la cesta de la compra con alimentos frescos, cocinar más en casa, limitar los productos con largas listas de ingredientes y mantener un estilo de vida activo siguen siendo estrategias seguras para fortalecer la salud y mantener un peso adecuado.
Porque más allá de las discrepancias, hay una certeza compartida: nuestra forma de comer está cambiando a gran velocidad, y actuar ahora puede marcar la diferencia entre una población más sana… o una más dependiente de los ultraprocesados.

