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Los 10 consejos más inútiles y desactualizados sobre alimentación
Somos carne de cañón, de ese cañón que genera contenidos dietéticos en los medios de comunicación, en redes sociales, a partir de la publicidad o en las conversaciones de barra de bar. Este post te ayudará a protegerte del bombardeo
Hacer un listado de tan solo 10 latiguillos que formen parte del acervo (in)cultural-nutricional es muy difícil. Me refiero a todos esos mensajes que, a pie de calle o a pie de pantalla de smartphone, tienen la misma utilidad que hacer bolsitas de té impermeables. Las razones que explican la proliferación de tanta tontería dietética son variadas y, probablemente, la visibilidad de cada una de estas responda a una curiosa sinergia de factores, a saber:
- La presión que para algunas personas suponen las redes sociales a la hora de hacer virales sus contenidos que les empuja a generar cualquier memez con el fin de obtener visibilidad.
- Los medios de comunicación que, con bastante frecuencia, retuercen la ciencia o directamente se la inventan, para generar clickbaits del tipo -no es broma- “los torreznos más saludables que las verduras”.
- El interés de cierta industria alimentaria que, a partir de sus envases o de su habilidoso márquetin, nos hacen creer que su producto, habitualmente ultraprocesado, es la panacea.
- Algunos consejos pertenecientes a otra época y que, a pesar de tener más moho que los azulejos de la ducha de Shrek, se siguen repitiendo como verdades absolutas generación tras generación.
En este artículo pondremos como hoja de parra los más absurdos para, a ver si hay suerte, al menos tú dejes de repetirlos y que, además, puedas entablar una sana conversación con cualquier cuñado que se te acerque.
Tú, lo que tienes que hacer, es cerrar la boca y moverte más
La frase refiere a esa “sencillez” cuñadista relacionada con el adelgazamiento. Y, efectivamente, es cierta. Tanto como aquella otra frase que dice que lo único que se necesita para ir a la luna es un cohete. Nos ha jorobado. La ineficacia, por no decir absurdez del consejo, radica en poner de relieve que, lo que precisamente es complicado, casi imposible, es alcanzar a construir ese cohete o bien ese ideal de comer menos y moverse más. Por mucho que nos cueste creer, resulta que en nuestro medio la mayor parte de los factores que influyen en que cerremos la boca y nos movamos más no están a nuestro alcance. ¿No me crees? Dale una leída a este post y, sobre todo, quédate con esta imagen que representa la miríada de factores que influyen en el cansino “balance de calorías”.
Solo hay que conseguir un equilibrio entre las calorías que ingresas y las que gastas
Claro, ya lo decía José Mota: “las gallinas que entran por las que salen”. Muy en la línea de la tontuna anterior, el famoso balance calórico nos lleva atormentando desde que se propuso allá por finales del S XIX y con pocas o más bien ninguna modificación ¿Y que hemos conseguido? Pues eso, nada. Además, si te has creído que las calorías en los alimentos es algo tan exacto como aquella cifra que se incluye en el etiquetado o en las tablas de composición de alimentos, estás muy equivocado. Si esto no fuera poco, las variaciones que diariamente tenemos todos y cada uno de nosotros en el gasto son bastante importantes y escapan -al menos de momento- a cualquier información que te dé el smartwatch más sofisticado. Si te sirve de referencia, este nutricionista que te escribe tiene dos hijas -la cosa que más quiero en el mundo- y en la vida me he preocupado de saber cuántas calorías gastan y cuántas consumen. Sí nos hemos preocupado, junto a su madre, por el hecho de que hagan buenas elecciones alimentarias y tengan un estilo de vida activo. Créeme, eso de contar calorías quizá sea el tic más viejuno, inútil y simplista que pueda existir hoy dentro de la dietética.
La mejor dieta es la “dieta del cucurucho” [es un ejemplo tomado al azar]
Seamos claros, si tan solo una de los miles de dietas existentes funcionara para adelgazar de forma saludable, satisfactoria y permanente, ya nadie en el mundo tendría obesidad. Solo una. Puedes pensar en las más científicas (bajas en carbohidratos, bajas en grasa, altas en proteína, de ayuno intermitente...) o las más de moda (Dukan, Montignac, Pamela Anderson, Paleo, del grupo sanguíneo...) pero solo se necesita una. Y el caso es que no existe. Adelgazar con salud y mantenerse es una cuestión terriblemente compleja. Y quien afirme lo contrario o bien tiene menos luces que un barco pirata por la noche, o bien solo quiere estafar a la gente diciéndole aquello que quiere oír.
