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Los huevos de gallinas enjauladas, en peligro de extinción

La mayoría de las grandes superficies en España dejará de vender este producto en 2025 y el sector ovícola se encamina hacia una producción más ecológica

Gallinas ponedoras de huevos en una jaula / PIXABAY
Gallinas ponedoras de huevos en una jaula / PIXABAY

La mayor parte de las principales cadenas de supermercados en España se ha comprometido a dejar de vender huevos procedentes de gallinas enjauladas. Pero no de inmediato, sino de aquí a 2025. Así, empresas como Mercadona, Carrefour, Eroski, Aldi, El Corte Inglés y Alcampo, entre otras, siguen la estela de Lidl, el único gran distribuidor que a día de hoy ha eliminado por completo de sus lineales este producto. 

El motivo principal por el que las grandes cadenas han fijado este objetivo es para acabar con un modo de producción que diferentes organizaciones tildan de maltrato animal. “Se les corta el pico a las gallinas para que no se dañen unas a otras debido al estrés de estar enjauladas. Están hacinadas en espacios mínimos, del tamaño de un folio, y no llegan ni a extender las alas en toda su vida, entre otras muchas crueldades”, relata a Consumidor Global María Villaluenga, portavoz de Equalia, una organización dedicada a mejorar la vida de los animales. Sin embargo, existe cierto debate sobre si el impulso de métodos alternativos en la producción ovícola puede provocar un encarecimiento de este alimento, cuyo consumo medio se sitúa en los 125 huevos por persona y año, según los últimos datos del INE de 2019. 

El impacto para el bolsillo del consumidor

En España existen cuatro modos de producción ovícola y cada uno se identifica con un número, que figura en la primera posición del código impreso en cada huevo. Así, los que comienzan por el 0 son los de producción ecológica, mientras que los que empiezan por 1 identifican a las gallinas camperas; con el 2 a las criadas en suelo; y con el 3 a las enjauladas. Y el 77 % de la producción de huevos en el mercado español corresponde a esta última clase, lo que se traduce en que hay más de 35 millones de gallinas hacinadas y en condiciones de bienestar animal cuestionables. De hecho, la producción alternativa --campera, ecológica y en suelo-- en los países de la Unión Europea (UE) es del 52 %, frente al 23 % nacional, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

“La producción ecológica es muchísimo más costosa que la producción estándar --como la de jaula--. El precio de cada  huevo puede aumentar casi el doble”, explica Enrique Díaz, director de la Organización Interprofesional del Huevo y sus Productos (Inprovo). Y, en la misma línea, María del Mar Fernández, directora de la Asociación Española de Productores de Huevos (Aseprhu), señala que la producción en suelo (clase 2) es el 17,5 % más cara y que la campera incrementa los costes un 32 %. Pero, sobre ello, la activista Villaluenga defiende que, aunque el producto sea más caro, la diferencia de precio para el cliente final entre una docena de huevos de gallinas enjauladas y otra docena de gallinas criadas en suelo es “de unos 20 céntimos”.

Poca diferencia en el sabor y el color

Además, los expertos consultados por Consumidor Global coinciden en que no existen diferencias nutricionales en función del modo de producción de los huevos. Es decir, todos son igual de sanos y de la misma calidad en términos alimenticios. “Las ventajas objetivas para el consumidor de comprar un huevo u otro, en producción comercial, no son apreciables”, asegura con rotundidad Fernández. “Sólo en los casos de las aves camperas o ecológicas puede contemplarse alguna pequeña variación en las características organolépticas (color de yema o sabor) por las características del parque exterior, que influyen en la alimentación”, añade la directora de Aseprhu.

Una gallina en libertad / PIXABAY
Una gallina en libertad / PIXABAY

Más allá de esa posible diferencia, en términos de calidad y precio no existe ninguna ventaja competitiva que, a priori, empuje a un usuario a optar por un huevo producido con gallinas libres de jaulas. Sin embargo, la concienciación con el bienestar animal por parte de los usuarios va en aumento y cada vez tiene más peso. Así, según un estudio de Inprovo realizado en 2018, “la información que más valoran los consumidores de huevos es el bienestar animal” y, de hecho, “el  54,3 % estaría dispuesto a pagar al menos un incremento en el precio de entre un 10 % y un 30 % si le garantizaran un mayor bienestar de las gallinas”. Sobre este aspecto, Villaluenga lo tiene claro: “Los huevos producidos con gallinas libres tienen un valor añadido al no estar contribuyendo a estándares tan bajos de protección animal”.

Cambios en el sector

Según el Ministerio de Agricultura, en los últimos años la producción de huevos ecológicos está adquiriendo “cierta relevancia” en España, a pesar de que las cifras señalan que en 2019 se produjeron alrededor de 12,5 millones de docenas, es decir, “tan sólo el 1,14 % de la producción total”, la cual, de hecho, experimentó un descenso frente a 2018 debido a que los sistemas alternativos son “algo menos productivos”. Sobre ello, Villaluenga señala que una gallina puede producir alrededor de 300 huevos al año en una jaula, mientras que una en estado salvaje apenas pone 12. Por otra parte, sobre los cambios en el sector y el compromiso de las principales cadenas de supermercados, la portavoz de Equalia subraya que “el marco europeo ha establecido unas estrategias de sostenibilidad y medioambientales que también van ligadas a la producción ética de alimentos”. Y, por si sirve de precedente, Lidl, que ya no vende en España huevos de gallinas enjauladas, no ha repercutido ese cambio en el tique del cliente. 

Sin embargo, la visión de la directora de Aseprhu sobre los cambios impulsados por buena parte de las grandes cadenas de distribución en el sector difiere de los de la activista. “No podemos estar de acuerdo con que un detallista --supermercado-- decida por el consumidor qué es lo que éticamente cree que le conviene, en muchos casos, por presiones de grupos animalistas. Pretender que el consumidor no sabe y elegir por él no es aceptable. El mercado debe abastecerse de forma que se atiendan todos los gustos y preferencias, y el productor quiere atender la demanda de los consumidores con huevos seguros de gallinas controladas y cuidadas con los requisitos más exigentes del mundo, que son los del modelo europeo de producción”, concluye Fernández.

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