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Francia e Italia duplican a España en productos con denominación de origen

Los principales países mediterráneos acaparan casi el 70% del total de alimentos y bebidas bajo las figuras de protección de la Unión Europea

Mónica Timón / Javier Roibás

Jamón Ibérico de Bellota Cinco Jotas, un producto con denominación de origen / EP
Jamón Ibérico de Bellota Cinco Jotas, un producto con denominación de origen / EP

Una pequeña cura de humildad para España. Así se podría definir el análisis de las cifras sobre la cantidad de alimentos y bebidas con indicación geográfica protegida de los países de la Unión Europea (UE), incluido Reino Unido. Es indiscutible la fama mundial de la gastronomía patria, el renombre de estandartes como la tortilla de patata y el jamón ibérico y el hecho de que en cualquier punto de la geografía española una persona se puede dar un festín con alimentos de primera calidad. Sin embargo, al observar los datos de cerca, Italia y Francia --dos potencias gastronómicas sin parangón-- tienen más del doble de productos protegidos. En concreto, los transalpinos tienen 868 y los galos 738, frente a los 356 de España. En el otro extremo, los países con menos productos protegidos son Estonia (1), Malta (3), Letonia (3), Luxemburgo (5) e Irlanda (8). 

En el sistema de indicaciones geográficas de la UE, que sirve para poner en valor los alimentos y bebidas de regiones concretas con cualidades específicas, hay, en total, 3.304 productos registrados. Esta figura de protección contempla tres modalidades. Así, a los alimentos y vinos se les puede aplicar la denominación de origen protegida (DOP) o la indicación geográfica protegida (IGP), mientras que para las bebidas espirituosas y los vinos aromatizados existe la indicación geográfica (IG). 

España, líder en repostería

El aceite de oliva virgen extra es uno de los productos patrios por excelencia. De hecho, España es el país de la UE con más cultivo de olivos: el 55% del total. En 2021, la Denominación de Origen Baena, la primera distinta del vino para la que se solicitó la protección en España, cumple 40 años. “Es la Denominación de Origen Protegida de aceite con mayor variedad de olivos del mundo, algunas con más de 2.000 años de antigüedad”, asegura a Consumidor Global José Manuel Bajo, secretario de este sello. Sin embargo, no es en esta categoría en la que España se lleva la palma, dado que Italia cuenta con 48 variedades de aceite protegidas, frente a las 33 nacionales. 

Y, contra todo pronóstico, España es el país con más productos protegidos en la categoría de panadería, pastelería, repostería y galletería. Cuenta con 19 en total. En esa deliciosa lista se incluyen, entre otros, el pà de pagès, el turrón de Alicante, el pan gallego y los sobaos pasiegos. Italia se sitúa en segunda posición (15 productos) en esta clasificación y le siguen Alemania (10) y República Checa (9). Llama la atención que Francia, en este caso, figure en la novena posición con tan sólo tres productos. Y no, los cruasanes no están incluidos.

Alemania y República Checa: los reyes de la cerveza

En el apartado de las cervezas, los reyes europeos indiscutibles son Alemania y República Checa. Ambos países cuentan, cada uno, con nueve birras que, debido al origen de sus materias primas o a las partes del proceso de producción, llevan la etiqueta de indicación geográfica protegida (IGP). 

Bélgica, en cambio y aunque es un país que destaca por sus cervezas, no tiene ninguna distinción de este tipo. Por el contrario, sí que cuenta con cinco tipos de birra catalogados como especialidad tradicional garantizada (ETG). Esto implica que el método de producción está protegido, pero la cerveza en sí podría producirse en otro lugar. En ese sentido, y a modo de curiosidad, en Finlandia también hay una cerveza ETG, la sahti, cuyo sabor, dicen los expertos, recuerda al plátano.

Vinos y quesos

En cuanto a los vinos y los vinos aromatizados, Italia destaca sobre el resto de los países con 527 variedades protegidas, mientras que Francia se coloca en segunda posición con 436. A mucha distancia se sitúan Grecia (147) y España (140), que cierra un segundo escalafón en este ránking, por delante de Bulgaria, con 54. Por otro lado, los cuatro países principales del Mediterráneo también lideran con los quesos. De nuevo, Francia e Italia se ubican en cabeza, con 55 y 54 variedades, respectivamente, mientras España se queda rezagada con 29 y Grecia con 23. 

Un grupo de amigos brinda con unas copas con vino tinto / EP
Un grupo de amigos brinda con unas copas con vino tinto / EP

Pero, más allá de los vinos, España cuenta con 19 indicaciones geográficas de bebidas espirituosas registradas y, según señala el Ministerio de Agricultura en un informe de 2018, su producción genera un volumen de negocio anual cercano a los 120 millones de euros. Las bebidas de este tipos más importantes son el Brandy de Jerez y el Pacharán Navarro. Sin embargo, en comparación con el resto de países de la UE, Francia lidera la tabla con 50 tipos de bebidas espirituosas protegidas y le siguen Italia (33) y Alemania (30). Mientras, España se tiene que contentar con la cuarta posición.

La clave está en la singularidad

La diferencia entre el número de sellos de protección que ostenta cada país no obedece a la peor o mejor calidad de los productos, sino a su singularidad. Cuando una denominación de origen abarca un territorio muy amplio, puede surgir en esa zona otra de la misma temática. Por ejemplo, el jamón de Jabugo tiene influencias de Sevilla y de Extremadura, por lo que los cerdos criados en esas provincias se pueden curar en Huelva y acogerse a la DOP Jabugo, “limitando que surjan otras nuevas”, según detalla Rafael Moreno, catedrático de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba (UCO).

En Italia, por otro lado, se da una situación opuesta y la territorialidad de sus denominaciones suele ser muy pequeña. Esto responde, en parte, a que es un país muy atomizado en cuanto a tradiciones, formas de elaboración y elementos climáticos y orográficos. Pero también se debe a una decisión de los Consejos Reguladores, organismos encargados de decidir si se abarca más o menos territorio.

Más allá de la calidad

Todas estas figuras de protección no sólo garantizan la excelente calidad de los alimentos, sino que los protegen de la desaparición. “Son productos que sólo se dan en zonas muy concretas y con unas características muy singulares, pero que, sin amparo, perderían en una batalla de precios contra alimentos producidos de forma industrial”, asegura Moreno.

Además, el arraigo al territorio donde se producen y la prohibición de elaborarlos en ningún otro lugar “ayuda a consolidar cierta población en la zona y a garantizar así su subsistencia”, concluye este profesor. Y no sólo eso. Aunque muchos procesos se han industrializado, en mayor o menor medida, lo que sí se conserva es la esencia y las propiedades de los fabricados de antaño. De esta manera, las naves donde se secan los jamones en la actualidad recrean las condiciones de humedad, de temperatura e incluso los microorganismos de las cuevas originarias, para dotarles de ese gran sabor de siempre.

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