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Etiquetas alimentarias: así confunden al consumidor

Sin gluten, vegano o sin conservantes son algunos de los ganchos que podemos ver en los productos de los súpers que, más allá de informar, responden a campañas de marketing

Una pareja comprueba las etiquetas de los productos que compra / FREEPIK
Una pareja comprueba las etiquetas de los productos que compra / FREEPIK

Los expertos en publicidad saben que las compras que hacemos no son racionales, sino emocionales. Que un producto tenga una etiqueta “vegana”, “sin gluten” o “sin conservantes” crea en el consumidor una falsa sensación de bienestar. Se trata de un gancho publicitario que sirve para captar la atención del cliente potencial.

El marketing alimentario es uno de los responsables de exagerar o atribuir propiedades nutricionales a determinados productos a través del etiquetado, sobre todo si esta identificación alude a una alimentación más sana. Este método fácil, sutil y económico influye en la elección de los consumidores y mejora la percepción que éstos tienen sobre una marca. Y todo ello gracias “al vacío legal y la falta de control”, como apunta a Consumidor Global Neus Soler, profesora de Economía y Marketing de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Nueva normativa para los productos “sin gluten”

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), el Ministerio de Agricultura y el de Consumo han limitado la mención “sin gluten” en España. Así, ahora, sólo podrá utilizarse en aquellos alimentos que pudieran contenerlo y cuya presencia se haya eliminado. De hecho, se podrá señalar cuando “sea útil para los consumidores, de la misma forma que se hace con otros compuestos, como la lactosa”. Sobre ello, Beatriz Robles, tecnóloga alimentaria y divulgadora científica, explica que “la etiqueta sin gluten es de las pocas que está regulada y,  por eso, no se puede permitir la abundancia sin sentido que se veía hasta ahora”.

Esta normativa frena así la creciente tendencia de asociar el gluten con malas digestiones y como un obstáculo para perder peso. En este sentido, desde hace unos años, algunos productores de alimentos han utilizado esta etiqueta como reclamo publicitario. “Que un producto no tenga gluten no significa que sea más sano. Al contrario, una persona que no sufre celiaquía o intolerancia debe comer gluten y si no lo hace puede terminar desarrollando una intolerancia” sentencia Marina Bel, nutricionista especializada en desarrollo del producto.

Lo vegano vende más

Otra etiqueta que también abunda en los lineales de los supermercados y que no está regulada por ninguna institución es la que se usa para los productos veganos. “Ahora este tipo de artículos están más de moda que nunca”, bromea Iban Cid, vicepresidente del Gremi de la Indústria i la Comunicació Gràfica de Cataluña. Aunque la cuestión va más allá. 

De la misma manera que el gluten, desde hace un tiempo existe la percepción de que los alimentos veggies son más sanos que los de origen animal. Esto ha derivado en que algunas empresas, bajo la etiqueta “vegano”, hayan hecho un lavado de cara a su producción. Es el caso de la margarina, las croquetas vegetales o la pizza. En la mayoría de estos casos, según detallan los expertos, ni siquiera se ha cambiado la fórmula, ya que muchos de estos productos, aunque procesados, ya eran aptos para el consumidor vegano o vegetariano. “Hay que entender que un alimento vegano también puede ser insano y utilizar saborizantes, aditivos y colorantes”, matiza la nutricionista Bel.

Una lata de sardinas / PIXABAY
Una lata de sardinas / PIXABAY

La connotación ‘sin’ de las etiquetas 

“A las etiquetas que llevan la palabra “sin”, ya sean sin conservantes, sin colorantes o sin aditivos, tampoco les precede ninguna regulación y en el mercado hay un abuso de éstas”, comenta Robles. A su vez, la industria alimentaria no está obligada a decir lo que le falta a un alimento, sino lo que sí contiene. “Por eso lo incluyen en la parte trasera, donde se señalan los ingredientes y, por tanto, no se ve tanto”, añade. 

Además, estas etiquetas funcionan porque “cuando compramos, la toma de decisiones es muy rápida, por eso el usuario se decanta por un distintivo que aporte una información más clara y directa”, subraya esta experta. En este mismo sentido, Soler, profesora de la UOC, recuerda que “las marcas siempre han jugado a falsear y, ahora, como todo está más regulado, se decantan por la omisión y la ambigüedad”. Y esta práctica, a pesar de no ser novedosa, sigue dando unos resultados satisfactorios para las empresas, aunque no tan favorables para los consumidores y clientes. 

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