Con la llegada del calor, muchos consumidores buscan alternativas refrescantes que no arruinen su dieta. Entre ellas, los helados "sin azúcares añadidos" se han convertido en un reclamo habitual en supermercados y tiendas de alimentación.
Pero, ¿son tan saludables como parecen? Aunque contienen menos azúcares que los tradicionales, eso no significa que sean inocuos para la salud ni que puedan consumirse a diario. "Tienen menor impacto glucémico, sí, pero no son alimentos saludables", recalca a este medio Marina Diana, doctora en Nutrición por la Universidad Ramon Llull-Blanquerna.
Helados sin azúcar… pero con trampa
Para endulzar sin añadir azúcar, la industria recurre a una mezcla de polialcoholes (como el maltitol o el eritritol) y edulcorantes intensos (como la sucralosa o el acesulfame K). Son aditivos sin calorías o con bajo impacto glucémico, pero no exentos de efectos secundarios.
"Aportan dulzor sin elevar la glucosa, pero en grandes cantidades pueden provocar molestias digestivas como gases o diarrea", explica a Consumidor Global Laura Salud, farmacéutica y nutricionista de Salmo Labs. Karen de Isidro, nutricionista y colaboradora de Docotoralia, añade al listado el xilitol que, pese a ser de origen natural, puede causar molestas digestivas si se consumo en exceso. Además, Diana advierte de un efecto colateral poco visible: "Aunque no afecten tanto a la glucosa, el paladar se sigue acostumbrando al sabor dulce, lo que hace que otros alimentos, como una manzana, te sepan a poco".
¿Qué significa realmente "sin azúcares añadidos"?
La clave está en entender qué significa exactamente la expresión. Según el reglamento europeo 1924/2006, un producto "sin azúcar" debe contener menos de 0,5 gramos de azúcares por cada 100 gramos o 100 mililitros. En cambio, "bajo en azúcar" permite hasta 5 gramos por 100 g (en sólidos) o 2,5 g por 100 ml (en líquidos).
La etiqueta "sin azúcares añadidos" indica que no se han incorporado azúcares libres como miel, azúcar de mesa o jarabes. No obstante, la nutricionista Aina Candel explica a este medio que el producto puede seguir conteniendo azúcares naturalmente presentes en algunos alimentos. Es el caso, por ejemplo, de la leche o la fruta.
Leer la etiqueta: requisito imprescindible
Según Diana, un helado convencional puede contener entre un 20% y un 30% de azúcar, lo que equivale a unos cuatro sobres de azúcar por cada 100 gramos. Por eso, incluso en versiones "sin azúcares añadidos", conviene revisar con atención la tabla nutricional.
Salud recuerda que cuanto más corta y natural sea la lista de ingredientes, mejor. Además, es importante evitar las grasas hidrogenadas, los aditivos en exceso y los edulcorantes artificiales en grandes cantidades. También conviene fijarse en el valor calórico global. "Algunos helados sin azúcar añadido pueden tener más calorías que uno convencional por su contenido en grasas o polialcoholes", explica la experta.
Alternativas saludables
La mejor forma de refrescarse en verano sin caer en trampas nutricionales pasa por recetas caseras. Candel propone el sorbete de frutas 100% natural, que consiste en congelar y triturar fruta madura, o el helado de plátano congelado con cacao puro y mantequilla de cacahuete. Además, la nutricionista aconseja usar fruta madura en lugar de azúcar o edulcorantes.
Las cuatro nutricionistas coinciden en la importancia de leer la etiqueta a la hora de comprar helados industriales y "sin azúcares añadidos", ya que no dejan de ser alimentos ultraprocesados. "Conviene verificar la cantidad de calorías y grasas, especialmente si contiene grasas saturadas o trans. La información nutricional por porción puede dar una visión más clara del valor real del producto. Por último, aunque las certificaciones como "orgánico" o "sin azúcares añadidos" pueden ser un buen indicador, no garantizan por sí solas que el helado sea una opción saludable", zanja de Isidro.