Cómo detectar la enfermedad de tiroides antes de que se complique
El doctor Dieter Morales (Hospital Quirónsalud Marbella) habla sobre las primeras señales de esta patología que afecta más a mujeres y que a menudo se enmascara tras otros diagnósticos

Es la gran imitadora. Sus disfunciones pueden confundirse con una depresión, un episodio de ansiedad, el simple cansancio de la vida moderna o los achaques del envejecimiento. Sin embargo, la glándula tiroides, ese pequeño órgano con forma de mariposa situado en el centro del cuello, es uno de los principales reguladores del metabolismo del cuerpo. Cuando falla, todo el organismo lo nota, aunque sus primeras señales suelen ser tan sutiles que pasan desapercibidas.
“Cualquier alteración en el funcionamiento, estructura o regulación de esta glándula da lugar a las enfermedades del tiroides”, explica el doctor Dieter Morales, especialista del servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Marbella. Detectarlas a tiempo es crucial para evitar complicaciones que van desde problemas cardiovasculares hasta infertilidad o un diagnóstico tardío de cáncer.
Las señales imperceptibles del tiroides
Mucha gente asocia la tiroides únicamente con el aumento o la pérdida de peso, pero sus tentáculos llegan mucho más lejos. El desequilibrio hormonal impacta en la piel, el cabello, las uñas e, incisivamente, en el estado de ánimo. Según el doctor Morales, “muchos trastornos del tiroides comienzan de manera muy sutil”.

El cuerpo, en esencia, puede funcionar a dos velocidades anómalas: ralentizado (hipotiroidismo) o acelerado (hipertiroidismo).
Las diferencias entre el hipotiroidismo y el hipertiroidismo
Cuando el tiroides funciona lento, en el hipotiroidismo, la piel se vuelve seca, áspera y pálida, especialmente en codos y rodillas, y las heridas cicatrizan con dificultad. Es habitual una sensación persistente de manos y pies fríos. El cabello también se torna seco, pierde brillo y se produce una caída difusa, siendo un signo muy característico, según el especialista, la “pérdida de la cola de las cejas”. Las uñas acompañan este proceso, volviéndose frágiles, creciendo más despacio y presentando estrías. En el plano anímico, aparece la apatía, una “sensación de apagamiento sin que exista una depresión de base”, acompañada de dificultad para concentrarse y cierta lentitud mental.
Por el contrario, si el tiroides funciona rápido, en el hipertiroidismo, se manifiesta una sudoración mínima, pero constante, sobre todo en palmas y plantas, incluso en reposo. Es común el picor leve y un enrojecimiento fácil del rostro. El cabello se vuelve fino, frágil y “con tendencia a caerse en mechones”. Un signo muy precoz en mujeres, según Morales, son las uñas que se despegan del lecho ungueal, fenómeno conocido como onicólisis. A nivel anímico, domina la “inquietud persistente o hiperalerta”, la irritabilidad, la intolerancia a la frustración y un sueño superficial con despertares frecuentes.
El laberinto del diagnóstico
Uno de los mayores retos diagnósticos es que los síntomas iniciales del hipotiroidismo (fatiga inexplicable, intolerancia al frío, estreñimiento, apatía) se solapan perfectamente con los del estrés crónico o un cuadro depresivo.
“Una tristeza emocional o anhedonia leve, la dificultad para concentrarse, a menudo atribuida al estrés o la edad, así como pequeñas reacciones emocionales desproporcionadas, son signos de hipotiroidismo”, detalla el doctor Morales. En el hipertiroidismo, esa inquietud persistente y las alteraciones del sueño se confunden fácilmente con un trastorno de ansiedad.
Más señales engañosas
Incluso el síntoma más conocido, el peso, es engañoso. En el hipotiroidismo temprano “muchas veces aparece una ganancia de peso que se asocia a una pérdida importante de apetito, y a una plenitud importante tras la ingesta de alimentos”. No es, por tanto, un aumento de peso por comer más.
Otras señales de alerta clásicas de hipotiroidismo incluyen una disminución de la frecuencia cardiaca (bradicardia), reglas más abundantes e irregulares y cambios sutiles en la voz, como una ronquera persistente. En el lado opuesto, el hipertiroidismo se manifiesta con palpitaciones, diarrea inexplicada, temblor fino, intolerancia al calor y, en casos de enfermedad de Graves-Basedow, los característicos “ojos saltones” (exoftalmos).
Los factores de riesgo
El doctor Morales insiste en que “la autoinmunidad tiroidea rara vez ocurre de forma aislada”. El sistema inmune ataca por error a la glándula tiroides (como en la Tiroiditis de Hashimoto o la enfermedad de Graves), y es frecuente que también ataque a otros órganos. Esta conexión autoinmune es fundamental y enciende las alarmas para una vigilancia activa en pacientes con diagnósticos que comparten esa misma base.

