No puedes comprar un bolso, pero sí una de sus hamburguesas: Louis Vuitton abre Le Café

La relación entre moda y comida, tras años de coqueteos y desencuentros, ha encontrado al fin un territorio común donde ambos mundos pueden brillar

Le Café / LOUIS VUITTON
Le Café / LOUIS VUITTON

Pocas escenas representan mejor el sueño neoyorquino que Audrey Hepburn, en Desayuno con diamantes (1961), mordiendo un cruasán frente a la joyería Tiffany en la Quinta Avenida. Holly Golightly, su personaje, aspiraba al lujo desde el otro lado del escaparate, con la comida como consuelo. Más de seis décadas después, el escenario de la milla de oro del consumo en Manhattan sigue brillando, pero la relación con el lujo ha cambiado. Ahora puedes saborearlo literalmente, aunque no puedas llevártelo puesto.

Louis Vuitton ha dado un paso audaz en esta dirección con la apertura de Le Café, un restaurante temporal en el corazón de Nueva York que apuesta por convertir su emblemático logo en ingrediente estrella, estampado en cada plato y hasta en el pan de sus hamburguesas. 

No es sólo estética

La apuesta no es sólo estética, tal y como aseguran en El País. Los precios de sus platos oscilan entre 18 y 62 dólares, una invitación para que no sólo los bolsillos más abultados disfruten de la experiencia Louis Vuitton. “Puede venir gente de mucho dinero, pero también un joven que quiere impresionar a su chica”, explica Christophe Bellanca, el chef con estrella Michelin detrás del proyecto. Su objetivo: “ser una experiencia accesible, tratar a todos por igual”.

 

Le Café no es un capricho efímero. Se ubica en un cuarto piso del espacio provisional de Louis Vuitton en Manhattan, con vistas a su tienda en plena reforma –que durante las últimas Navidades se vistió de un gigantesco baúl Vuitton, viral en redes– y en un edificio con historia: aquí mismo estuvo Tiffany durante la renovación de su icónica tienda en la esquina. 

Un equipo entrenado detrás

Detrás de la propuesta culinaria está un equipo entrenado en París por figuras como Arnaud Donckele y Maxime Frédéric, quienes imprimieron a la cocina esa meticulosidad francesa que se fusiona con la “adrenalina neoyorquina”, según Mary George, chef australiana que se incorporó tras su paso por el restaurante de Daniel Boulud. La apuesta va más allá de la imagen Instagram. Bellanca recalca que la comida es “de calidad”, con una filosofía que combina elegancia, originalidad, buenos ingredientes, ejecución impecable y sostenibilidad.

La carta es una oda al snack de lujo, esa delicadeza que puede adoptar forma de un lobster roll templado o un bocado de caviar, vieira y champán, todo firmado con el sello Louis Vuitton. “Como tener un Louis Vuitton en el plato”, aseguran. En línea con una creciente conciencia sostenible, los ingredientes provienen en buena parte de productores locales, en un esfuerzo por elevar el producto y no solo exhibirlo. La única concesión internacional es el chocolate, que mantienen fiel a su sabor emblemático.

Continúa el desfile

La apertura de Le Café llega en un momento en que la alianza entre gastronomía y marcas de lujo parece consolidarse como un terreno fértil. En Nueva York, el Polo Bar de Ralph Lauren o el icónico The Hall de Louis Vuitton en Chengdu con estrella Michelin anticipan que esta tendencia es más que una moda pasajera. En marzo, la llegada de los franceses Printemps promete continuar el desfile de experiencias gourmet corporativas, con el chef Gregory Gourdet al frente. 

Lo que parece claro es que la relación entre moda y comida, tras años de coqueteos y desencuentros, ha encontrado al fin un territorio común donde ambos mundos pueden brillar, con sofisticación y accesibilidad. Y mientras el bolso Louis Vuitton siga siendo un sueño fuera de alcance para muchos, por lo menos ahora se puede probar una hamburguesa con su nombre y logo. No es poco para quienes buscan un pedacito de lujo con sabor a realidad.