El último adiós al cine Comedia: "Aquí tuvimos nuestra primera cita. Es una pena que lo cierren"

FIN. La Divina Comedia ha terminado y los únicos supervivientes, Zara, H&M y Uniqlo, situados en las tres esquinas adyacentes, contemplan la última escena impasibles. No así el público. Los espectadores. Las gentes de cine. Nostálgicos y soñadores de bien que se acercan a este recodo de la Gran Vía para despedirse del último cine del Paseo de Gracia de Barcelona y decir: 'adiós, Comedia'.

Entre adioses, críticas a la “pésima gestión de Yelmo” y selfies con el rótulo del histórico cine, que todavía protagoniza la fachada del bonito palacete, Sara y Lluc son como dos actores secundarios de rostro apenado. “En nuestra primera cita acabamos aquí. Somos de Sabadell, pero, desde aquel día, el Comedia ha sido siempre nuestro cine. Es muy triste…”, relata la joven pareja. Aquella tarde de 2020 vieron El padre, del oscarizado Anthony Hopkins. Hoy han elegido un título acorde a la despedida: Los que se quedan, de Alexander Payne. Y eso es lo que sienten, dolor.

Comedia y suspense

“¿Cierra definitivamente?”, le pregunta una señora mayor al taquillero. “Sí, sí…”, responde el empleado algo inquieto, pues también sirve las palomitas y la bebida y se ha formado una cola considerable. “No te preocupes. Quizá vuelva a abrir”, la tranquiliza su amiga.

“Es una locura. Estos últimos días hemos hecho sold out”, asegura el hombre que rompe las entradas mientras los espectadores, al salir de las salas o antes de entrar a la última sesión, le dan ánimos y le desean suerte. Y es que el futuro de este emblemático espacio cultural es como la trama de una película de Alfred Hitchcock: puro suspense.

El teatro Comedia

El planteamiento inicial, allá por los años 30, fue convertir el Paseo de Gracia en una oda al entretenimiento con las aperturas de los cines Fémina, Fantasio, Publi y Savoy, en este orden, y, en 1941, del esplendoroso Teatre de la Comèdia, que hasta 1934 había sido el palacio particular de la familia Marcet. 

“Yo solía venir cuando era teatro”, relata María, Testigo de cargo y vecina de Horta que también ha querido acercarse a rendir homenaje al Comedia, antes de entrar a ver la fallida Napoleón.

La historia del cine

Durante Los felices 60, el teatro Comedia cerró la sala de 1.246 butacas, con sus plateas y sus palcos incluidos. Por suerte, el mismo noviembre de 1960 arrancaba su andadura como uno de los principales cines de estreno de la ciudad. Tal era el fervor por el séptimo arte, que algunos incluso recuerdan las largas colas que se formaban a lo largo de la gran manzana.

Antes del desenlace final, la majestuosa sala se partió en tres, primero, y en las cinco salas actuales, después. Y el anticlímax llegó cuando empezaron a sucederse los cierres de sus hermanos mayores: Fémina (1991), Fantasio (2000), Savoy (2001) y Publi (2005), que dejaron huérfano al Comedia hasta el día de hoy, 14 de enero de 2024. El día de la última sesión.

La última sesión

“¿A ti te hace gracia la de la Binoche?”. “No me parece mal”. “Pues venga”. Así decide una pareja de mediana edad, plantada frente a los carteles iluminados del Comedia, ir a ver A fuego lento. Los juegos del hambre, Napoleón y Los que se quedan también empezarán en breves.

Wonka, con un eslogan poco apropiado para la ocasión, “Todas las cosas buenas de este mundo empezaron con un sueño”, protagoniza la sesión de clausura.

La película

Las butacas de terciopelo marrón desvencijado de la sala 1 están todas ocupadas por un halo de melancolía. En la fila de atrás, una mujer refunfuña en un monólogo sin fin que solo el inicio de la acción cortará: “Hacía diez años que no venía. No me acordaba que los asientos eran tan incómodos. Es una vergüenza. Se lo están cargando todo. A mí este me pillaba muy cerca de casa. Ahora todos los cines que están cerca ponen películas comerciales…”. Y empieza Wonka.

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La precuela de Charlie y la fábrica de chocolate, excesivamente larga, transcurre sin pena ni gloria. Aunque ingeniosa a ratos, se nota que no es obra de Roald Dahl. Las delicias de Timothée Chalamet entretienen, pero ya no hay motivos para seguir soñando. Y las palomitas se acaban. La pantalla funde a negro. Y se encienden las luces: la magia ha terminado.

Adiós, Comedia

El público se va y entra la señora de la limpieza. “No sé qué van a hacer… No dicen nada… Llevo 31 años aquí y no sé qué voy a hacer… No me dejan hablar”, explica mientras las lágrimas recorren sus mejillas hasta caer sobre un jersey polar de E.T., el extraterrestre.

En la tercera fila, junto al pasillo, una pareja se resiste a abandonar la sala. Son norteamericanos y llevan seis años viviendo en el Eixample barcelonés. “It’s so sad. They have also closed the Icaria. Where will we go now?”. El Comedia también era su cine.