Rocío, natural de Jerez y peluquera de profesión, ha sido al concursante más querida de la edición de Uno de GH 20. Y es que esta joven de 30 años ha vivido una de esas historias televisivas que parecen escritas por un guionista con ganas de sorprender. Su paso por Gran Hermano no solo le ha permitido cumplir un sueño personal —el de tener un colchón de dinero en el banco— sino hacerlo por partida doble: entrar en la casa más famosa de la televisión junto a una amiga y salir convertida en ganadora de una edición marcada por los giros inesperados.
Desde la primera gala, la emoción estaba servida. La concursante andaluza cruzó la puerta de una casa completamente renovada y, por primera vez en la historia del formato, ubicada en un nuevo emplazamiento: Tres Cantos.
No lo hizo sola, sino acompañada de su mejor amiga Desirée, su gran apoyo dentro del concurso. Sin embargo, el reality no tardó en imponer sus reglas: ambas tuvieron que elegir, y solo una de ellas podría quedarse como concursante oficial. La decisión fue dura, pero el destino tenía otros planes para Rocío.
Rocío, la peluquera, jerezana y ganadora de GH 2025
Lo que comenzó como una experiencia compartida terminó convirtiéndose en una aventura individual intensa. Para Rocío, pasar de una vida tranquila a convivir las 24 horas del día con casi veinte personas desconocidas supuso un auténtico desafío emocional. Estrategias, alianzas, discusiones y momentos de vulnerabilidad formaron parte de un recorrido que conectó con la audiencia, especialmente en las semanas finales del programa.
La edición número 20 de Gran Hermano no ha sido una más. Su desenlace llegó antes de lo habitual debido a una bajada de audiencia, lo que obligó al programa a concentrar varias expulsiones clave y momentos decisivos en pocas galas. Aun así, la tensión no decayó. En la final, cuatro concursantes se disputaban la victoria, pero solo uno podía alzarse con el ansiado premio.
¿Cuánto han pagado GH 2025 a su ganadora?
En la noche del 19 de diciembre se confirmó lo que muchos seguidores ya intuían: Rocío se proclamaba ganadora de la edición. Sin embargo, hubo un detalle que no pasó desapercibido para los espectadores más atentos. A diferencia de otros años, durante la gala no se mencionó de forma clara la cantidad exacta del premio económico. Ni el programa ni la cadena ofrecieron cifras oficiales, lo que dio pie a especulaciones y debates en redes sociales sobre el monto total obtenido al haber tenido que acortar la experiencia del concurso.
Tradicionalmente, el reality ha premiado al ganador con 300.000 euros, una cifra que impresiona especialmente cuando se trata de concursantes anónimos, alejados del mundo de los famosos y de los grandes ingresos. Pero ganar esa cantidad no significa recibirla íntegra, ya que los premios televisivos están sujetos a impuestos en España.
¿Cuánto dinero le quita Hacienda al ganado?
Los premios obtenidos en programas de televisión tributan de forma similar a otros ingresos extraordinarios. La legislación española establece que estas ganancias deben someterse a retención fiscal, al igual que ocurre con los premios de lotería o sorteos oficiales. Esto implica que una parte significativa del dinero pasa directamente a manos de la Agencia Tributaria antes de que el ganador pueda disponer del importe neto.
Según la normativa actual, los premios de cuantía inferior a 60.000 euros soportan una retención aproximada del 37% sobre el total. Sin embargo, cuando la cantidad supera ese umbral, el tipo impositivo aumenta. En el caso de premios elevados, como los 300.000 euros asociados a Gran Hermano, la retención puede situarse en torno al 45%, lo que reduce de manera notable la cifra final percibida por el concursante.
¿Cuánto se recibe realmente de un premio de 300.000 euros?
Aunque el importe inicial resulte llamativo, el cálculo final es más complejo. La normativa fiscal contempla un tramo exento, que se descuenta del total antes de aplicar el gravamen correspondiente. A partir de esa base imponible, Hacienda aplica el porcentaje establecido.
En términos prácticos, esto se traduce en que el ganador no tributa por la totalidad del premio, sino únicamente por la parte sujeta a gravamen. Aun así, la suma que se destina a impuestos puede alcanzar varias decenas de miles de euros, lo que deja el premio neto muy por debajo de la cifra anunciada en televisión. De 100.000 euros estaríamos hablando de 12.000 euros que se queda Hacienda, por 300.000 solo habría que multiplicar la cantidad: 36.000 euros que irían a la Agencia Tributaria.
Retenciones automáticas y cobro del premio
Uno de los aspectos clave de este tipo de premios es que la retención fiscal se aplica de forma automática en el momento del cobro. La entidad pagadora se encarga de descontar el porcentaje correspondiente y de ingresarlo directamente en Hacienda. De este modo, el ganador recibe el dinero ya neto, sin necesidad de realizar gestiones adicionales para abonar ese impuesto concreto.
Este sistema busca garantizar que la Administración cobre el gravamen que le corresponde y simplifica el proceso para el beneficiario, que no tiene que adelantar dinero ni realizar pagos posteriores por ese concepto específico.
Diferencias con los premios de lotería
El tratamiento fiscal de los premios televisivos guarda similitudes con el de los premios de lotería. En ambos casos, se aplica una retención directa en el momento del cobro. En el ámbito de los sorteos oficiales, la entidad responsable del pago practica una retención del 20%, asegurando así que Hacienda perciba automáticamente su parte.
Los premios obtenidos a través de las loterías y apuestas organizadas por la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado o por organismos autonómicos se rigen por un impuesto específico, distinto al IRPF general. Por este motivo, si el premio ya ha sido sometido a la retención correspondiente y se encuentra dentro de los supuestos establecidos, no es necesario incluirlo posteriormente en la declaración de la renta.
¿Hay que declarar estos premios en la Renta?
En el caso de los premios de lotería sujetos al gravamen especial sobre actividades del juego, no se aplican las normas habituales del IRPF. El impuesto se liquida en el mismo momento en que se abona el premio, mediante una retención que tiene carácter liberatorio. Esto significa que el contribuyente no está obligado a presentar una autoliquidación adicional por esa ganancia concreta.
Con los premios televisivos ocurre algo similar cuando la retención se practica correctamente en origen. El beneficiario recibe el importe neto y no debe realizar trámites extra relacionados con ese impuesto específico, salvo que existan otras circunstancias personales que así lo requieran. En definitiva, más allá del espectáculo televisivo, estos premios conllevan una serie de obligaciones fiscales que conviene conocer para entender cuál es el beneficio real que llega al bolsillo del ganador.