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Una Nochevieja picante: 500 euros por ir a una casa rural y jugar a ‘Cincuenta sombras de Grey’

El hotel Triskel Rural propone un plan de fin de semana que mezcla naturaleza y sexualidad con todo tipo de juegos eróticos

Teo Camino

Un escena de '365 días', la película de Netflix que imita a 'Cincuenta sombras de Grey'

“Te encantará, ya verás…”, le dice una chica a su pareja tras regalarle por Navidad un “vale por un fin de semana en una casa rural”. Una semana más tarde, ya en ruta, ella no puede evitar que se le escape la risa en el asiento del copiloto. Al llegar, nada destacable. La casa, con las típicas paredes de piedra, está ubicada en un pequeño pueblo al norte de Madrid. “Triskel rural”, reza el letrero de la entrada. La habitación también es de lo más normal. Hasta un poco cutre, siendo críticos. Pero, al abrir la puerta de lo que debería ser el baño, Daniel se queda boquiabierto: ante él se despliegan cadenas, cuerdas y todo tipo de juegos sexuales en una habitación tenuemente iluminada que invita a la lujuria. “¿Tú sabías esto?”, pregunta él. “¿Quieres ser mi Christian Grey?”, responde ella. Y así empieza la Nochevieja más picante.

Fotograma de la película 'Cincuenta sombras de Grey'

Triskel rural es un nuevo concepto de casa que “da rienda suelta a tus fantasías y a tus instintos más oscuros”, apuntan desde la dirección de este establecimiento que tiene capacidad para seis personas, se alquila de forma íntegra y sale a 250 euros la noche. ¿Te atreves con un dirty weekend?

Eroturismo

Triskel rural está pensado para disfrutar en pareja o en grupo de la naturaleza y del sexo. “Siente, disfruta y jadea en todos los rincones de la casa”, es uno de los lemas de este hospedaje ubicado en el pueblo de Gascones que solo se puede reservar por teléfono o por correo electrónico.

La idea es conocer las rutas senderistas de la sierra norte de Madrid, degustar un buen asado, dar un paseo por los pueblecitos de la zona y “desatar tu lado más salvaje cuando vuelvas al calor de tu alojamiento”, aseguran desde esta casa rural en la que todo está pensado para jugar y buscar el placer sin tabúes. Porque, como dijo Woody Allen, “el sexo solo es sucio si se hace bien”.

Un búnker sexual

Se puede salir a disfrutar del aire libre u optar por pasar el fin de semana entre la habitación y la mazmorra, donde se puede disfrutar con privacidad de juegos eróticos que van desde un sofá tantra, un glory hole, una cruz de San Andrés con seis argollas o un potro al más puro estilo Cincuenta sombras de Grey. Todo esto sin olvidar “la gran pared del sexo”, recuerdan desde la dirección del hotel sobre las cadenas, cuerdas y espejos. También tienen un pack BDSM, y después de cada estancia, como es lógico, higienizan todos los objetos eróticos.

La pared del sexo de la casa Triskel Rural 

Aunque no hay juguetes sexuales de uso íntimo a disposición de los clientes, sí tienen a la venta lubricantes, consoladores Pyrex, plugs anales y kits de inmovilizaciones completos para los que, con la excitación del plan, se los hayan olvidado en casa. Porque, ¿quién no tiene un kit de inmovilizaciones en su hogar?

Innovar con planificación y límites

“¿Vamos a experimentar BDSM? Vale, pero sabiendo en qué consiste y poniendo unos límites”, expone a Consumidor Global la sexóloga de la clínica Psicopartner, Alicia Ridao, quien explica que experimentar e innovar está muy bien, pero con unas expectativas realistas y con planificación.

Una escena de 'Cincuenta sombras de Grey'

En el BDSM, por ejemplo, “se suele tener una palabra de seguridad para parar cuando no gusta o no sale bien”, apunta Ridao, quien asegura que en consulta recibe a personas traumatizadas que vieron o hicieron cosas para las que no estaban preparadas. “En la mazmorra, ¿me vas a atar o no? Porque igual tengo algún trauma si me atan…”, ejemplifica la especialista.

Los otros hoteles del amor

El rincón de monasterio and spa (Guadalajara) también es un alojamiento pensado para parejas que consta de ocho casitas para dos con jacuzzi y un diván tantra. La estancia mínima es de tres noches y sale por 445 euros. “Para Nochevieja solo nos queda una habitación disponible”, apunta la responsable del establecimiento.

Cal Farris, en Lleida, es una casa rural de cuatro plazas que se alquila de forma íntegra durante un mínimo de dos días por 200 euros la noche. No es barata, pero la cama se mueve, tiene jacuzzi y tanto en Booking como en Google las reseñas son difíciles de superar: 9,6 (de 10) y 4,7 (de 5), respectivamente. Sin embargo, no tienen disponibilidad en fin de semana hasta el 8 y 9 de enero.