El algodón y el poliéster son los reyes de la industria textil. La mayoría de prendas mezclan estos materiales para conseguir la suavidad y transpirabilidad del primero así como la resistencia del segundo. Lo explica a Consumidor Global Carlota Oller, creadora de Singular Wardrobe.
Ahora bien, muchos consumidores eligen prendas que sean "100% algodón" creyendo que son de mejor calidad. Pero, en realidad, no siempre es así. Muchas marcas emplean mezclas de algodón que bajan considerablemente la calidad del producto pero no su precio.
Diferentes tipos de algodón
Según Oller, la mayoría de prendas etiquetadas como "100% algodón" emplean una variedad convencional de fibras cortas, "lo que puede ocasionar que formen bolitas con el tiempo, algo que también ocurre con la lana".
Un popurrí de algodones que se aleja bastante del algodón egipcio o Pima, cultivado en Perú o Australia y caracterizados por fibras extralargas que aportan más resistencia y suavidad. Sin embargo, rara vez el consumidor conoce esta información sobre la procedencia o el tipo de algodón de la prenda que está comprando.
Una manta de lana elaborada con 100% poliéster
La falta de información no se limita a las prendas de algodón. También ocurre con otros tejidos como la lana. Un ejemplo es la manta que la compañía aérea Level ofrece a sus pasajeros. Por cinco euros, los clientes pueden comprar una "manta de lana 100% poliéster".
"Me parece una incoherencia. Imagino que es una manta 100% poliéster, pero con efecto lana. Sin duda la manta de lana tendría fibras naturales y la de poliéster sintéticas", explica Oller. Y añade: "Una manta de poliéster será más económica y fácil de lavar, pero no tendrás la calidad y la sensación de calor natural que te proporciona la lana, aunque una vez más hay diferentes tipos de lana, que dependen de la raza de oveja de la cual haya sido obtenida: lana de oveja convencional, merino, cachemira o mohair; entre otras".
La dudosa sostenibilidad de las prendas
Las jugarretas de algunas marcas también tienen que ver con la sostenibilidad de la prenda. Raúl González, CEO de Ecodicta, explica a Consumidor Global que las etiquetas suelen incluir información relacionada solo con la fibra de la prenda. "Aunque sea 100% algodón, puede haber trampa porque puede ser que no sea de cosecha orgánica. El algodón requiere de un uso extensivo de agua", matiza.
Por su parte, el poliéster reciclado se presenta como una buena opción ante los ojos del consumidor. Se elabora con materiales reciclados, principalmente botellas de plástico "ayudando a reducir la contaminación plástica y manteniendo las mismas propiedades que el poliéster normal", indica Oller. Sin embargo, González sostiene que en muchas ocasiones, esas botellas proceden de China y, por tanto, la sostenibilidad se va al garete.
El papel de los certificados
"Hay varios detalles en los que podemos fijarnos para valorar una prenda. A partir de la etiqueta donde se indica la composición podemos ir investigando. Si pone que es de algodón, ¿qué tipo de algodón? Si es poliéster, ¿es reciclado?", sostiene Oller. Una información que, en muchas ocasiones, se acompaña con certificados desconocidos para el consumidor.
Por ejemplo, el certificado OCS, muy popular en las prendas de Zara. Se trata de un sello que asegura al consumidor que la fibra en cuestión se produce sin utilizar fertilizantes ni pesticidas artificiales y "se cultiva a partir de semillas que no han sido modificadas genéticamente", subrayan desde la firma. Pero sus siglas no son intuitivas y es por ello que González insiste en la necesidad de crear certificados sencillos de entender.
Prendas con pasaporte digital
En aras de ofrecer al consumidor una información más detallada del ciclo de vida de una prenda, la Unión Europea propone incluir en las etiquetas de los textiles un pasaporte digital. Sin embargo, esta realidad aún tardará en llegar, ya que se espera que se implemente en 2026.
Mientras tanto, "la regulación europea es muy leve y las marcas no siempre dan toda la información", tal y como confiesa González. "Hay que medir qué es sostenible y para ello es necesario la legislación y que el consumidor tome decisiones coherentes", concluye el experto.