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Qué debe comer una persona que tiene VIH: precauciones, alimentos recomendados y algunos prohibidos

Descubre cómo es la vida y dieta de una persona con VIH: claves nutricionales para fortalecer el sistema inmunitario y mejorar las defensas y calidad de vida a largo plazo

Rocío Antón

Qué debe comer una persona que tiene VIH / Montaje Consumidor Global

La reciente confesión pública del director de cine Eduardo Casanova, que este jueves ha compartido en redes sociales que vive con VIH desde hace años, ha vuelto a situar el foco mediático sobre una realidad que afecta a miles de personas en España.

“Tengo VIH. Hoy rompo este silencio tan desagradable y doloroso después de muchísimos años. Cerca del 80% de las personas con VIH no ha compartido con casi nadie que tienen la infección, por un estigma que nos condena al rechazo sistemático y más injusto del mundo”, escribió el director, anunciando además un documental con el que busca visibilizar su experiencia y que ha producido el periodista Jordi Évole en colaboración con Atresmedia.

Un gesto del que ya dio pistas en su pasada visita a La revuelta (TVE), donde quiso contribuir a visibilizar la importancia de hacerse pruebas de detección temprana, desmontar prejuicios y recordar que el VIH, hoy, no es lo que era hace décadas. 

Conviene aclararlo desde el principio: el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ataca al sistema inmunitario y debilita las defensas del organismo, haciéndolo más vulnerable a infecciones. Sin embargo, no es lo mismo tener VIH que desarrollar el SIDA, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida cuando la enfermedad no ha sido detectada a tiempo.

Gracias a los avances médicos, la mayoría de las personas diagnosticadas y tratadas a tiempo no llegan a esa fase y pueden llevar una vida larga y activa. En ese nuevo escenario, la alimentación juega un papel mucho más importante de lo que a veces se cree, pues es la base de todo.

Vivir más y mejor: el nuevo contexto del VIH

En los últimos años, los tratamientos antirretrovirales han cambiado por completo el pronóstico del VIH. La eficacia de estas terapias ha permitido reducir drásticamente la carga viral y mejorar tanto la esperanza como la calidad de vida de quienes conviven con el virus. Hoy, el VIH se maneja como una enfermedad crónica, lo que implica prestar atención no solo a la medicación, sino también a los hábitos diarios y a qué ponemos en el plato.

Entre esos hábitos, la alimentación ocupa un lugar central. Aunque actualmente son menos frecuentes los cuadros de desnutrición grave, siguen existiendo situaciones que pueden dificultar una ingesta adecuada: pérdida de apetito, molestias al tragar, diarreas recurrentes o efectos secundarios de algunos fármacos. En estos momentos, una dieta bien adaptada puede ayudar a mantener la energía y prevenir complicaciones.

El papel fundamental de la dieta en el sistema inmunitario

Comer bien no cura el VIH, pero sí ayuda al organismo a funcionar mejor. Una alimentación equilibrada contribuye al correcto funcionamiento del sistema inmunológico, algo especialmente relevante cuando las defensas están comprometidas. El objetivo no es comer más, sino comer mejor: combinar alimentos variados que aporten la energía y los nutrientes necesarios.

Una comida en un hospital / FREEPIK

No existen dietas milagro ni productos “mágicos” capaces de sustituir al tratamiento médico. Sin embargo, mantener un buen estado nutricional facilita que los fármacos actúen de forma más eficaz y ayuda al cuerpo a responder mejor frente a infecciones oportunistas.

Seguridad alimentaria: medidas que no se deben descuidar

Cuando las defensas bajan, ciertos microorganismos presentes en los alimentos pueden convertirse en un problema serio. Por eso, la higiene en la cocina es fundamental. Lavarse bien las manos, limpiar superficies y utensilios y conservar los alimentos en condiciones adecuadas son gestos sencillos que reducen riesgos innecesarios.

Una persona pelando una naranja / EP

También es importante extremar las precauciones desde el momento de la compra: elegir frutas y verduras en buen estado, evitar productos golpeados y respetar la cadena de frío. Los alimentos crudos o poco cocinados, especialmente huevos, carnes, pescados y mariscos, conviene evitarlos o consumirlos solo si han sido preparados con total seguridad.

Fruta golpeada / CANVA

Mantener una buena hidratación 

El agua es esencial para que el organismo funcione correctamente. Mantener una hidratación adecuada favorece el metabolismo, la función renal y el bienestar general. Algunos tratamientos requieren especial atención a la hidratación para prevenir problemas renales, lo que refuerza la importancia de no descuidar este aspecto en el día a día.

Actualmente, el VIH no tiene una cura definitiva, pero sí existen numerosos tratamientos eficaces para controlar el virus y tratar tanto la propia infección como las enfermedades asociadas y las denominadas infecciones oportunistas. En personas con VIH, se recomienda beber líquidos de forma regular y aumentar la ingesta en situaciones puntuales de fiebre o diarrea, cuando las pérdidas son mayores. 

Energía y nutrientes: alimentos qué no deben faltar en el plato

El cuerpo obtiene la energía principalmente de los hidratos de carbono y las grasas. En determinados momentos de la infección, como durante procesos febriles, las necesidades calóricas pueden aumentar. Si no se cubren, el organismo empieza a perder peso y masa muscular.

Hidratos de carbono complejos / CANVA

Los hidratos de carbono complejos —presentes en cereales, legumbres, arroz, pasta o patatas— son una buena base para mantener niveles de energía estables. Las grasas, por su parte, también son necesarias, siempre que se prioricen las de origen vegetal y los pescados ricos en ácidos grasos saludables como el salmón, por ejemplo.

Salmón y verduras a la plancha / CANVA

Proteínas, vitaminas y fibra: aliados silenciosos

Las proteínas son esenciales para reparar tejidos y producir anticuerpos. Una dieta que incluya carnes magras, pescado, huevos, lácteos y opciones vegetales garantiza un aporte adecuado. Las vitaminas y minerales, repartidos en frutas, verduras y otros alimentos, actúan regulando funciones clave del organismo.

Grasas saludables, carne y huevos / CANVA

La fibra merece una mención especial. Presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, contribuye a la salud intestinal y puede ayudar a manejar episodios de diarrea o estreñimiento, frecuentes en algunas personas con VIH.

Comer con alteraciones metabólicas: alimentación consciente

Con los nuevos tratamientos han aparecido también retos metabólicos, como el aumento del colesterol o los triglicéridos. En estos casos, la primera medida siempre es dietética: reducir el consumo de alcohol, azúcares simples y grasas saturadas, y apostar por una alimentación rica en pescado, verduras, frutas y legumbres.

La visibilidad que aportan testimonios como el de Eduardo Casanova ayuda a normalizar el VIH y a poner el foco en el cuidado integral de la salud. La alimentación, lejos de ser un detalle menor, es una herramienta poderosa para ganar bienestar, energía y calidad de vida. Porque convivir con el VIH hoy implica, sobre todo, aprender a cuidarse sin miedo y con información.