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Giro de 180 grados: esta es la práctica centenaria por la que la policía podría multarte este verano

La tradición de “tomar el fresco” podría estar en peligro: la policía advierte que sacar sillas a la calle podría ser sancionable

Rocío Antón

Giro de 180 grados: esta es la práctica centenaria por la que la policía podría multarte este verano/ Montaje CG

Con la llegada de las altas temperaturas, el calor aprieta y muchos hogares optan por encender el aire acondicionado. Supongamos que hablamos de un equipo doméstico de gama media, con una capacidad de refrigeración entre 2.500 y 3.500 frigorías, ideal para estancias de entre 15 y 25 metros cuadrados. Este tipo de aparato, funcionando a plena potencia, suele tener un consumo aproximado de 1.000 vatios (1 kW).

Una persona activa el aire acondicionado / FREEPIK - rorozoa (Generada por IA)

Ahora imaginemos un escenario habitual: de uno a tres aparatos instalados en casa, funcionando unas 10 horas diarias a partir del mediodía, cuando el calor se vuelve más intenso. A razón de 1 kWh por hora y un precio medio de 0,12 €/kWh, el coste diario se sitúa en torno a 1,20 euros por equipo. Multiplicado por los 31 días de agosto, estaríamos hablando de 37,20 euros mensuales por aparato. Si en casa hay tres unidades (salón y dos dormitorios, por ejemplo), el gasto asciende a unos 111,60 euros al mes. Cuatro equipos elevarían la cifra a casi 150 euros.

Aire acondicionado vs. “tomar el fresco”: dos formas de sobrevivir al calor… y dos realidades económicas

Una cantidad que puede parecer asumible… salvo si se compara con los ingresos de muchas personas mayores, especialmente mujeres viudas, que dependen de pensiones modestas que apenas superan los 874, euros mensuales.

La controversia ilustra un dilema entre la convivencia reglada y el respeto a las tradiciones populares de nuestros mayores/ CANVA

En estos casos, mantener el confort térmico puede convertirse en un lujo que compite con otros gastos esenciales como alimentos, medicamentos o el propio recibo de la luz.

En contraste con la climatización moderna, hay una costumbre muy arraigada en los pueblos españoles—que rara vez tienen estos aparatos de refrigeración, todo sea dicho de paso— para combatir las noches calurosas: sacar las sillas a la puerta.

Volver a la calle: la tradición de “salir a tomar el fresco”

¿Quién no recuerda a sus abuelos en el pueblo salir fuera de casa al caer la tarde y charlar con vecinos al aire libre hasta la hora de la cena? Mi abuela lo llamaba “salir a tomar el fresco”. Lo que en las ciudades puede parecer exótico o incluso inapropiado, en el ámbito rural es una expresión más de vida comunitaria.

En los pueblos es habitual que sus lugareños salgan a "tomar el fresco"/ CANVA

La escena es reconocible en todos los puntos de la geografía española que hayan tenido que hacer frente a un calor punzante y abrasador: pequeños grupos que se reúnen en las aceras al anochecer, compartiendo conversación mientras la brisa nocturna ofrece un alivio natural.

@isabelmariapv Lo mejor del veranitoooo junto con los dias de playitaaaaa #playa #fresco #andalucia #tipico #viral ♬ sonido original - Isabel María ✨

En 2021, de hecho, el municipio de Algar (Cádiz) inició los trámites para que esta práctica fuera reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Un gesto que subraya el valor simbólico y social de esta tradición intergeneracional.

Una costumbre por la que te pueden multar este verano

No obstante, esta práctica entra en conflicto con ciertas ordenanzas municipales, sobre todo en entornos urbanos. Un caso reciente es el del municipio granadino de Santa Fe, donde la Policía Local recordó, a través de la red social X (antes Twitter), que colocar mesas o sillas en la vía pública sin autorización puede conllevar sanciones.

Imagen de archivo de un agente de la Policía Nacional / POLICÍA NACIONAL - EP

El comunicado, pensado como una llamada a la convivencia, provocó una fuerte reacción ciudadana. La publicación fue vista por más de 5,7 millones de personas y generó miles de respuestas en defensa de esta tradición. Muchas de ellas apuntaban la aparente contradicción entre permitir que bares ocupen las aceras mientras se reprende a los vecinos por hacer lo mismo.

Una prohibición que ha despertado una ola de crítica en redes

Algunos usuarios expresaron su indignación con comentarios de lo más ácidos: “¿Mi abuela no puede sentarse en su puerta, pero una terraza de bar puede acaparar media calle?” “Las señoras a la fresca son patrimonio nacional. ¡Respeto ante todo! Con los okupas no sois tan valientes”.

Incluso agentes de policía se sumaron a las críticas. Uno de los mensajes más aplaudidos fue el de un veterano policía local: “Llevo 30 años de servicio. ¿De verdad no tenéis asuntos más importantes que esto? Dejad a la gente vivir en paz”.

¿Es legal sentarse a la fresca?

Legalmente, no existe ninguna normativa estatal que prohíba “tomar el fresco”. La regulación del espacio público depende de las ordenanzas municipales, que pueden ser más o menos estrictas según el tamaño de la localidad. En pueblos pequeños suele permitirse esta costumbre, mientras que en ciudades más grandes se tiende a limitar por cuestiones de seguridad o accesibilidad. Un lugareño de Santa Fe ha comentado en sus redes cómo se vive la medida de la policía.

@christiangarciacomico TOMAR EL FRESCO… ¿DELITO? 👵🏼 🌬️👮🏻‍♂️#humor #risas #comedia #verano #fresco ♬ sonido original - Christian García

Eso sí, por mucho que ye pueda parecer desproporcionado… si un agente solicita la retirada de las sillas por algún motivo —obstrucción del paso, riesgo para peatones o quejas vecinales—, es obligatorio cumplir la indicación. No hacerlo podría interpretarse como resistencia o desobediencia al la policía.

¿Tradición o infracción?: qué dicen las normativas locales

La controversia ilustra un dilema entre la convivencia reglada y el respeto a las tradiciones populares. En un contexto donde las altas temperaturas se vuelven cada vez más frecuentes y los costes energéticos ahogan a muchas familias, recuperar formas de vida más sencillas y comunitarias puede ser algo más que un gesto nostálgico: puede ser también una alternativa realista y socialmente valiosa.

Y quizá, mientras unos ajustan el termostato del aire acondicionado, otros sigan encontrando en la conversación al aire libre una manera humilde, pero eficaz, de sobrellevar el calor… y la vida.