La relación entre la diabetes tipo 1 y la tiroiditis de Hashimoto, por ejemplo, es notablemente estrecha, pudiendo afectar hasta a un 30% de estos pacientes. Del mismo modo, quienes padecen enfermedad celíaca tienen un riesgo significativo, donde hasta un 10% puede llegar a desarrollar disfunción tiroidea. El espectro se amplía a otras patologías como la anemia perniciosa, el vitíligo, la alopecia areata, la artritis reumatoide o el lupus, condiciones que alertan de una mayor predisposición a que el sistema inmune ataque también la glándula tiroides.
Más allá de la genética
Si bien ser mujer y tener antecedentes familiares son los factores de riesgo más conocidos, el historial personal es igualmente crítico. “Una historia previa de tiroiditis postparto, la exposición a radiación cervical, cirugías tiroideas previas o fármacos como la amiodarona o el litio” justifican una vigilancia estrecha.
El experto de Quirónsalud también señala que “abortos de repetición o infertilidad inexplicada” pueden ser la única manifestación de una disfunción tiroidea subclínica.
El protocolo de detección: cuándo y cómo vigilar
Para una persona asintomática, pero con factores de riesgo, la recomendación no es esperar a que aparezcan los síntomas. El doctor aconseja una visita al especialista en endocrinología o al cirujano endocrino para una historia clínica detallada y un simple análisis de sangre (TSH y T4).
La frecuencia de este chequeo varía según el perfil. Para la población de riesgo general, a partir de los 35-40 años, se recomienda una revisión cada dos o tres años. Esta frecuencia debe ser más corta para mujeres mayores de 50 años con historia familiar directa, pasando a ser cada uno o dos años. En los casos de mayor riesgo, como aquellos pacientes que suman antecedentes familiares y la presencia de otra enfermedad autoinmune, la revisión debería ser anual, incluso estando completamente asintomáticos. “Si aparece cualquier síntoma sugestivo, debe adelantarse el control sin esperar al intervalo programado”, recalca.
¿Qué hacer si noto un bulto en el cuello?
La autoexploración tiene sus límites, y a menudo es el propio paciente quien “al asearse nota un bulto en el cuello”. El doctor Morales lanza un mensaje de tranquilidad: “La probabilidad de que sea un cáncer de tiroides es menor del 15%, siendo benigno en más de un 85%”.
Sin embargo, la tranquilidad no debe confundirse con la demora. Se debe acudir sin dilación al especialista “sobre todo si ese bulto crece rápidamente, es duro y adherido a la piel, y produce ronquera, cambios en la voz o dificultad progresiva para tragar o respirar”.
Antes de que se complique
El protocolo en consulta es rápido y eficaz. “Una simple exploración manual por el especialista, una analítica de hormonas tiroideas y una ecografía, que muchas veces se puede hacer en la propia consulta, dan muchísima información”, aclara Morales. Si hay sospecha, se realiza una Punción-Aspiración con Aguja Fina (PAAF) para aclarar el diagnóstico.
La clave, insiste el cirujano, es consultar ante cualquier síntoma vago, pero persistente, especialmente si hay factores de riesgo. “Cualquier detalle por pequeño que sea puede orientar rápidamente a una disfunción tiroidea”, declara. “El paciente no debe temer ni demorar esa consulta, ya que el tratamiento de la enfermedad tiroidea, una vez diagnosticado, es muy agradecido en la mayoría de los casos”, concluye.