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De chicle en la antigua Grecia a licor moderno: la fascinante historia de la mastija

Esta bebida se extrae manualmente de los arbustos de la isla de Quíos, en el mar Egeo, y es apreciada por su singular sabor con matices resinosos y herbales

Ana Carrasco González

La antigua Grecia / PEXELS

Si Charles Darwin hubiera conocido la mastija en su travesía a bordo del Beagle, es muy probable que no hubiera dudado en probarla. El naturalista inglés, célebre por su teoría de la evolución, tenía una curiosidad insaciable por el mundo natural y un hábito particular: probar cada animal exótico que encontraba en sus expediciones. 

De haber llegado a sus manos este peculiar licor griego, elaborado a partir de la resina del lentisco (Pistacia lentiscus), sin duda habría sido una experiencia más en su afán de explorar los sabores del mundo.

Qué es la mastija

El reciente descubrimiento de este destilado por parte del periodista Óscar López-Fonseca en un restaurante de Atenas reafirma la larga relación de la gastronomía helénica con las resinas arbóreas. 

Varios licores / PEXELS

La mastija, cuyo nombre en español es almáciga, se extrae manualmente de los arbustos de la isla de Quíos, en el mar Egeo, y es apreciada por su singular sabor con matices resinosos y herbales. Su producción artesanal fue reconocida en 2014 por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

En la antigua Grecia era un chicle

Originalmente, en la Grecia clásica, la mastija no se bebía, sino que se mascaba como un chicle natural con propiedades medicinales y blanqueadoras de dientes. 

Herodoto y Hipócrates ya mencionaban sus beneficios terapéuticos en el siglo V a.C. Posteriormente, los romanos la usaron con fines higiénicos, los otomanos la incorporaron en su cocina y los genoveses la comerciaron con gran éxito a partir del siglo XIV.

Cómo se utiliza hoy en día

Hoy en día, la almáciga sigue utilizándose en chicles, cosméticos y productos farmacéuticos, además de en la gastronomía. Renombrados chefs como el griego Lefteris Lazarou y el español Andoni Luis Aduriz han experimentado con ella en platos de pescado. No obstante, es en la destilación del licor de mastija donde este ingrediente ha adquirido una nueva dimensión, siendo cada vez más valorado en la coctelería moderna. Su graduación alcohólica oscila entre los 20 y los 30 grados, y se disfruta tanto como aperitivo como digestivo tras una comida.

Para degustarlo en su máxima expresión, se recomienda tomarlo solo, frío o a temperatura ambiente, permitiendo así apreciar su complejidad aromática. En Grecia, es habitual que se sirva al final de una comida en pequeños vasos como un gesto de hospitalidad. Y, como manda la tradición, al brindar con este elixir helénico, no puede faltar un sonoro “¡Yiamas!” (salud, en griego).