El desayuno es la comida más importante del día
Ya sé que se lo has oído a tu madre o a tu tía abuela cientos de veces, pero esta sentencia es más falsa que un euro de madera y tiene un origen vinculado a John Harvey Kellogg (sí, el creador de la empresa de cereales homónima) con una clara intención comercial. Tienes toda la información en esta charla TEDx. Así que cada vez que te la digan, tú les puedes responder que las distintas comidas del día son como los hijos, ninguno es más importante que otro.
La clave consiste en “comer un poco de todo”
“Un poco de todo y un mucho de nada” era una de las lapidarias frases del grandísimo profesor D. Francisco Grande Covián. Y en su tiempo, en los años 80, antes de que los españoles realizáramos la conocida como “transición nutricional”, el consejo podría tener sentido; cuando “un poco de todo” solo refería a alimentos frescos y apenas había ultraprocesados. Sin embargo, hoy en día, si hubiera que comer “un poco de todo” implicaría comer muchísimas opciones con una bajísima calidad nutricional. Tienes más datos en este post.
Hay que hacer cinco comidas al día
Que sepas que la ciencia aún no se postulado sobre lo idóneo de mantener una frecuencia de ingestas más o menos concreta a lo largo del día. Sí, ya sé que se repite mucho. Pero no te puedo decir más: se dice mucho, pero se dice sin pruebas. Posiblemente sea un mensaje que a cierta industria alimentaria le guste mucho perpetuar. Puedes ampliar la información en este artículo.
Cualquier frase con alimentos “fundamentales”, “indispensables” o “imprescindibles”
¿Sabes quién dice que un alimento es indispensable o imprescindible? Lo dice el sector que lo produce y/o distribuye. Lo dicen apoyándose, supuestamente, en la ciencia, pero lo que hacen es usar sus infinitas habilidades de márquetin. Ningún alimento es imprescindible per se; pero algunos nutrientes sí que lo son. Afortunadamente la naturaleza nos brinda infinidad de opciones, y esos nutrientes que suelen salir a la palestra, si no están en un alimento, estarán en otro. Aquí encontrarás una explicación más detallada.
Hay que tomar de dos a cuatro raciones de lácteos al día
Muy en la línea de “los lácteos son indispensables para mantener una adecuada salud ósea” y, en relación con el apartado anterior, has de saber que este tampoco es cierto. Existen culturas y civilizaciones enteras que no hacen uso de los lácteos y que no tienen mayores problemas con sus huesos. Como nos explican en el blog de nutrición de la Universidad de Harvard, los lácteos no son la única fuente apreciable de calcio o de vitamina D.
La leche es veneno
Pero tampoco es veneno. Aun sabiendo que hay una cierta población de intolerantes a la lactosa o de alérgicos a las proteínas de la leche, también hemos de considerar que hay intolerantes a la fructosa y alérgicos a los cacahuetes (solo por poner un par de ejemplos). Y nadie tacha de venenosos a la fructosa o a los cacahuetes. En este caso no es infrecuente encontrar a determinados perfiles en redes sociales que apoyándose en los argumentos más peregrinos -el ser humano es el único mamífero que toma leche tras la lactancia- busquen que alguien les haga casito. Por cierto, es verdad, somos los únicos que tomamos leche tras la lactancia, y también los únicos que tomamos pimientos rellenos de bacalao y, por ejemplo, que componemos música.
Tu cuerpo es sabio, aprende a escucharlo
No, tu cuerpo no es sabio. El tuyo, y el de todos, responde a diversos estímulos exteriores. Sin quebrantar las reglas de la biología general, tenemos que ser conscientes de que existe una cierta variabilidad interpersonal. Por ejemplo, hay personas alérgicas a la soja y otras que no, o a unos les gusta el picante y a otros no. Nuestro cuerpo ni es tonto ni es sabio, es como es, y por supuesto no nos habla. Esta frase suele ser usada por bocamuelles arribistas de las terapias alternativas y, lo único que vas a conseguir tratando de hacer oreja para entender a tu cuerpo, es retrasar la visita (quien sabe si trascendental) con un profesional sanitario como dios manda.
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