Con el permiso de la pequeña Formentera, Menorca es la isla más virgen de Baleares. Sus paisajes de ensueño, sus pueblos de pescadores y sus playas salvajes, donde la huella humana brilla por su ausencia, hacen que también sea conocida como la isla tranquila.
Sin duda, esta esencia menorquina es una de las grandes bellezas de la isla. Pero también conlleva, de manera implícita, que los chiringuitos de sus 75 playas se puedan contar con los dedos de las manos.
Reabre uno de los chiringuitos más icónicos de Menorca
El emblemático chiringuito de Los Bucaneros, ubicado en la playa de Binibeca (Sant Lluís), a escasos veinte minutos en coche desde Mahón, se vio obligado a cerrar por la pandemia, primero, y, posteriormente, debido a un problema con la concesión, que derivó en un contencioso administrativo ante la Audiencia Nacional y el fallo en favor del Consistorio.
Ahora, este 13 de julio de 2025, tras cinco años clausurado y en estado de degradación, su reapertura ha sido recibida con enorme alborozo por la inmensa mayoría de isleños y veraneantes asiduos. De hecho, numerosos usuarios ya se han hecho eco de su regreso en redes sociales.
Los Bucaneros: un merendero histórico
El chiringuito de Los Bucaneros, con sus mesas ancladas a las rocas y sus sombrillas de paja, siempre ha formado parte de la fisonomía de la playa de Binibeca, al menos desde que este cronista, entrado en los treinta y enamorado de la isla, tiene uso de razón.
Tomarse un helado o un café con leche con hielo en el banco de piedra blanco de la caseta de pescadores (el chiringuito debe su nombre a esta pequeña edificación), bañado por el azul turquesa del mar y con la arena blanca de fondo, es uno de esos regalos que te ofrece la vida y no es de buen gusto rechazar.
Qué comer
Aunque todavía está por ver cómo se desenvolverá la nueva propiedad en la pequeña cocina de Los Bucaneros, cualquiera que haya frecuentado este rincón del sur de la isla sabe que la comida (ensaladas, mejillones, algún pescado, hamburguesas y carne a la milanesa con patatas) era más bien justita y no precisamente económica.
Así pues, la opción del helado o el café gana enteros. Se trata de estar atento. Ya sea tumbado en la fina arena o mientras te das el enésimo chapuzón, conviene mantener el ojo avizor y echar a correr en cuanto el banco se libere. Es cuestión de paciencia. Y de disfrutar.