General Óptica, acusada de abusar de un anciano de 93 años al que vendió unas gafas carísimas

El nieto del pensionista asegura que la cadena aplicó cargos innecesarios e impuso un coste final desproporcionado, aprovechándose de la vulnerabilidad de una persona mayor

La tienda de General Óptica en Poblenou (Barcelona) / CG
La tienda de General Óptica en Poblenou (Barcelona) / CG

Marcos Granja, pensionista de 93 años, acudió hace unas semanas a un establecimiento de General Óptica –una de las principales cadenas del sector en España– ubicado en la Rambla del Poblenou de Barcelona, con el propósito de renovar sus gafas.

Pero, según relata su nieto, Marc Font, el anciano fue “persuadido o presionado” para adquirir el modelo más caro de la tienda, por un importe de 909 euros. La compra de las lentes incluían “coberturas premium” y otros añadidos que, en opinión de la familia, no eran esenciales para sus necesidades visuales y desproporcionados para su capacidad económica.

Se aprovecharon de la vulnerabilidad y confianza

“Ni en la propia web de General Óptica se ofrecen gafas a ese precio”, afirma Marc Font. “Y mi abuelo, con la pensión que cobra, ni puede pagarlas a plazos, ni las habría comprado si le hubieran explicado bien lo que estaba contratando”, añade.

El ticket con el precio de las gafas   CEDIDA
El recibo con el precio de las gafas / CEDIDA

Según la versión de la familia, el anciano fue atendido por una trabajadora que, presuntamente, le recomendó el modelo de gafas más caro del establecimiento. “Se aprovecharon de su vulnerabilidad y de su confianza; no hubo ninguna voluntad de informarle bien”, critica su nieto. Debido a su edad y condición, Granja no se encontraba en situación de comprender plenamente los términos del contrato, y nunca lo habría aceptado de haber recibido un asesoramiento claro y adecuado.

 Obstáculos para la reclamación

Al enterarse de la compra, Marc Font acudió al día siguiente a la tienda para exigir la cancelación del pedido. Lo que encontró fue, según relata, una actitud evasiva y poco colaboradora. “La empleada no supo ni qué decirme, se quedó callada. Entonces apareció el director, cuya actitud fue altiva y prepotente desde el primer momento”, describe a Consumidor Global.

Font asegura que el responsable del local se negó a anular la compra en ese momento, a pesar de que su abuelo ya había entregado 100 euros como señal, y le exigió que lo trajera nuevamente en persona para poder efectuar la cancelación. “Fue un abuso tras otro. Ni siquiera quiso entregarme la hoja de reclamaciones, aunque se la pedí en varias ocasiones. Lo hice con calma, con firmeza, pero se negó alegando que yo no era el cliente. Es inmoral e ilegal”, subraya.

El 10% de las personas mayores

La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios obliga a cualquier establecimiento a proporcionar la hoja oficial de reclamaciones cuando un cliente la solicita, bajo pena de sanción administrativa. Pero, más allá de la dimensión legal, Marc Font destaca la carga emocional que el episodio ha tenido para su abuelo. 

“Se sintió engañado, humillado. Personas como él no merecen este trato. Son los que han construido este país. Y en lugar de cuidado, reciben abusos”, comenta. Según la ONU, el 10% de las personas mayores en el mundo sufre algún tipo de abuso financiero, muchas veces por parte de empresas o familiares que se aprovechan de su desconocimiento

Unas gafas por 300 euros

Lejos de rendirse, Font volvió a la tienda para adquirir unas gafas que realmente se ajustaran a las necesidades y al presupuesto de su familiar. “El año pasado ya se las había renovado, así que solo era necesario cambiar los cristales. Aun así, opté por comprar unas gafas nuevas para anular el otro pedido, pero sin todos esos complementos innecesarios. Al final, el precio fue de 365 euros, reducido a 265 gracias a los 100 euros entregados previamente como señal”, explica. “Pero en ningún momento la empresa pidió disculpas ni reconoció que había cometido un error”, subraya Font.

Ojalá ningún abuelo tenga que pasar por lo que pasó el mío. Ojalá esto sirva para que se abran los ojos a quienes, por beneficio, prefieren mirar a otro lado”, concluye el nieto del anciano de 93 años.