Un invierno atípico y la borrasca Dorothea disparan el precio del plátano de Canarias
Los productores canarios sobreviven en un mercado desigual, ya que compiten en precio con frutas importadas de países donde producir es mucho más barato

Omnipresente, nutritivo y asequible, el plátano de Canarias ha sido, durante décadas, inmune a la volatilidad que afecta a otros cultivos. Ni las crisis logísticas ni los vaivenes inflacionarios parecían tocar a la fruta más democrática de la cesta de la compra en España. Hasta ahora.
Por primera vez en más de diez años, el precio medio del plátano canario en los principales canales de gran distribución ha escalado hasta situarse entre 0,50 y 0,60 euros por unidad de consumo. Una cifra que, sin ser escandalosa, rompe una larga tradición de estabilidad y lo coloca en una posición inédita: la del empate técnico con otras frutas nacionales como la naranja, e incluso por debajo de variedades de manzana como la Red Delicious o la Fuji, cuyo precio por unidad ronda los 70 céntimos.
El efecto Dorothea
La explicación a esta subida no hay que buscarla en una decisión estratégica de los productores, ni en un súbito afán de rentabilidad. La explicación está en el cielo. Literalmente.

Todo comenzó en diciembre, cuando la borrasca Dorothea barrió el archipiélago canario con vientos extremos y persistentes lluvias que arrasaron más de 24 millones de kilos de plátanos. Un golpe sin precedentes para el sector, que se sumó a un invierno anómalamente frío –con temperaturas por debajo de los 10 grados en zonas clave de cultivo– que ralentizó la maduración del fruto y alteró los ciclos de corte.
Un reequilibrio inevitable
La consecuencia ha sido una notable escasez de producto en los primeros meses del año, lo que ha comprimido la oferta y empujado los precios al alza. Un ajuste que, si bien acerca el plátano de Canarias a sus competidores en el mercado nacional, apenas compensa años de márgenes erosionados por los elevados costes de producción en el archipiélago.
La fruta, que durante años se mantuvo en torno a los 1,94 euros por kilo al consumidor –muy por debajo del coste real de producción bajo los estándares europeos–, ha experimentado así un reequilibrio inevitable.
Un producto singular en un mercado desalineado
Desde hace años, los productores canarios sobreviven en un mercado desigual, ya que compiten en precio con frutas importadas de países donde producir es mucho más barato, mientras ellos deben cumplir normas laborales y ambientales mucho más exigentes. El resultado es claro: producir de forma justa sale caro, pero ese esfuerzo no se refleja en el precio final.
Este leve repunte en el precio –si bien puntual y forzado por la adversidad climática– ha despertado preguntas legítimas sobre la sostenibilidad del actual modelo de producción y comercialización de frutas en España. ¿Puede un cultivo respetuoso con las personas y el entorno sobrevivir en un mercado que premia lo barato y rápido? ¿Estamos dispuestos los consumidores a pagar un poco más por fruta que cuida a quienes la cultivan?
Más allá del precio
Mientras el plátano de Canarias alcanza por fin niveles de precio similares a los de otras frutas nacionales, la realidad del sector sigue marcada por la vulnerabilidad. La borrasca Dorothea ha sido un recordatorio brutal de hasta qué punto la agricultura depende del clima. Pero también ha puesto de manifiesto la fragilidad de un modelo de mercado que castiga la calidad social y medioambiental si no va acompañada de eficiencia económica.
En los próximos meses, con la normalización de los ciclos de maduración y corte, es probable que los precios del plátano vuelvan a su cauce habitual. Pero el debate sobre su lugar en la cadena agroalimentaria, y sobre el papel que jugamos como consumidores, ya está servido.