El 18 de julio de 2018, la vida de Garazi Sánchez dio un vuelco. Mientras surfeaba en la costa francesa, un accidente la dejó inmovilizada en la orilla. No sentía las piernas, pero su mente no paraba de dar vueltas. Aquel trayecto en ambulancia, camino al hospital, se convirtió en una de las experiencias más duras que ha vivido.
Ese día comenzó un proceso largo y desafiante. Una etapa marcada por la incertidumbre, la confianza en su entorno y una fuerte dosis de constancia. Como ella misma resume: "Nos propusimos que todo lo que dependiera de nosotros estuviera bien hecho. Lo que no podíamos controlar… que al menos la suerte nos acompañara”.
Reconectar con uno mismo: cuando desconectarse del mundo digital se vuelve un acto de sanación
Fueron diez meses alejados del mar y de su pasión, atravesando una operación de columna, reaprendiendo a caminar y enfrentando los miedos más profundos. No habló públicamente del proceso hasta que sintió que ya formaba parte de su historia superada. Era su manera de proteger la recuperación frente al miedo que le daba la idea de que aquella situación no mejorara.
Hoy, Garazi Sánchez es una de las figuras más relevantes del surf en España. Ha sido campeona nacional en dos ocasiones, subcampeona de Europa y es parte del equipo que aspira a representar a España en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Sin embargo, su camino no solo ha estado marcado por el deporte.
En los últimos años, ha dirigido su mirada hacia una nueva inquietud: cómo el uso excesivo de la tecnología impacta en nuestro bienestar mental y emocional. Ha decidido pararse a ahondar en el motivo por el que ella recurre a su tabla y la conexión con el mar para poder salir de la ansiedad de la vida digital, que se impera.
Un viaje interior tras una desconexión forzada
La verdadera transformación llegó tras otra lesión, esta vez en la rodilla. Alejada de la competición y con la cabeza llena de dudas, Garazi emprendió un viaje a México que marcaría un antes y un después. “Me sentía desconectada de mi esencia como deportista. Estaba presente físicamente, pero no lograba estar realmente ahí. Todos necesitamos reaprender a vivir”, confesó en una entrevista para Hoy por Hoy Bilbao Bizkaia.
Fue entonces cuando decidió experimentar con algo radical: Apagar el teléfono durante quince días. Lejos de lo digital, redescubrió una forma de vida más lenta, auténtica y cercana. “Creo que fue el mejor viaje de mi vida. Volví a sentir el mar, el presente, las conversaciones reales. Me sentí más viva”, cuenta emocionada.
Tecnología y ansiedad: una relación compleja
Ese paréntesis voluntario con el mundo de las redes, donde cuenta con una comunidad de casi 40.000 seguidores, dio lugar a Modo Avión, un documental en el que la surfista comparte su reflexión sobre cómo las pantallas nos alejan de lo que somos, y propone alternativas más conscientes. El proyecto ha sido presentado en festivales como el Mendifilm o el Bilbao BBK y se encuentra disponible en YouTube.
El impacto del móvil en nuestra salud no es una percepción individual, sino una preocupación cada vez más presente entre los profesionales. Iragartze Garai, psicóloga sanitaria y coordinadora en el centro de adicciones Etorkintza de Bilbao, lo confirma: “El teléfono móvil no es en sí el problema, pero muchas de las aplicaciones que usamos activan los mismos mecanismos cerebrales que una sustancia adictiva”, explica.
¿Por qué las redes causan efecto en nuestra mente?
El sistema de recompensa del cerebro, la necesidad de gratificación inmediata y la constante exposición a estímulos visuales generan una dependencia silenciosa. “En adolescentes, esta situación es especialmente alarmante: afecta a su autoestima, su rendimiento académico y su capacidad de relacionarse”, advierte Garai en declaraciones a la SER.
El aumento de adicciones sin sustancia —como las relacionadas con redes sociales, apuestas online o videojuegos— refleja un patrón cada vez más común. Por eso, Garai insiste en la importancia de educar desde casa: “No se trata solo del tiempo que pasamos frente a una pantalla, sino de qué hacemos durante ese tiempo y en qué contexto”.
Reaprender a habitar el presente
Acciones como las de Garazi pueden servir de inspiración. Volver al contacto con la naturaleza, con actividades sencillas como cocinar, leer, hacer deporte o simplemente mantener una conversación sin interrupciones, puede ser profundamente reparador. “Tenemos que reconectar con lo humano, lo tangible. La tierra, el agua, los vínculos reales”, reflexiona la surfista.
Lejos de demonizar la tecnología, Garazi defiende un uso consciente: “No se trata de eliminar lo digital, sino de usarlo con criterio. Que no nos arrastre, que no tome el control de nuestras vidas”.
Una conversación necesaria
Además del documental, Garazi ha lanzado Modo Avión Talks, una serie de entrevistas con expertos como la neurocientífica Ana Ibáñez, el psicólogo Jesús Matos o el activista Jon Kareaga. Su objetivo: ampliar el diálogo en torno al uso saludable de la tecnología y explorar estrategias para equilibrar el mundo digital con la vida real. “No es cuestión de desconectarse siempre, sino de aprender a estar presentes cuando realmente importa”, afirma.
Garazi y Garai, desde sus respectivos campos, comparten una misma conclusión: necesitamos volver a colocar a la persona en el centro. Modo Avión es más que un documental: es una invitación a detenernos, revisar nuestras prioridades y recuperar espacios de autenticidad: “Recomiendo el modo avión”, dice Garazi.
Y no habla solo del botón del teléfono, sino de una forma de estar en el mundo: más conscientes, más conectados con nosotros mismos y con lo que nos rodea.