La compra de la Casa Orsola por el Ayuntamiento de Barcelona es una desastrosa operación inmobiliaria en términos económicos. Si yo cuento lo que va a costar la rehabilitación de los distintos pisos, nos vamos a un precio de adquisición de aproximadamente 350.000 euros.
No obstante, la operación tiene dos vertientes. La primera, populismo inmobiliario: se rescata a unos inquilinos que creen que pagan demasiado. Pero esos inquilinos no tienen una renta sustancialmente por debajo de la mayoría de los barceloneses, sino que están a la media o superior a la media.
Lo que pasa es que han protestado. Lo que pasa es que las calles han visto cómo ha habido movilizaciones. Y esto ha hecho que el alcalde de Barcelona se espante. ¿Por qué? Porque pensaba que esta sería una operación que daría lugar a muchas otras protestas.
Para impedir esto, ha comprado el edificio. Esto es oportunismo político. Quiere desactivar a los Comunes. Y me parece muy bien que los desactive. Me parece muy bien que pare las protestas en la calle, pero no con dinero público. A todos los barceloneses la operación nos ha costado 9,2 millones de euros. El propietario ha obtenido en menos de cuatro años una rentabilidad del 70,4%.
¿Y ahora qué, Collboni? ¿Ahora qué? ¿Ahora vas a seguir comprando viviendas?
Si lo haces, por favor, hazlo en sitios donde están los que menos ganan, los que más problemas tienen para pagar el alquiler, que es en los barrios de Nou Barris y Sant Andreu. No en pleno Eixample, que la mayoría de los que viven ahí son acomodados.