La Casa Blanca ha pasado, en pocas horas, de la amenaza al elogio con Amazon. El martes, el Gobierno estadounidense arremetió contra la empresa de comercio electrónico del magnate Jeff Bezos al dar por hecho que esta había decidido reflejar en el precio de los productos el coste que tienen los aranceles impuestos por el presidente, Donald Trump.
"Este es un acto hostil y político por parte de Amazon", denunció la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en una rueda de prensa junto al secretario del Tesoro, Scott Bessent. Leavitt cuestionó a Amazon por no haber tomado la misma decisión cuando la Administración de Joe Biden (2021-2025) "elevó la inflación a su nivel más alto en 40 años".
Lazos con el Gobierno chino
La portavoz estadounidense fue más allá y afirmó que la iniciativa de Amazon no era una sorpresa, puesto que, según expresó, Bezos tiene lazos empresariales con el Gobierno chino.
"Esta es otra de las razones por la que los estadounidenses deberían comprar productos estadounidenses; es otra de las razones por la que estamos relocalizando cadenas de suministro aquí en el país", apuntó.
Un plan que no había sido aprobado
Sin embargo, un portavoz de Amazon aseguró en la misma jornada del martes a la cadena CNBC que el plan de subir los precios como consecuencia directa de la guerra arancelaria nunca había sido aprobado y no iba a suceder.
Según ha trascendido, lo único que Amazon se planteaba es que el equipo de Amazon Haul (un portal de productos a precios muy bajos similar a un outlet) incluyera los cargos de importación en algunos de sus productos. Este desmentido, tajante, tranquilizó a la administración Trump.
“Un buen tipo”
Así las cosas, después de que el gigante del comercio online negase la existencia de un plan general que reflejase el efecto de los aranceles, Donald Trump declaró que Jeff Bezos es un "buen tipo" que "hizo lo correcto”.
"Jeff Bezos es muy amable. Fantástico. Resolvió el problema muy rápido. Hizo lo correcto. Buen tipo", afirmó el mandatario. El episodio ilustra cómo incluso a los multimillonarios que parecían más cercanos a Trump (Bezos ocupó un asiento privilegiado en el acto de investidura en enero pasado, junto a otros grandes empresarios tecnológicos, como Elon Musk o Mark Zuckerberg) se les exigirá una lealtad absoluta, a pesar de que las políticas del Gobierno perjudiquen a sus negocios.