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La gran "estafa" de la miel que se cuela en los supermercados españoles

Muchos tarros de los que se pueden comprar en las grandes cadenas y con precios de derribo son mezclas adulteradas procedentes de China y de baja calidad

Una persona vierte un chorro de miel en un recipiente / PIXABAY
Una persona vierte un chorro de miel en un recipiente / PIXABAY

En casa de herrero, cuchillo de palo. Así describe el refranero la paradoja de que falten determinadas cosas en lugares donde deberían abundar, como es el caso de la miel de calidad en los supermercados nacionales. España es el principal productor dentro de la Unión Europea y sus apicultores gozan de prestigio internacional. Sin embargo, los consumidores se topan en los lineales con productos adulterados que, por lo general, proceden de China. El problema es que los usuarios desconocen esta situación y tampoco se les facilita la información necesaria para hacer una compra consciente.

Una miel un 1 % de origen nacional y un 99 % procedente de China u otro país se puede colar en el supermercado como “fabricada en España”, asegura a este medio Mario Fernández, portavoz de la Asociación Española de Apicultores (AEA). Sin embargo, el cliente desconoce esos porcentajes porque la ley vigente no obliga a reflejarlos en el etiquetado. “Es una estafa para el consumidor”, afirma Josep María Clariá, responsable de apicultura de la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos.

La adulteración 

“Toda la miel que se comercializa cumple con las normas de calidad que hay establecidas a nivel nacional”, asevera Juan Carlos Álvarez, presidente de la Asociación de Apicultores de la Comunidad de Madrid (Apiscam). Sin embargo, la calidad del producto que se encuentra en los supermercados deja bastante que desear. Buena parte de las grandes envasadoras cogen una pequeña porción de miel nacional y la mezclan con la procedente de China o de otros sitios. Estas últimas, muchas veces están adulteradas con jarabes de arroz o de maíz, entre otras sustancias. “Si tienes una miel que básicamente es un sirope y la mezclas con una de alta calidad, se consigue un producto que por normativa se puede vender como miel”, explica Álvarez.

El motivo fundamental por el que se realizan estas mezclas radica en el precio final para los consumidores. Así, los productores en España reciben 3,25 euros por cada kilo de miel, mientras que la misma cantidad procedente de China se paga a 1,25 euros. Esto hace que en las grandes superficies un bote de este producto se pueda encontrar por unos 4 o 5 euros el kilo, cuando si fuese 100 % nacional debería costar entre 10 y 12 euros, un precio menos atractivo para los clientes. 

Pérdida de propiedades

Otra de las consecuencias de realizar esas mezclas es que la miel pierde buena parte de sus propiedades debido a que el producto se tiene que sobrecalentar. “Se hace a una temperatura que supera los 45 grados, a partir de la cual pierde las enzimas que posee y sus vitaminas. Se alteran sus cualidades y se venden sueros en lugar de miel”, argumenta Fernández, el portavoz de la Asociación Española de Apicultores.

Un informe presentado en el Parlamento Europeo en febrero de 2018 ahonda en esta cuestión. El documento refleja que el 20 % de las muestras de miel analizadas en las fronteras exteriores de la Unión Europea no cumplen “los criterios de composición o los procedimientos de producción” establecidos en las normativas comunitarias y, además, un 14 % contenían azúcar añadido. Ese mismo texto también indica que “la miel es el tercer producto más adulterado en el mundo”, algo que además de perjudicar a los productores europeos, “implica importantes riesgos para la salud de los consumidores”, advierte.

Un cambio normativo ineficaz

El Gobierno aprobó en mayo de 2020, en pleno confinamiento, una modificación de la normativa sobre la calidad de la miel. “Deberán mencionarse en la etiqueta el país o los países de origen en los que la miel y, en su caso, sus mezclas hayan sido recolectadas”, indica el Real Decreto. Sin embargo, desde el sector consideran que esta medida es ineficaz e incluso algunos  la tildan de “tomadura de pelo”. El motivo es que en el etiquetado ahora se refleja el país de procedencia de las mieles que forman parte de la mezcla, pero no los porcentajes, que sería la información más valiosa para el consumidor. “Reflejar eso es muy difícil por temas de trazabilidad y por eso no se han complicado la vida. Realmente no se han facilitado las cosas”, opina el presidente de Apiscam.

Una rebanada de pan con miel / PIXABAY
Una rebanada de pan con miel / PIXABAY

De hecho, la modificación de la norma tampoco tiene impacto sobre otro fenómeno que atormenta a los apicultores nacionales: la triangulación de mieles. “China vende a otros países de la Unión Europea y luego éstos la revenden en España, por lo que en el origen del producto ya no aparece China, sino el país del Estado miembro en cuestión”, explica Fernández.

Se exporta la buena y se compra la mala

En España hay alrededor de 35.000 apicultores, aunque los que se dedican a ello de forma profesional tan sólo son 5.500, detalla Fernández. La producción cubre casi toda la demanda nacional, sin embargo, se da la paradoja de que se importa una buena cantidad de miel, principalmente de China, el mayor proveedor dentro de la Unión Europea. “Exportamos miel de la mejor calidad hacia Europa y los países árabes mientras importamos otra de peor calidad”, se queja en ese sentido Álvarez, el presidente de Apiscam. Algunos de los destinos principales dentro del Viejo Continente son Francia y Alemania, regiones en las que la miel española está muy bien considerada y donde el kilo se paga a unos 15 euros.

Además de todos los problemas expuestos, hay otro efecto colateral de la importación de mieles baratas y de calidad inferior. Si se agudizan las dificultades para el sector, los expertos señalan que existe la posibilidad de que se reduzca la cantidad de abejas en el país. Eso repercute en la disminución de la polinización, algo que puede tener efectos desastrosos sobre el medioambiente y afectar a toda la cadena de producción de alimentos. Así, para animar las ventas del producto nacional y paliar la situación, desde el sector apuntan que, a día de hoy, el último bastión que les queda a los consumidores para encontrar miel 100 % española son los comercios de proximidad. “Lo mejor es acudir a los apicultores locales y de confianza”, aconseja Fernández.

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