El cerebro tarda alrededor de 15 segundos a la hora de procesar la información real. Por ello, recurre a imágenes mentales del pasado para percibir todo como inmutable.
Esto ocurre cuando miramos algo que no sabemos exactamente qué es y nuestro cerebro interpreta lo que ve, otorgándole un significado basado en recuerdos y experiencias. Esto se parece a esto, por lo tanto, o es esto o algo similar.
El cerebro y su lentitud para procesar la información: las emociones del pasado
Algo parecido ocurre cuando pensamos mucho en un tema y nuestras emociones se despiertan de la misma manera que lo hicieron en el momento en que tuvo lugar un evento traumático. Nuestro cerebro se entrega por completo a la tarea de engañarnos con un sentimiento de tristeza o ansiedad semejante al procesado en el pasado.
Quizá por eso, cuando sobrepensamos o recordamos un problema o dolencia del alma, sentimos que nos hace daño de la misma manera que nos lo hizo anteriormente. Aunque ya te lo esperes y sepas qué ha pasado, duele nítido como antaño.
Cómo engañar al cerebro para motivarte
De la misma manera que el cerebro nos engaña haciendo revivir experiencias, nosotros también podemos engañarle, porque no entiende de apetencias. La falta de motivación es uno de los grandes enemigos de la productividad, tanto en el ámbito laboral como en el personal. ¡Ocurre hasta con el deporte!
Alcanzar metas y mantener la concentración puede resultar complicado, sobre todo cuando la procrastinación se interpone. No obstante, varios especialistas aseguran que la fórmula para recuperar la motivación es más sencilla de lo que imaginas: dar el primer paso. Decirle a tu cerebro “haz esto, aunque no te guste”, como se lo dirías a un niño, puede marcar la diferencia. Debes actuar por tu bien, aunque él te diga “no nos apetece”.
Aprender de los expertos: el cerebro y el cierre de ciclos
Una técnica reveladora me la enseñó mi entrenador personal. Cuando le decía que odiaba ir a entrenar a última hora del día, él me respondía: “Cuando la mente te diga ‘no quiero’, ponte en acción. Mientras te diga que no, tú te pones las mallas y sales de casa”. Sin saberlo, allí residía toda la base de la motivación que hoy explican los expertos y científicos.
El cerebro humano tiene una inclinación natural a cerrar ciclos, según Manu Kapur, experto en Ciencias del Aprendizaje de la ETH de Zúrich. Completar tareas genera satisfacción emocional y activa un mecanismo interno que impulsa a seguir avanzando. Nuestra mente recuerda mejor lo que está incompleto, provocando una motivación innata por terminar lo que hemos empezado.
Energía de activación: dividir tareas y celebrar logros
Dar el primer paso, aunque sea mínimo, se convierte en una herramienta poderosa para iniciar cualquier proyecto. La autora Mel Robbins denomina este impulso inicial como “energía de activación”: dedicar unos pocos minutos a una actividad permite que el cerebro encuentre la manera de mantener el esfuerzo hasta completarla. Pero arrancar es solo el inicio; la ciencia recomienda estrategias adicionales para sostener la motivación.
Dividir grandes tareas en objetivos pequeños y alcanzables es fundamental. Cada avance, aunque sea mínimo, libera dopamina, la hormona de la recompensa, y produce sensación de logro. Además, cambiar la mirada hacia lo que ya se ha logrado, en lugar de solo enfocarse en lo que falta, ayuda a mantener la motivación. Este método, conocido como “efecto gradiente del objetivo”, convierte los logros previos en un motor psicológico para avanzar hacia la meta.
Evitar la falacia del coste hundido
Otro punto importante es la “falacia del coste hundido”. Persistir en un proyecto solo por el tiempo o esfuerzo invertido puede ser contraproducente. Evaluar lo aprendido y abrirse a nuevas oportunidades suele ser más estimulante que seguir atado a algo que ha dejado de entusiasmar.
Por ejemplo, de poco vale acabar una carrera universitaria solo porque ya llevas un año estudiándola… ¿No será mejor cambiar de rumbo cuando uno se da cuenta de que algo no le llena? ¿Cuándo es demasiado tarde?
El poder del “esprint final”
El “esprint final” es esa inyección de energía que aparece cuando la meta está cerca. Aprovechar esta aceleración natural del cerebro puede marcar la diferencia entre abandonar a medio camino o completar exitosamente cualquier iniciativa.
En definitiva, la motivación no surge de manera espontánea antes de actuar; se construye durante el proceso. Comenzar, dividir, celebrar avances y reconocer cuándo cambiar de rumbo son estrategias clave para mantener el impulso y alcanzar objetivos. La ciencia y la psicología coinciden: el primer paso es, sin duda, el más poderoso.